Capítulo

 1 6 |       Lannes, ansiaban entrar en fuego; pero el Emperador contenía
 2 6 |     prodigioso. Sólo entramos en fuego cuarenta mil hombres, y
 3 6 |       dios rodeado de aureola de fuego y teniendo al alcance de
 4 7 |     sofocaban momentáneamente el fuego; pero este surgía con más
 5 7 |    desgraciada suerte, porque el fuego, no saciado con devorar
 6 11|   metales de la terrible arma de fuego que llevaba en mi bolsillo
 7 13|        ya - dije yo, atizando el fuego de su miedo para que se
 8 14|      guerreros al calor de aquel fuego patriótico que inflamaba
 9 14|        esputaba lo mismo el puro fuego, que las pestilentes lavas.
10 15|     Farnesio y las seis bocas de fuego que mandaba D. Antonio de
11 16|       medio atrincheradas hacían fuego mortífero, la artillería
12 16|          avanzadas recibieron el fuego de los imperiales, que rehechos
13 16| mortificaban a los franceses con fuego menudo. La caballería entretanto
14 18|       fuera una mecha que prende fuego a varias minas esparcidas
15 19|      quedado ni una sola arma de fuego, se atreve, sin embargo,
16 22|           Si viera Vd., tengo un fuego dentro de la cabeza; me
17 23|       camino. ~ ~ - Ha cesado el fuego - dije yo - . ¿Echamos a
18 23|          en línea y rompieron el fuego contra nuestra izquierda. ~
19 24|      derecha. Desde entonces, el fuego, corriéndose de un extremo
20 24|        al amparo de dos bocas de fuego y de la caballería de España,
21 24|     sentir en las espaldas aquel fuego que más tarde había de hacernos
22 24| valerosas mujeres se exponían al fuego, penetrando en los sitios
23 25|     entonces habían sostenido el fuego. Sobre todo, el regimiento
24 25|         Paula Soler, parecía dar fuego a todos los fusiles con
25 25|          segunda, continuando el fuego. Como si los tiros franceses
26 25|          toda su cara despidiera fuego. Era Coupigny hombre de
27 25|     furor, sintiéndose heridos a fuego y a hierro. Algunos caían,
28 26|        lengua, y la corriente de fuego que envolvía mi cuerpo.
29 26|         alguna de sus lenguas de fuego azotándonos la cara. La
30 26|        todavía no han entrado en fuego, y son las mejores que Napoleón
31 27|    cañones de la carretera, cuyo fuego certero y terrible había
32 27|     atacaban los segundos, daban fuego los terceros, y el servicio
33 28|  contestara Dupont, rompieron el fuego contra Irlanda, sorprendiéndoles
34 28|               Qué es eso? ¿Hacen fuego por el Herrumblar o es la
35 28|       órdenes para que cesara el fuego de la división recién venida
36 28|        venida de Guarromán, y el fuego cesó. Con esto, los nueve
37 28|           Dime tú... ya no harán fuego, eh? ¿Habrá peligro en andar
38 31|    transmitiéndose una a otra el fuego de sus coléricos sentimientos. ~ ~ -