Capítulo

 1 1 |      viendo entrar y salir a los señores oficiales, y haciéndoles
 2 3 |          secreto: mucho cuidado, señores, y Vds., niñas, guárdense
 3 3 |        Aquellas sí eran guerras, señores... Esto de ahora es una
 4 3 |        una vez. ~ ~ - Es cierto, señores. Me parece que Santiago
 5 3 |      tengo para mí que si a esos señores se les caen los calzones
 6 8 |        la ilustre casa; y ahora, señores míos, con todo reposo voy
 7 10|         con interés. ~ ~Pues los señores de Requejo que eran dos
 8 12|          y aspecto. Francamente, señores, era aquel un ejército que
 9 14| intelectual. ~ ~Y a todas estas, señores míos, ni una palabra os
10 17|         Con una condesa!~ ~ - Sí señores, con una condesa que posee
11 17|         el potro. ¡Qué guapa es, señores! Sus ojos son dos luceros,
12 17|       hospital de Sevilla, y yo, señores, tuve que meterme en el
13 17|        torpe: me lo conozco, sí, señores. ¿Creerá Vd., Sr. de Santorcaz,
14 18|   aquello que pensaba. ~ ~ - Sí, señores, ¡vivan las Juntas! - exclamó
15 20|       más les abre el ojo a esos señores. Así estaban ellos de rabiosos,
16 27|           esta sí que era lucha, señores. Su campo estaba dentro
17 27|        un estúpido egoísta; pero señores, ¿y la carta, y aquel casamiento
18 30|            Qué alegría! Volemos, señores. ¡Cuando la señora condesa
19 31|           Pero si todos aquellos señores me querían mucho... - continuó
20 31|         sabe... vamos. Atención, señores. ~ ~ El del Barandal del
21 31|     canción impía y sanguinaria, señores, esa canción que acompañó
22 31|     Versalles... ¡La Marsellesa, señores, la Marsellesa! También
23 32|      patrias. ~ ~Basta con esto, señores, y no digo más. En vano