Capítulo

 1 1 |            que incorporándome como pude, grité: «¡Viva el Emperador!». ~ ~
 2 2 |         accesos de fiebre; pero no pude conseguir este objeto, y
 3 2 |          también tú, fue porque no pude, que bien lo intenté; te
 4 2 |        miserable ladrón; mas no le pude ver ni en todo aquel día
 5 2 |    afligido hortera, y oyéndole no pude menos de compadecerle por
 6 1 |            correspondiéndoles como pude, y de Juan de Dios, a quien
 7 6 |        hilaridad. Yo, a mi vez, no pude menos de hacer alguna observación
 8 9 |       acomodaba entre mi equipaje, pude de soslayo ver los sobres
 9 12| garabateado por los chicos, que no pude menos de salir a dar el
10 12|        Acercándome a aquella reja, pude fácilmente distinguir tras
11 13|          dos monjas. No sé cómo me pude mantener en pie. Una de
12 13|           escasa luz del locutorio pude leer la carta, que decía,
13 15|        salían tantas guitarras; no pude comprender de qué estaban
14 24|            indecisa mano. Entonces pude observar cómo se individualiza
15 24|           que se resume la fuerza; pude observar cómo aquella gran
16 27|            la atención en aquello. Pude notar que la caballería