Parte,  Capítulo

 1    I, 9 |     estaba tocado de pestilencia, habló de este modo:~ ~ - No me
 2    I, 10|    embargo, cuando por el tren le habló el ardiente joven del negocio
 3    I, 11|   afectuosos ojos a su hija, y le habló así:~ ~ - Por lo mucho que
 4    I, 22|  sepulcros blanqueados de que nos habló el Señor.~ ~ Gloria se acercó
 5    I, 22|      salud. Por un instante no se habló más que del proyectado viaje.~ ~ - ¡
 6    I, 23|        muy propia de su carácter, habló así:~ ~ - No aseguro yo
 7    I, 25|       dime cómo vino, cuándo, qué habló contigo.~ ~ - Hablamos poco.
 8    I, 25|          te dijo nada más? ¿No te habló...?~ ~ Gloria se detuvo,
 9    I, 25|               De qué?~ ~ - ¿No te habló de ninguna otra persona?...
10    I, 26|           sus alas y mató la luz, habló así:~ ~ - Hoy me dijo: «
11    I, 28|     aquella música callada de que habló el poeta, y que en tal sitio
12    I, 32|           comedor, y solemnemente habló así:~ ~ - Señores, señores...~ ~ - ¿
13    I, 33|            y arqueando las cejas, habló de este modo:~ ~ - Señores,
14    I, 38|           Entonces Su Ilustrísima habló así:~ ~ - Mientras el impío
15    2, 3 |          y el digno alcalde, este habló a su amigo de los últimos
16    2, 3 |          cosas municipales de que habló el insigne Amarillo, como
17    2, 11|   sutilezas, ni interpretaciones; habló de las leyes del honor.~ ~ -
18    2, 12|   conferencia que hemos descrito, habló con D. Silvestre antes de
19    2, 12|          de ella y de Dª Serafina habló de la estupenda noticia
20    2, 14|         se aposentaba en su casa, habló así:~ ~ - Yo, si usted me
21    2, 15|           Era Sildo.~ ~ Gloria no habló nada. Quiso luchar un instante
22    2, 17|          bebiéndose las lágrimas, habló así:~ ~ - Señora, tía de
23    2, 22|        cruz, y con los ojos bajos habló así:~ ~ - Lo que dije, dicho
24    2, 23|           y en largo trecho no se habló de otra cosa que de las
25    2, 25| grandísimo recogimiento, D. Ángel habló a su hermano de una manera
26    2, 28|      Ordenador de todas las cosas habló a mi alma. ¡Qué alborozo
27    2, 29|        decía nada. El primero que habló, turbadísimo, fue D. Juan
28    2, 30|          de D. Buenaventura no se habló nada absolutamente de religión,