Parte,  Capítulo

 1    I, 9 |       prendas todas que han sido armas poderosas de la causa de
 2    I, 9 |        empuñar las bien afiladas armas de su dialéctica en aquella
 3    I, 10|        tiempos exigían tomar las armas. No faltaron maliciosos
 4    I, 21|        quedan, pues, más que las armas y la política, y a mí no
 5    I, 21|          y a mí no me gustan las armas.~ ~ - Las armas de la palabra,
 6    I, 21|       gustan las armas.~ ~ - Las armas de la palabra, de la pluma,
 7    I, 32|           que tomemos las mismas armas que ellos usan contra nosotros.
 8    I, 33|          que emplear sus infames armas. ¡Oh! señores, si yo tuviera
 9    I, 33|        finura y el temple de las armas, ni el denuedo de los varoniles
10    2, 4 | comúnmente la Gobernadora de las armas, por haber sido esposa de
11    2, 4 |       esposa de uno que componía armas, o que las gobernaba, como
12    2, 4 |  repentina del gobernador de las armas la había dejado viuda; pero
13    2, 5 |       dijo la Gobernadora de las armas apartando sus ojos de las
14    2, 5 |    detuvo. La Gobernadora de las armas no se movía de su sitio,
15    2, 5 |     licor. La Gobernadora de las armas hizo ascos al anisete, pero
16    2, 5 |       dijo la Gobernadora de las armas - . Sí señoras, lo he visto.~ ~ - ¡
17    2, 6 |        Era la Gobernadora de las armas.~ ~ - Huyen de mí - pensó
18    2, 14|  tertulias la Gobernadora de las armas) de los Lantiguas, de la
19    2, 24|         de la Gobernadora de las armas, sudorosa y fatigada por
20    2, 24|     señora del Gobernador de las armas.~ ~ - ¡Ah! - dijo Esther