6. A distancia de cuarenta años, conviene verificar el camino
realizado. Ya en otras ocasiones he sugerido una especie de examen de
conciencia a propósito de la recepción del concilio Vaticano II
(cf. Tertio
millennio adveniente, 36). Ese examen no puede por menos de incluir
también la vida litúrgico-sacramental. "¿Se vive la
liturgia como "fuente y cumbre" de la vida eclesial, según las
enseñanzas de la Sacrosanctum
Concilium?" (ib.). El redescubrimiento del valor de la
palabra de Dios, que la reforma litúrgica ha realizado, ¿ha
encontrado un eco positivo en nuestras celebraciones? ¿Hasta qué
punto la liturgia ha entrado en la vida concreta de los fieles y marca el ritmo
de cada comunidad? ¿Se entiende como camino de santidad, fuerza interior
del dinamismo apostólico y del espíritu misionero eclesial?