7. La renovación conciliar de la liturgia tiene
como expresión más evidente la publicación de los libros
litúrgicos. Después de un primer período en el que se
llevó a cabo una inserción gradual de los textos renovados en las
celebraciones litúrgicas, es necesario profundizar en las riquezas y las
potencialidades que encierran. Esa profundización debe basarse en un
principio de plena fidelidad a la sagrada Escritura y a la
Tradición, interpretadas de forma autorizada en especial por el concilio
Vaticano II, cuyas enseñanzas han sido reafirmadas y desarrolladas por
el Magisterio sucesivo. Esa fidelidad obliga en primer lugar a los que, con el
oficio episcopal, tienen "la tarea de ofrecer a la divina Majestad el
culto cristiano y de regularlo según los mandamientos del Señor y
las leyes de la Iglesia" (Lumen
gentium, 26); en esa tarea debe comprometerse, al mismo tiempo, toda la
comunidad eclesial "según la diversidad de órdenes,
funciones y participación actual" (Sacrosanctum Concilium,
26).
Desde esta perspectiva, sigue siendo más necesario que nunca incrementar
la vida litúrgica en nuestras comunidades, a través de una adecuada
formación de los ministros y de todos los fieles, con vistas a la
participación plena, consciente y activa en las celebraciones
litúrgicas que recomendó el Concilio (cf. n. 14; Vicesimus
quintus, 15).