14. La pastoral litúrgica, a través de la
introducción en las diversas celebraciones, debe suscitar el gusto
por la oración. Ciertamente, ha de hacerlo teniendo en cuenta las
capacidades de los creyentes, en sus diferentes condiciones de edad y cultura;
pero tiene que hacerlo tratando de no contentarse con lo
"mínimo". La pedagogía de la Iglesia debe "ser
audaz". Es importante introducir a los fieles en la celebración de
la Liturgia de las Horas, que, "como oración pública
de la Iglesia, es fuente de piedad y alimento de la oración
personal" (Sacrosanctum Concilium, 90). No es una acción
individual o "privada, sino que pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia.
(...) Por tanto, cuando los fieles son convocados y se reúnen para la
Liturgia de las Horas, uniendo sus corazones y sus voces, visibilizan a la
Iglesia, que celebra el misterio de Cristo" (Institutio generalis
Liturgiae Horarum, 20. 22). Esta atención privilegiada a la
oración litúrgica no está en contraposición con la
oración personal; al contrario, la supone y exige (cf. Sacrosanctum
Concilium, 12), y se armoniza muy bien con otras formas de oración
comunitaria, sobre todo si han sido reconocidas y recomendadas por la autoridad
eclesial (cf. ib., 13).