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Bartolomé de las Casas
De las antiguas gentes del Perú

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Capítulo II

Donde se describen la ciudad del Cuzco, sus casas, palacios y templos, y manera de su edificio

Representar lo que se refiere por las personas que lo vieron, y está lo mismo en las susodichas historias, de la ciudad Real del Cuzco, que era cabeza de todos aquellos reinos del Perú, ni se puede por alguna vía encarecer y tampoco es fácil para ser creído; pero, puédese


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creer, porque todos lo afirman y testifican de vista; y las cosas que arriba se han referido de otras ciudades, edificios maravillosos y riquezas dellas y de otras muchas que dejamos de decir, y los tesoros que por ESTAS islas han venido de allá, que habemos visto, e IDO A CASTILLA, y lo que muchas personas, dignas de dalles crédito y fe, que poco después a aquellos reinos fueron, encarecen que vieron, y los rastros y vestigios de lo que poco antes era parecen; hace con mucha razón todo lo que se afirma, y más que se diga, creíble.


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El circuito desta Ciudad Real, cuenta una historia de las dichas que tenía de contorno una legua. Las casas eran todas de piedra pura, muy bien labradas, y con sus junturas, que no parecían sino toda una, sin tener mezcla ninguna; todas las piedras escuadradas, y si el escuadría no viene bien conforme a la piedra su compañera, echábanle de otra piedra un remiendo tan junto y tan polido, que de paño no pudiera ser mejor zurcido. Y para quel edificio fuese más fuerte, hacían en la una piedra de abajo un encaje de dos palmos de largo y uno de ancho y el hondo


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de un jeme, y en la de arriba su macho, que encajaba en aquella hembra; con lo cual, era y es la obra tan fuerte, que por millares de años durará perpetua. Las calles son grandes empedradas, pero bien angostas. Eran grandes y muchos y notables los aposentos y edificios que en esta ciudad había de muchas personas principales y templos; sobre todos eran maravillosos y ricos y de gran artificio los Aposentos y Palacios Reales. La cobertura dellos era de madera y de paja, o de terrados.

Pero, el templo del Sol a todos los ya


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dichos en artificio y primor y complimientos o aposentos y riquezas sobrepujaba. Eran las paredes de piedra muy bien labrada, y entre piedra y piedra, por mezcla, estaño y plata, cosa nunca vista ni jamás oída. Estaba todo enforrado de chapería de oro por de dentro, las paredes y el cielo y pavimento o suelo. Estas chapas o piezas de oro eran del tamaño y de la hechura de los espaldares de cuero que tienen las sillas de espaldas en que nos asentamos; de grueso tenían poco menos de un dedo; e yo vide hartas. Pesaba cada una con otra bien quinientos castellanos. Destas quitaron los primeros españoles, (que creo que fueron tres que envió Pizarro a traer este oro, luego que prendió al Rey Atabalipa) 25, septecientas, sin muchas otras piezas de otra manera que allí había. Desguarnecieron estas planchas de oro con unas barretas de cobre que debían de hallar por allí o los indios se las dieron.


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Era este templo muy grande, porque era la matriz de otros muchos pequeños por ser el templo del Sol, en los reyes principalmente eran devotos, y dellos era venerado y en todos sus reinos con la manificencia [munificencia?] real dotadas de grandes riquezas y tesoros. Los vasos, cántaros y tinajas y otras piezas de diversas formas, eran mirables y sin número. Eran también inumerables los oficiales de plata y oro que, principalmente para servicio deste templo y vasos dél y para las Casas Reales, había dedicados.

De otros templos desta ciudad sacaron aquellos tres españoles muchas y grandes piezas de oro y de plata, y dijeron que en todas las casas della hallaron tanto oro, que era cosa de maravilla. En una dellas hallaron una silla de oro, donde diz que hacían los sacrificios, en la cual se podían echar dos hombres, que pesó diez y nueve mill pesos de oro. En otra muy grande hallaron muchos cántaros de barro cubiertos de hoja de oro. Vieron asimismo una casa grande cuasi llena de plata, con cántaros y otras piezas, y vasos y tinajas grandes, de las cuales yo vide algunas, y en cada una dellas cabrían tres y cuatro arrobas de agua.

Los templos estaban de la parte de


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Oriente donde salía el Sol, y cuanto más les venía dando la sombra del Sol, tenían menos fino el oro.

Dijeron estos tres españoles que primero en esta ciudad entraron, que las Casas o Palacios Reales del Rey Cuzco eran maravillosamente y con gran primor hechos en cuadra, y que tenían de esquina [esquina] trecientos y cincuenta pasos.

La fortaleza desta ciudad, questaba en un cerro alto, era tan grande y tan fuerte y sobre tales cimientos y con sus cubos y defensas (y esta fue comenzada y no acabada por uno de los reyes de aquel reino), que afirman los que la vieron y hoy ven lo que de ella no se ha derrocado por los españoles, que si se acabara, fuera una de las señaladas fuerzas y edificios del mundo 26.






25.En otra parte he dicho (Tres relaciones de antigüedades peruanas, pág. 324) que no se sabe de cierto cuántos ni quiénes fueron los primeros españoles que entraron en el Cuzco. Francisco de Xerez sólo dice que fueron tres, sin nombrarlos. Pedro Pizarro, testigo presencial, como Xerez, que fueron dos: Pedro Bueno y Pedro Martín de Moguer. Antonio de Herrera. copiando a Cieza, escribe que fueron tres: Pedro Moguer, Zárate y Martín Bueno.



26.Siguen las descripciones del Valle de Yucay y fortaleza y palacios de Tambo [Ollantay Tampu] y ruinas de Tiaguanaco, todas según Cieza.






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