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Bartolomé de las Casas
De las antiguas gentes del Perú

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Capítulo XVI

De la gobernación de los Ingas, su origen, y sucesión hasta Pachacútec

Todo lo que dicho queda en estos dos capítulos precedentes, pertenece al primero y más antiguo estado y gobierno de Reyes que en aquellos reinos del Perú antiguamente hobo; de aquí adelante converná decirse lo que tocare al segundo que sucedió a aquél después de buenos quinientos o seiscientos años. En este segundo estado se cuenta todo el tiempo que reinaron los Reyes llamados Ingas, cuyo imperio y Señorío Real duró hasta que llegaron nuestros españoles cristianos. No he oído qué tiempo duraría este imperio ni cuantos años. Según nuestros religiosos expertos en la lengua de aquellas gentes han podido con diligencia


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inquirir y escudriñar las antigüedades de aquellos tiempos de los más viejos y más sabios a quien vino la noticia por relación de otros y por sus romances y cantares de mano en mano, porque carecían de historia escripta como todas las demás destas Indias, lo que más semejanza tiene de verdad, no curando de lo que algunos escriben, que, no teniendo ni sabiendo la lengua, hobieron lo que dijeron truncada y confusamente y a pedazos, y por consiguiente no se pudo sino en algo y mucho errar, es, sacado en limpio, lo que aquí parecerá 66.

Para dar noticia del origen de los Reyes Ingas, primero quiero referir una fábula que cuentan los indios, que parte puede contener de fábula y el fundamento pudo ser historia, como harto de esta mezcla hobo entre las gentes antiguas.

Junto con la ciudad del Cuzco, cuatro leguas, está un pueblo muy antiguo, llamado Pacaritango 67, donde hay ciertas cuevas antiguas, en las cuales dicen los indios que habitaban tres hermanos con otras tres hermanas suyas y mujeres; los


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cuales dicen que los crió allí Dios. Llamábase el mayor dellos Ayarudio, el segundo Ayarancha, el tercero Ayarmango 68; la mujer del primero Mamaragua, la del segundo Mamacora, la del tercero Mamaocllo. La conversación dellos con ellas no era como de marido y mujer, sino solo como de hermanos y hermanas. Salidos de las cuevas los tres hermanos con sus mujeres y hermanas, para poblar en el valle donde después fue la ciudad del Cuzco edificada y hoy está en el medio del camino, a las dos leguas está un cerro llamado Guaynacauri 69, donde los dos primeros hermanos con sus mujeres desaparecieron y nunca después se supo qué se hobiesen hecho; por lo cual tuvieron opinión, y dura hasta hoy que se subieron al Cielo. De la manera que los romanos tuvieron que de Rómulo fue lo mismo. Y hobo entrellos persona de grande autoridad que afirmó haberle visto él por sus ojos subir con juramento; y otras opiniones vanas tuvieron los gentiles desta manera, según que arriba queda escripto 70


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. Provino de allí, que aquellas gentes tuvieron en gran reverencia el dicho cerro, en el cual edificaron un solemnísimo templo, del cual hasta hoy duran los edificios.

El tercero hermano menor, llamado Ayarmango, con su mujer y hermana Mamacllo (sic), dicen que vino al Cuzco, que estaba ya poblado de alguna gente, y allí moró con ellos mansa y pacíficamente. Los del pueblo le cobraron mucho amor, por verle persona quieta y prudente. Edificó sus casas en el asiento donde, muerto él y pasando mucho tiempo, se constituyó aquel riquísimo y admirable templo del Cuzco, de que ya grande mención arriba hecimos 71. Pudo ser que aquellos le elijesen por Señor y de allí los yngas tener origen, y así fundarse la fábula sobre alguna parte de historia. Pero lo que parece a los religiosos que con diligencia tuvieron muchas pláticas de propósito sobre esto con viejos y diversas veces, y examinaron y coligeron lo que más verisímile y conforme a razón y a verdadera historia


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era, es esto: que debió de vivir algún señor o persona principal en el susodicho pueblo llamado Pacaritango, que tuvo los tres hijos y hijas, las cuales quizá no fueron hijas sino mujeres de los hijos, y muerto él y oyendo ellos la fama de la fertilidad y buena tierra del valle del Cuzco, que distaba de allí (como se dijo) cuatro leguas, se quisieron venir con sus mujeres, que por la simplicidad de aquel tiempo llamaban hermanas (como Abraham llamó hermana a Sarra, su mujer, y con sus familias a vivir a él; y en el camino, llegando al cerro dicho de Guaynacauri (sic), los dos hermanos mayores con sus mujeres o se murieron, o se apartaron (lo que es más verosímile según aquellos tiempos) a poblar en otra tierra o provincia; y con el poco tracto y comunicación que tenían entonces unos pueblos con otros, no se supo más dellos; de donde pudo salir la fábula y fición que se habían subido al Cielo.

Venido, pues, Ayarmango al Cuzco, rescibiéronlo con buena voluntad y diéronle lugar donde hiciese su casa y tierra para su heredad o heredades; después, viendo su buena y pacífica conversación y cordura, y que parecía ser hombre justo y de buena gobernación, acordaron de


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elegille por Rey y Señor de común y uniforme consentimiento. Tuvo en su mujer un hijo llamado Cinchiroca Inga, el cual sucedió al padre en la casa y señorío. Tuvo éste por mujer una Señora que llamaron Mamacoca, natural e hija de un Señor de un pueblo media legua del Cuzco. En esta hobo un hijo llamado Lluchiyupangi 72. Este fue tercero inga; el cual casó con otra Señora que tenía por nombre Mamacaguapata, hija de un Señor de un pueblo nombrado Omas, tres leguas del Cuzco. Este tuvo un hijo en su mujer, que dijeron Indimaythacápac, que fue el cuarto inga; el cual tomó por mujer una señora dicha Mamadiancha 73, hija de un Señor, de un Señor (sic) de un pueblo que se llamaba Sañe 74, una legua del Cuzco. Este Indimaythacápac era ya Señor de aquellos pueblos de donde eran las mujeres de su padre y agüelo y suya.


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Éste tuvo entre otros un hijo que nombró Capacyupangi (sic), el cual, muerto su padre, sucedió en el Señorío y casó con una Señora hija del Señor del pueblo Ayarmacha 75 cerca del Cuzco; llamábase la señora Indichigia; fue aqueste quinto inga. Hobo aqueste Capacyupangi un hijo en su mujer y que tuvo nombre Ingarocainga, que sucedió en el estado a su padre; casó con una Señora hija del Señor del pueblo Guayllaca, en el valle de Yucay, llamada Mamamicay; el cual fue sexto inga. Tuvo un hijo en ella que se llamó Yaguarguacacingayupangui, el cual sucediendo en el Señorío y siendo el séptimo inga y tomando por mujer una Señora llamada Mamachiguia, hija del señor del pueblo Ayarmacha cerca del Cuzco, tuvo en ella un hijo que nombró Viracochainga, que sucedió al padre en el Señorío; casó con una Señora llamada Miamaruntocaya 76, hija del Señor del pueblo de Antha en el valle de Jachijaguana 77 cuatro leguas del Cuzco. Éste fue señaladamente muy bien quisto de los suyos, y de quien sonaba la fama por los


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otros pueblos; de donde, un cierto Señor, llamado Pinagua, del pueblo de Mohina cinco leguas del Cuzco, por pura envidia movido, juntó consigo cuatro Señores otros comarcanos y vino a dalle guerra; la cual le dieron cerca del pueblo dicho Mohina cabe una laguna grande que allí había; el cual salió vencedor, subjetando al envidioso Pinagua y a los que trujo en su ayuda; de donde quedó por Señor de toda aquella provincia. Dicen los indios que los venció por haber sido provocado y acometido sin razón y justicia. Este fue octavo inga; tuvo hijo en su mujer que llamó Pachaqutiingayupangi 78, el cual fue Señor después dél. En cuyo tiempo ya el nombre de los ingas era muy afamado y estimado por muchas provincias y habíase multiplicado en mucha gente su Señorío, así por los muchos años que habían reinado, como porque, como tenían muchas mujeres, tenían muchos hijos, y así crecieron en gran número. Éste tuvo muchos hermanos, entre los cuales fueron tres dellos muy valerosos. Casó con una hija del Señor de un pueblo llamado Chuco, cerca del Cuzco, llamada


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Mamahanaguarqui. Fue muy gran Señor, creó cuasi todo lo que hoy llamamos Perú. Cresció su Señorío para ser tan grande, por esta manera:

Hay una provincia principal, treinta leguas del Cuzco, que se llama Andaguaylas, de la cual eran Señores dos hombres muy esforzados y de grande autoridad, hermanos; el uno se llamaba Guamanguaraca, y el otro Atcosguaraca 79. Estos, o con causa justa o con injusticia, tuvieron muchas guerras con otras gentes comarcanas, y ganáronles, subjectándolos, sus tierras y provincias y otras más desviadas de las suyas, y llegaron hasta la provincia que agora se llama de Condesuyo, cosa muy principal y de mucha gente y poblaciones, y pasaron más adelante a la de Collassuyo, más grande y de más gentes y poder. Finalmente, viéndose tan poderosos, no se contentaron con señorear todo lo que está dicho, pero pretendieron ampliar más su estado y subjectar y señorear los Ingas, Reyes y Señores del Cuzco.

Con este propósito salieron con mucha gente de guerra, camino del Cuzco, y venían subjectando todas las gentes que se


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hallaban en las provincias por donde pasaban. Llegados cerca del Cuzco, Viracochainga, padre deste Pachacutiingayupangi, era ya viejo, aunque todavía señoreaba y mandaba; pero viendo el gran poder que traían los dos hermanos, Señores de Andaguayas (sic) y cómo casi toda la tierra les obedecía, por no podelles resistir, hobo miedo y quísose absentar con su casa y gente a ciertas fortalezas que están en el valle de Xaquijaguana, el cual propósito dijo a sus hijos y mujeres y criados y a todo el pueblo; y así se retrujo con toda su casa, hijos y mujeres y los que del pueblo le quisieron seguir. Fuese a una fortaleza questá en el cabo del valle dicho, llamada Caquiaxacxaguana, muy fuerte.

El Pachacuti, hijo menor de aqueste Señor, que sería hasta de catorce o quince años, era de más esfuerzo y valeroso ánimo que los demás, y procuró de persuadir al padre y a la demás gente que no desmanparasen la ciudad, y que no tuviesen temor, porque el Sol le había aparecido una noche soñando y le había dicho, que no se fuese de la ciudad ni tuviese miedo a la gente que venía, porque le ayudaría para que los venciese a todos, y después lo haría muy gran Señor. Esto persuadió


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al pueblo, fuese verdad el sueño o lo fingiese, para animar al padre y a la gente. Finalmente, no pudo con su padre ni hermanos persuadirles a que esperasen, y así se fueron a la fortaleza dicha.

Con todo eso, dos tíos suyos, hermanos de su padre, llamados Apomayta y Vicaquiray, viendo el gran ánimo del muchacho, determinaron de quedarse con él con la más de la gente de la ciudad que quiso esperar, y puesta la gente toda en orden de guerra para se defender, y sus espías y corredores de campo, ya que los contrarios llegaron medio cuarto de legua del Cuzco, en un llano que se hace arriba de Carmenga, llamado Qujachilli, salió el mozo Pachacuti con sus tíos y la gente que con él había querido quedar, animándolos con gran esfuerzo y dándoles certidumbre de vencer y salir con la victoria, y afirmándoles quel Sol le había della dado palabra, y que no le había de mentir. Finalmente, llegado al llano con su gente, aunque mucha menos que la de los dos hermanos, y rompiendo por ellos con gran ímpetu, como leones, hízoles gran daño; y aunque de una parte y de la otra cayeron innumerables, porque duró mucho, la batalla, pero diose tan buena maña e industria el buen muchacho Pachaqutiingayupangi


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con sus tíos y con la fe que tuvo que el Sol le había de ayudar, que al cabo desbarató la muchedumbre de gentes que traían los dos hermanos, y a ellos y a sus capitanes prendió, y a otros muchos Señores y personas principales, y así quedó por él el campo.

Dicen los indios, que las piedras que había por aquel llano y comarca, se tornaron hombres por mandado del Sol, para que le ayudasen, por cumplir su palabra.

Habida tan señalada victoria, los Señores hermanos presos enviaron luego sus mensajeros a todos los capitanes y gentes que tenían repartidos en diversas guarniciones y partes, mandándoles que luego viniesen a hacer reverencia y subjectarse al Señor Pachaqutiingayupangi, porquél merecía reinar por el valor y esfuerzo de su persona, y dende adelante lo tuviesen todos por Señor. Los cuales vinieron luego, y tras ellos todos los Señores y principales de las tierras y Señoríos que los dichos dos hermanos tenían subjectos, corrieron a dalle gracias, porque los había libertado de la tiranía con que los capitanes de aquéllos y gentes de guerra los comenzaban a opremir, habiéndolos contra justicia subjectado por fuerza de armas, suplicándole que desde adelante


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los rescibiese por suyos y fuese su Señor, para que los defendiese y tuviese en paz. Lo mismo hicieron muchos de las provincias lejanas que eran infestados con guerras injustas de otros, oída y estendido por muchas regiones su gran valor y fama.

Sabida por Viracochainga la victoria de su hijo y bienandanza no esperada dél, al menos, no será menester con encarecimiento decir haber rescibido alegría inestimable. Diose luego priesa con sus mujeres y hijos y toda su casa [a] venirse a la ciudad del Cuzco, donde grandes fiestas y solemnes regocijos y con maravillosas cerimonias se celebraron. Visto por el viejo la prudencia y esfuerzo y valor de su hijo Pachaquti, y que con el Sol tenía tan familiar privanza, determinó de renunciarle el reino y estado quél poseía, con todas las provincias que se le habían venido a ofrecer al mochacho. El mozo aceptó la renunciación del padre y comenzó a gobernar los reinos con tanta prudencia, majestad, gravedad y auctoridad, como si fuera de sesenta años, y con tanto amor y acepción de todos los pueblos, que por ser tan alta y tan recta y tan felice y tan útil a todos los súbditos la gobernación que comenzó y tuvo, mereció


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que le pusiesen aqueste nombre Pachaquti, que quiere decir, «vuelta del mundo»; porque pareció a los pueblos, que por la reformación y nuevo lustre y utilidad que les había sucedido entrando él a gobernar a todos aquellos reinos y provincias, se había vuelto el mundo de una parte a otra, o que había renovádose el mundo, o aparecido otro nuevo mundo. Antes se llamaba Pachaquti Ingayupangi, que quiere decir «vuelta del mundo (sic)», y por esta hazaña tan señalada, que si fuera entre cristianos se tuviera por miraculosa, le añadieron un sobrenombre, Y este fue Pachaquti capac inga yupangi, que significa «el Rey que volvió y trastornó el mundo, digno es de ser amado y reverenciado» 80.

Voló esta fama por todo aquel mundo, por la cual, muchos Señores de partes muy lejanas, como a otro Salomón la Reina Saba, le vinieron a visitar y hacer reverencia, y darle salud con sus presentes y dones.

 




66.Hay a continuación un largo periodo tachado por el autor. No tiene importancia; es mera corrección de estilo.



67.Pararec o Pacaric-tampu.



68.Tengo por mala la ortografía de estos dos primeros nombres, que deben leerse como en casi todos los autores, Ayar-uchu y Ayar-auca o Ayar-sauca.



69.Huanacauri.



70.En capítulos de la Apologética que no nos interesan.



71.En los caps. 2 y 7.



72.Lloque o Lluqui Yupangui.



73.Mamatanca. -Advierto de una vez para todas, que la aproximada ortografía en castellano de los nombres propios de Ingas, Coyas, Auquis, Pallas, Ñustas, etc., es obra más delicada y difícil de lo que parece. En igual caso están los matrimonios de los Incas. Estos los admito sin comentarios y según los encuentro en la Apologética; aquellos los corrijo aproximadamente por ahora.



74.Sañu; y el Señor, Sutihuaman.



75.Ayarmaca.



76.Mamaruntucoya.



77.Xaquijaguana o Xaxahuaman.



78.Al margen de letra de Las Casas: «Este fue aquel Rey excelente de quien maravillas se dicen».



79.Astohuaraca.



80.Poco quichua alcanzaba nuestro Obispo!!






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