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Bartolomé de las Casas De las antiguas gentes del Perú IntraText CT - Texto |
De los Ingas sucesores de Pachacútec hasta Atauhuallpac
Muerto y sepultado el Rey Pachacuti e sus obsequias y honras principales acabadas, comenzó a reinar solo ya sin él su hijo y succesor Topainga con tanta prudencia, discreción y orden, que todo lo bueno que su padre había en sus reinos de buena y política gobernación entablado, lo sostuvo y llevó muy adelante. Ninguna cosa perdió de cuanto Señorío y cuán dilatado le dejó el Rey su padre; y algunas provincias que
se le habían rebelado por el descuido de gobernación del hermano Amaro, y otras que por la causa misma presumieron de hacer guerra a los súbditos y amigos suyos, los venció y redujo por fuerza de armas; y así extendió su señorío por las sierras hacia abajo de Quito y lo de Bogotá, que agora llaman el Nuevo Reino de Granada. Lo mismo hizo por la parte de arriba que a Chile va a parar.
Este Topainga puso gran orden en los que llamaban Mitimaes, que eran las colonias que pasaban de unas a otras partes, dando orden que las provincias que carecían de algún género de comida, por no tener tierra dispuesta y aparejada, pusiesen vecinos en la provincia donde aquello abundaba, para que allí lo labrasen y todos de todo lo que en todas partes había gozasen; y por esta ocasión y achaque, las gentes de unas provincias con las de las otras comunicasen, y así viviesen en paz.
Fortificó las guarniciones que para guarda de sus reinos su padre tenía en las fronteras, y puso de nuevo otras donde le pareció que debía ponerlas.
Puso también orden cerca de cosas, que concernían al peso y medida, y en las cuentas, y mandolo guardar por toda la tierra.
Mandó sacar acequias para regar los campos más de las que había, y romper y sembrar nuevas tierras.
Este Señor fue el primero que halló el secreto y mandó que se usase y gozase del provecho de la coca, yerba que se tuvo y hoy tiene en tan gran estima; y porque la tierra donde la coca se da es calidísima y por esta causa es muy enferma, entendiendo que los indios que allí fuesen a cultivar la coca de nuevo padecían peligro, tuvo una gran industria, como varón prudentísimo. Ésta fue, que ordenó y mandó que algunos vecinos naturales de tierras muy callentes y a la dicha tierra más propincuas, se fuesen allí a vivir y que della le diesen tributo, comutado (sic) lo que en otras cosas le daban donde antes vivían; y de creer es, que, por animallos a ello, algunas sueltas de tributos y por algún tiempo les haría. Y más hizo, que todos aquellos que por todo su reino se habían, por sus delictos, con muerte de justiciar, porque allí se fuesen a poblar, les otorgaba las vidas. ¿Qué mayor discreción y prudencia de gobernar en tal materia puede ser oída? Yo me acuerdo cuando en los principios se tuvieron en poco y en nada estas nuestras Indias, que de venir a ellas todos huían, los
Reyes Católicos mandaron despachar sus provisiones por todo el reino de Castilla, las cuales tengo yo hoy en este día, para que los corregidores y otras justicias, los malhechores dignos de muerte y de gravísimas penas a ella propincuas, no los matasen y diesen las tales penas, sino que los desterrasen para estas nuestras Indias.
No se hace hoy así en tiempo de nosotros cristianos en el sembrar y beneficiar la dicha coca, porque no hay pestilencia que más gente mate que la que muere en la cultura della; porque sin diferencia traen de cincuenta y setenta y más leguas los indios de tierras frigidísimas a la calidísima para que la cultiven. Gran vicio es este; tornó a decir: Erubesce Sydon, ait mare, como el profeta Isaías dice. Que los infieles que gobiernan tengan tanta industria y pongan tanto cuidado, por su interés temporal, en no exponer las vidas de los súbditos que gobiernan en peligro, y que nosotros, que de cristianos nos arreamos, no tengamos cuenta con ello! Ideo ipsi judices nostri erunt, dijo el Redemptor del mundo, Christo.
Este Topainga fue el décimo rey Inga, y casó con una hermana suya de padre y de madre, llamada Mania Ocllo 107; el cual
casamiento hizo por mandado de su padre Pachacuti, diciendo que no podía tomar más conveniente mujer para mejor conservar su estado y que las gentes le tuviesen más amor y devoción que siendo Señor por parte de sí mismo y por parte de su mujer.
En ella tuvo muchos hijos, pero tres fueron los principales. El mayor se llamó Piditopayupangi 108; el segundo, Guaynatopainga; el tercero, Guaynacapac. Y aunque los dos fueron los primeros hijos suyos de su hermana, empero pareciéndole que el tercero, Guaynacapac, mostraba más señales de virtud y cordura y autoridad, comenzolo a mirar y considerar y en su pecho señalallo para su sucesor; y al cabo no se engañó.
Fue valerosísimo varón este Guaynacapac, que quiere decir mancebo emperador, porque lo comenzó a ser y imperar desde bien muchacho; y algunas provincias que se habían comenzado a rebelar redujo, y otras fronteras que inquietaban las naciones sus vasallos Y devotos allanó. Éstas eran donde agora están fundadas León de Guánuco y la ciudad de los Chachapoyas, de las cuales trujo al Cuzco todos
los más principales Señores y de otras, porque, estando en su corte, tuviese todos aquellos estados seguros. Estos hacía tractar y servir como Señores, a cada uno según su mayoría y dignidad.
Este rey Guaynacapac fue undécimo rey de los Ingas, y en quien podemos decir que los reyes Ingas se acabaron, como arriba tocamos; porque siendo este ya viejo y estando en las provincias de Tomepapa 109, que son en términos de la de Quito, llegó Pizarro con los trece compañeros que dicen, cuando comenzó a descubrir aquellos reinos, como en otro lugar, placiendo a Dios, se dirá 110. Y esto supo luego Guaynacapac y envió a saber qué quería aquella gente nueva; y vueltos los mensajeros, dijéronle que venían a buscar oro; y dicen que les envió ciertas piezas dello; y cuando llegaron a la mar los que las traían, eran ya partidos los cristianos. Y con la muestra que de oro hallaron por aquella costa, se vino Francisco Pizarro a Castilla y pidió la gobernación
de la tierra y en este tiempo medio murió Guaynacapac y quedó su señorío dividido por su orden y mandado entre dos hijos suyos, el uno llamado Guascar y el otro Atapalipa. Al Guascar dejó al Cuzco con todo lo de arriba, y el Quito con todo lo de abajo y sus comarcas dejó al Atapalipa.
Muerto el padre Guaynacapac, hobo entre los hermanos grandes diferencias, no queriendo estar Guascar por la orden y determinación del padre, y enviando gente de guerra contra su hermano Atapalipa, venciolo y prendiolo; pero suelto de la prisión por industria de cierto indio, que le dio una barreta de cobre para soltarse, rehízose con su gente, y envía dos capitanes con cuarenta mill hombres delante contra el Guascar, Rey del Cuzco, y él va después dellos con otros tantos; y finalmente, lo prendieron los suyos y lo hizo matar; y así quedó por Rey e Señor de todos los reinos de su padre Guaynacapac, y los pueblos le obedecían todos. Yendo este camino Atapalipa con sus cuarenta mill hombres contra el hermano Guascar, llegó Francisco Pizarro vuelto de Castilla con la gobernación del Perú, y lo prendió y mató en una ciudad llamada Caxamalca. Y aquí se acabó el felice
y glorioso Estado Real de los Ingas. Reyes y Señores universales de los reinos tan largos de la tierra que llamamos el Perú; larga y lamentable y dolorosa historia y no menos miseranda de contar. Y lo dicho baste para que se tenga noticia de la orden, policía y gobierno de las repúblicas que tenían las gentes indianas del Perú.FIN