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Bartolomé de las Casas De las antiguas gentes del Perú IntraText CT - Texto |
Capítulo IV
De los oficiales de todos oficios, principalmente arquitectos, alarifes, tejedores, plateros y mineros
Y tratemos un poco en los reinos del Perú cuanto a este artículo de los oficiales. Ser grandes geómetras intellectuales, que llamamos arquitectos, que tractan la
obra y ordenan y mandan lo que se ha de hacer, y manuales, que son los que en la obra ponen las manos, creo que traer muchos testigos no será muy necesario, pues los grandes y ricos y sumptuosos edificios de pueblos, y casas, y templos y acequias de aguas, que arriba, destos reinos, habemos referido, son, no sólo primísimos, pero admirables y espantables; para edificación de los cuales, manifiesto es no sólo concurrir canteros o picapedreros, albañiles y asentadores de aquellas piedras, sacadores dellas en las canteras, traedores también dellas a las obras de muchas leguas, cortadores de madera, traedores della, carpinteros, labradores y asentadores della, caleros, hacedores de mezcla, pintores y de otros oficiales muchas diferencias. Todas estas obras, aunque eran muy perfectas, como se ha visto, empero, lo que excede toda industria e humano ingenio, es la maravilla de hacellas todas sin hierro y sin herramientas, mas de con unas piedras. Y porque hace poco al caso de lo que probar queremos referir particularizadamente todos los oficios que estas gentes tenían, sobra, según creo, sólo mostrar las obras y edificios hechos, de los cuales se puede tomar cierto y no dudoso argumento abundar en otros muchos
diversos oficios, que particularizallos sería mucho superfluo al presente; con los siguientes dos quiero a esta materia de edificios dar fin y concluilla brevemente.
El uno es las ropas de algodón y de lana que hacían y hoy hacen muy polidas, muy pintadas de diversas y finas colores. (Estas colores hacen de ciertas yerbas.) Muchas mantas de que hacen sus vestidos se han visto de muy fina lana y de diversidad de colores, blanco, negro, verde, azul, amarillo, bien matizadas y proporcionadas, y tan ricas, que parecen almaizares moriscos. Pero lo que más es de admiración, que hagan tapacería (sic); de la de Flandes, muy rica, y no como aquélla, que tiene revés y envés, que de una parte sola suele y puede servir, sino que la que hacen toda es a dos haces, tan bien hecha y hermosa la una como la otra, de la cual en Castilla vide algunos paños que pudieran ponerse y adornar con ellos los palacios del rey. Muchas obras destas hacen cada día, de lana y algodón, muy primas y muy delgadas y finas. Del pelo de unos animales que son del tamaño de liebres, hacen también muy buenas mantas para cubrirse y para la cama, porque son muy blandas, como
seda, y calientes, y por ende bien estimadas 33.
El otro oficio es el de los plateros. Destos hobo infinitos y hay hoy no pocos cuyo ingenio, industria y sotileza quererla encarecer parece, y lo es, cosa superflua y aun imposible. Debía bastar lo que arriba, puesto que poco, se ha dichos y las piezas y obras de oro y plata que se han llevado de aquellos reinos a Castilla, de las cuales testigos son infinitas gentes que las vieron descargar por muchas veces en la ciudad de Sevilla. Tantas ni tanta diversidad de piezas y de tal hechura invenciones dellas y otras tan primas de oro y plata y tan fácilmente y con tanta penuria de instrumentos, nunca jamás los vivos ni los muertos entre algunas naciones del mundo se vieron ni oyeron. Tinajas, cántaros, fuentes, jarros, platos, escudillas, aves, animales hombres, yerbas y todas las cosas posibles hacerse de plata y oro, y otras que no les sabemos el nombre sino llamalles piezas, y de todas en número infinitas, en aquellos reinos por los naturales vecinos dellos hechas
con los ojos de la cara se vieron, y con las manos se palparon, y por todos los sentidos (sino fue el del gusto, aunque no faltó el gusto del entendimiento) se cognoscieron.
Dos casas se dijo que tenía el Rey del Cuzco en cierto lugar cerca de allí, que eran todas de oro, y la paja con que estaban cubiertas era de oro. Éstas no se vieron, pero argumento dellas hobo, y fue, que con la riqueza que se trujo del Cuzco, preso Atabalipa, se trujeron pajas macizas con sus espiguetas, de la manera propria contrahecha que en el campo nacen, todas de oro. Piezas hobo de asiento, y creo que fue silla, que pesó ocho arrobas. Águilas de plata muy hermosamente, hechas, que cabía en su vientre dos cántaros de agua. Muchas ollas de oro y otras de plata, en cada una de las cuales se cociera una vaca despedazada. Ovejas del tamaño de las naturales de aquella tierra, con sus pastores que las guardaban, tan grandes como hombres, todo hecho de oro. Fuentes grandes con sus caños, corriendo agua en un lago hecho en las mismas fuentes, donde había muchas aves hechas de diversas maneras, y hombres sacando agua de la fuente, todo hecho de oro. Vajillas de todas piezas, y
fuentes y candeleros, llenos de follajes y labores. Admirables, hechos sin instrumentos, más de con dos pedazos de cobre y, con dos o tres piedras, sin otra cosa alguna de que se ayuden. La chaquira, que, son unas cuentecitas no mayores que cabezas de chequitos alfileres y horadadas, que es joya entre ellos muy preciada, y que hay en una sarta infinitas muy menudas que apenas se divisan o pueden ver es obra sobre todas las que hacen prima, sotilísima y muy extraña.
Labran piezas espantables, juntando plata con oro y oro y plata con barro sin soldadura, que no hay oficial de los nuestros que alcance y que no se espante cómo puedan cosas tan diversas juntarse; por manera que hacen una tinaja que el pie tiene hecho de barro y el medio della es de plata y lo alto es de oro; esto, tan prima y sotilmente asentado o pegado lo uno con lo otro, sin estar, como dije, soldado, que en sola la color se distinguen los diversos metales 34.
Otro primor tienen aquí grande: que como va llegándole la plata hacia el oro, va perdiendo la color y tomando la del oro, y como el oro se va llegando a la plata, va perdiendo su color y tomando la de la plata.
Hacen asimismo estampas y cordones de oro y muchas otras cosas de oro. Sin los vasos. Y destos oficiales hay muchos tan muchachos, que apenas saben bien hablar.
El sacar de las minas la plata no ha sido menos la manera ingeniosa que lo questá dellos relatado. En muchas partes de aquella tierra donde hay grandes mineros de plata, como es en el Cerro de Potosí 35, y no era posible por vía humana
con huego encendido y avivado con fuelles hacer correr el metal, por la fortaleza dél o por otro secreto natural, inventaron esta manera y arte para lo hacer contra toda su fortaleza o secreta fuerza natural, (conviene a saber): hicieron ciertas como macetas o vasos de barro llenos todos de agujeros, como suelen ser los albahaqueros en España, por donde, cuando los riegan, se distila el agua. Con estos se suben a los cerros más altos y hínchenlos de carbón, y encima del carbón ponen el metal; viene el viento Sur, o mareros o embates de día y de noche, cuando vienta, y entra por aquellos agujeros y a cabo de su rato corre por ellos el metal; después de lo cual, con unos fuelles chiquitos que ellos tienen, lo apuran y afinan y ponen con buena industria en perfección su plata. Y así, en las minas desta especie, sin el viento, plata ninguna se podrá sacar; y cuanto más el viento es mayor, mayor es la cantidad de la plata que se saca.
Cosa es de ver y de maravillar de noche como los cerros están llenos de infinitas luminarias por la lumbre que resulta y sale por los agujeros de aquellas hornillas, o más proprios albahaqueros, como cada uno tenga muchos y los indios que a este oficio vacan sean innumerables, y también muchos españoles.
En las otras minas de plata donde no es tan fuerte como aquesto el metal, su común, sacar dellos la plata, es haciendo un hornillo de barro, y poniendo en él su carbón y sobre él su metal, sóplanlo y enciéndenlo y avívanlo con un cañuto hueco de caña o de palo, hecho para aquel oficio; y este es su modo de sacar tan inmenso e inaudito peso y número como en aquellos reinos las gentes naturales dellos han sacado de plata. El oro de las minas por otra manera y arte, aunque con grandísimo trabajo, pero no con tantos achaques y dificultades y rodeos, se saca.
Y con esto damos conclusión a la segunda parte de la república por sí suficiente y bien ordenada, que, según Aristóteles, fue y es que haya en ella oficiales, etc., etc.
En la selecta y copiosa colección de antigüedades quiteñas del Museo de Bruselas, no he visto ningún vaso de esta especie.
En las americanas de nuestro Museo Arqueológico, existe alguno que otro con huecos o calados (por supuesto vacíos) que parecen denunciar la misma labor que los de Quinché, aunque su procedencia creo ha de ser de la costa Yunca del Perú.