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Bartolomé de las Casas De las antiguas gentes del Perú IntraText CT - Texto |
Capítulo VI
De la riqueza de los Señores y particulares. -Comercio y moneda
Los Reyes y gentes del Perú asaz ricos eran y suficientísimamente proveídos estaban de las cosas necesarias para las guerras que quisiesen mover contra otras gentes (como parece por el capítulo precedente), y pocos Reyes del mundo leemos que tal provisión para ellas ni tal orden hobiesen tenido; y si de oro y plata hablamos, pocos o ninguno de los Reyes, que se leen fueron tan ricos. Sobraba pues, la provisión que tan abundante y cierta y contina y prompta y perpetua tenían en aquellos depósitos, para que cuanta gente de guerra quisiesen los Reyes juntar fuese muy suficientemente proveída. Era mirable la industria, orden y providencia que los Reyes tenían puesta en que aquellas alhóndigas y depósitos estuviesen siempre llenos de todas las cosas necesarias, no sólo para la guerra, pero para otros bienes públicos. Estos depósitos estaban edíficados junto a los Caminos Reales, y a sus trechos y jornadas, convinientes en los despoblados y otros
en las ciudades. Cada provincia comarcana era obligada, por título de tributos para el Rey, a labrar o hacer labranzas y sementeras cuando el pan, ques el grano del maíz, y las otras cosas de mantenimiento de los frutos de la tierra, en ciertas tierras que estaban señaladas e se nombraban del Rey e Señor. Cogidos los frutos, encerrábanlos en aquellos depósitos, que eran unas casas muy grandes. Lo mismo se hacía de las carnes y pescados en cecinas; lo mismo de las mantas para vestidos y calzados; lo mismo de las armas y de todas las otras cosas que arriba se señalaron, porque todo esto tributaban. Y estas casas de depósitos y las cosas que en ellas se metían y guardaban, tenían título del Rey, como quien dijese las Atarazanas Reales.
Cuando estas provisiones no se gastaban, porque no había guerras o porque de las fiestas que los Reyes hacían (porque de aquellos depósitos para ellas gastaban) sobraban, y también porque no se dañasen, tenían ordenado y mandado que cada tres años se renovasen y tornasen a hinchir de todas las cosas que de antes llenas estaban. Y lo que para reyes gentiles y sin lumbre de fe, y aun para reyes católicos y buenos cristianos, es cosa de grande
ejemplo e imitable, que tenían tanto cuidado de los pobres, que cada vez que los depósitos se renovaban, todo lo que en estos había de lo viejo, se repartía por los pobres, comenzando de las viudas y huérfanos y otras personas necesitadas. Esta obra y providencia era digna de rey prudentísimo, piísimo y digno de reinar y gozar de sus reinos por muchos años.
Item de ganados había muchas personas riquísimas, que ni los ganaderos de Soria ni aun los Padres antiguos parece haber tenido tan grandes ayuntamientos Y hatos de ovejas, ni en tantas partes como aquéllos tenían.
Cuanto a los tratos, comercios y contrataciones, en los reinos del Perú tenían también sus comercios y lugares señalados para ellos, donde compraban y vendían, y la moneda, o en lugar de moneda, que usan, es cierta yerba, que llaman en su lengua Coca, que es como hoja de arrayan, la cual, trayéndola en la boca, no sienten hambre ni sed por todo el día. Yo la he visto traer continuamente (si quizá no es otra) 41 a la gente de la provincia de Cumaná y aquella
costa que dicen de Paria abajo, hacia donde se solían pescar las perlas; la cual les causaba «una grande fealdad, que teniendo los dientes de su naturaleza, muy blancos y muy buenos, se les hacía sobrellos una costra gruesa tan negra como si fuera de azabaja [azabache]. También se usa traer yerba en la boca en las provincias dentro en la tierra que van a Popayan, y así debe ser por toda aquella tierra y reinos o por mucha parte dello, puesto que no sabré decir si es toda una la Coca del Perú y las yerbas que por las otras provincias traen las naciones dellas en la boca. Si son diversas, deben tener la misma virtud, y el fin de traellas debe ser por conseguir el mismo fruto.