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Bartolomé de las Casas
De las antiguas gentes del Perú

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Capítulo IX

Sobre la riqueza y hacienda de los templos. –Ganados

Y en lo de las riquezas que procedían de los ganados pertenecientes a los templos, es tan inmensa la ventaja que a todas aquellas riquezas que de los ganados salían hacían los ganados que los templos de los reinos del Perú dedicados al Sol poseían, y también las muchas y grandes heredades y sementeras de vino y de todas las cosas de mantenimiento, para los sacrificios y sustentación de los sacerdotes y ministros de los templos, que duda ninguna tienen los que de los nuestros de aquello tuvieron alguna noticia y que no subiesen de más en numero de un millón o cuento de ovejas las que había consagradas al Sol en aquellos templos, cada una de las cuales tiene más valor en carne y en grandeza, en lana y su fineza, que cuatro de las nuestras; lo mismo era en las otras heredades y haciendas. Los hatos de éstas tenían sus dehesas muy grandes y muy complidas, que llamaban moyas, también dedicadas al Sol y como cosas sagradas y diputadas al culto divino, donde pascían; y los pastores,


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cuyo nombre era michi, que las guardaban, diligentísimos en la guarda y en la conservación dellas fidelísimos; y aunque anduviesen sin guarda, ninguno fuera osado a hurtar o hacer menos una ni ninguna, ni aun una verija de lana dellas, que no creyera ser luego hundido debajo de la tierra. Y esto era harto de maravillar, por la creencia, reverencia y devoción y fidelidad que al Sol, que por dios estimaban, tenían; lo cual es más de estimar que los milagros que dice Tito Livio que cerca de los ganados de la diosa Juno hacerse fingían. Que también los templos del Sol, no uno, sino muchos, y todos los de las provincias del Perú, al segundo de que habla Tito Livio edificado y dedicado a Júpiter en Antiochía, en magnificencia y riqueza hayan excedido, parece muy claro por las muchas, ricas, admirables y nuevas cosas que de aquellos templos en los capítulos 2 y 7 quedan referidas.

De aquel de Júpiter dice Tito Livio que tenía el zaquizamí labrado de oro y las paredes con hojas de oro cubiertas o cerradas, pero que hobiese oro en el pavimento o suelo no dice nada. De los templos del Perú sabemos de cierto ser verdad que no sólo el zaquizamí y las paredes


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estaban cubiertas y enforradas de oro, pero el suelo sobre que se andaba era de oro fino cubierto y aforrado. Y es aquí de notar, que las láminas de oro de que dice Titu Livio (sic) que estaban cubiertas las paredes de aquel templo de Júpiter, significan en latín comúnmente hojas delgadas como las hojas de Milán; pero las piezas de que estaban cubiertos aquellos templos del Perú, no eran hojas que pudiera pesar cada una, cuando más pesara, diez castellanos, sino eran planchas de tres palmos de largo y de un jeme bueno de ancho y de un dedo de grueso o de alto, de la hechura de los espaldares de nuestras sillas de espaldas, que cada una pesaba quinientos castellanos, como queda declarado.

Y qué comparación puede haber de la riqueza y magnificencia de aquel templo que así encarece Tito Livio y de todos los demás, que fueron, cuando muchos, tres o cuatro o cinco los que hallamos muy celebrados entre los idólatras y gentiles antiguos, al templo de gran majestad que había pasada la provincia de Pasto, hacia la de Quito, del cual agora se veen aún las señales de planchas de oro y plata en las paredes, donde parece haber estado todas chapadas y cubiertas de oro y plata 46


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; donde también hobo grandísima copia de vasijas de oro y de plata para los vinos y las otras cosas de los sacrificios y servicios del templo? Era cosa en el mundo nunca vista ni oída entre los antiguos gentiles, según el número, cantidad, diversidad, hechura y grandeza y riqueza dellas de que estaban todos los templos del Sol proveídos. De los cuales mucho número y admirables piezas en hechura y grandeza en ESTA Isla Española vimos; pero muchas más y de admiración dignas se vieron por todo el mundo (porque así lo diga) no una, sino muchas naos descargar, que iban cargadas dellas, en Sevilla.

Hicieron los templos destos nuestros indios a todos cuantos edificaron y tuvieron los idólatras antiguos señalada y extraña ventaja. Los templos de la provincia del Quito, lo mismo. El templo de la ciudad de Tacunga, adelante del Quito, donde allende las chapas o planchas de


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que las paredes eran cubiertas, estaba mucho número encajadas en ellas de ovejas y otras figuras de bulto, todas de oro fino. ¿Qué comparación puede haber deste templo al de los antiguos? Y el templo famosísimo y nunca otro tan rico jamás imaginado cuanto menos oído ni visto, que estaba en la ciudad de Thomebamba, las paredes del cual no sólo eran chapadas y cubiertas de oro y esculpidas en ellas muchas figuras, pero encajadas muchas ovejas y corderos y aves diversas y manojos de pajas, todo de fino oro; y en muchas partes del templo, mayormente en las portadas y en algunas piezas señaladas, número de esmeraldas y otras piedras de diversas especies preciosas, puestas y asentadas, y todo hecho y labrado por maravilloso artificio, allende de otras muchas piezas pintadas con donosos colores, que el oro las ilustraba y hermoseaba. Pues las tinajas y cántaros e infinitas otras vasijas de oro y de plata con otro mucho tesoro, ¿quién lo apreciará? ¿Pues qué comparación se puede hacer deste tal templo a cuantos en el universo mundo se alaban? Bien, será, pues, que los que fueren prudentes juntamente y de buena voluntad, concedan a este templo la ventaja, y a los que lo constituyeron juzguen no


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por de menos juicio y sotileza de ingenio que a las mas sotiles y prudentes naciones antiguas e idólatras pasadas; antes pueden colegir argumento desto y de muchísimas otras cosas de las ya dichas, para tener a estas gentes por más vivas, sotiles, prudentes y racionales.

Y aunque aqueste ya encarecido templo sobre para mostrar la ventaja que a todos los del mundo que los infieles tuvieron hace, considérese otro que a este y los demás sobrepujaba, que tuvo nombre Pachacama. Este fue de los más antiguos, y quizá el más que todos antiguo de todos aquellos reinos, y con quien mayor devoción y más universal, aun antes de la gobernación de los Reyes Inguas (sic) se tenía. Ya arriba queda dicho que solían concurrir a él las gentes de trescientas leguas en romería con sus votos y con sus dones, como al mayor y más estimado y único santuario donde creían recebir remisión de sus pecados y salud para sus ánimas. Éste, allende tener la hechura y edificios, oro y plata y vasos riquísimos y todo el ornato y atavío que el pasado y que los otros, tenía más debajo de sí, en algunos soterraños, grandísimos tesoros, por la infinidad de las joyas de oro y plata que de tantas tierras y de tantas gentes


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cada día se le ofrecían; y puesto que el pasado y otros muchos eran riquísimos, pero este a todos en riquezas excedía. De aquí fue originada la grande y extendida fama que por todos aquellos reinos de las riquezas ayuntadas en este templo, sobre todos los demás florecía; por lo cual principalmente Francisco Pizarro envió a su hermano Hernando Pizarro, luego que entraron en la tierra, más que a otra parte, para que cogiese las riquezas, que no habían sembrado ni sudado, que había (como ellos decían y escrebieron) en esta mezquita. Dícese, y así por algunos se ha escrito, que aunque Hernando Pizarro halló y sacó deste templo, y después dél otros, gran suma y peso de oro y plata; pero que cuando él llegó, ya estaba puesto en cobro por los sacerdotes y Señores la mayor cantidad de los tesoros, que se cree haber sido sin número. Algunos dicen que se alzaron más de cuatrocientas cargas.

Pues el templo de Vilcas, donde había la muy rica figura del Sol, y los Asientos Reales en una piedra de once pies de largo y siete de ancho, cubiertos de joyas riquísimas de oro y de piedras preciosas adornados, y cuarenta porteros que lo guardaban, y cuarenta mil personas por todos los que para el servicio del templo y de


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los Palacios Reales estaban deputados. Item el celebratísimo y real templo del Cuzco, Ciudad Real y cabeza de aquellos reinos y que tanto quisieron noblecer y adornar y enriquecer los Reyes Ingas, el cual fue fundado y ampliado en los Palacios Reales, como arriba queda dicho, y de donde tan extrañas riquezas e incomparables tesoros se sacaron, como vimos de lo cual principalmente se hinchó una casa o sala o cuadra que tenía veinte y cinco pies en largo y quince de ancho, y era tan alta que un hombre alto no llegaba a ella con un palmo, que fue lo que se ofreció el rey Atabalipa dar, cuando lo prendieron los españoles, porque lo soltasen, y de plata diez mil indios cargados y que se hiciese un cercado en medio de la plaza, y que lo hinchiría de tinajas y cántaros y otros diversos vasos de plata; y esto cumplió y mucho más de lo que había ofrecido; qué templo en todo el Orbe, aunque fuese soñado o de industria compuesto y fingido, se pudo comparar con este. Y no sólo aqueste tan estupendo y nunca suficientemente loable ni encarecible había solo en aquella ciudad del Cuzco y pero muchos otros menos principales, aunque de oro y de plata toldados y cubiertos, y de vasos grandes y chicos


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muy proveídos y muy ricos. Tampoco, y aun mucho menos, tuvo alguno de todos los del mundo cualidad ni cantidad ni riqueza para poderse comparar al templo del Tambo, en el valle de Yucay, cuatro o seis leguas de la ciudad del Cuzco, donde los Reyes, por su templanza y amenidad, lo más del tiempo conversaban; cuyo edificio fue construido de aquellas monstruosas y espantables piedras que en el capítulo 2 dimos relación 47, las cuales tenían por mezcla, a vueltas de cierto betún, oro derretido, de donde los españoles hobieron mucho oro antes que los indios hobiesen derrocado muchas partes de aquellos edificios.

Este fue muy rico templo y muy nombrado y afamado, y por las señales que en los muros y paredes y edificios y piedras dellos y otros vestigios y riquezas de oro, y plata que dél se hobo, y la fama que tenía, y tener los Reyes más afición a la morada y habitación de aquel valle, por ser tal la tierra y ser los Aposentos Reales allí sumptuosísimos y los Reyes al Sol devotísimos, se arguye haber sido este


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templo mucho más que los pasados o que los más dellos riquísimo y venerabilísimo; sino que los nuestros no curaron de mucho escudriñar estos secretos, como estuviesen tan ocupados en allegar el oro y plata que podían, viniese de donde viniese 48.






46.De este templo dice G. Fernández de Oviedo, hablando de la conquista de Quito por Belarcazar: «De allí pasaron a una cibdad que se dice Caiambe, e a otra que se dice Carangue, donde se halló una casa del Sol chapada de oro e plata en por de dentro e de fuera, aunque pequeña; pero a honor de San Bartolomé fue desollada presto» (t. IV, pág. 239 -Ed. Ac. De la Hist.)



47.La cual suprimimos allí, por corresponder exactamente a la que da Cieza de León en el cap. XCIV de la Primera parte de la Crónica del Perú.



48.¿Y el pobre Cieza de León a quien el señor Obispo escamotea la mayor parte de los datos en que funda sus insoportables superlativos?






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