Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
Bartolomé de las Casas
De las antiguas gentes del Perú

IntraText CT - Texto

Anterior - Siguiente

Pulse aquí para activar los vínculos a las concordancias

- 161 -


Capítulo XIX

De los grandes y maravillosos caminos que mandó construir Pachacútec, uno por la Sierra y otro por Los Llanos, y de los chasquis o postas

Otra provisión dignísima de ser admirada y engrandecida con inmortales alabanzas hizo este tan prudente Príncipe y, sin duda, en todo el mundo digno de ser por tal cognoscido y nombrado, que fue la de los dos caminos que hobo en aquellos sus reinos, los cuales parecieran cosa soñada, si los nuestros españoles no los vieran y todos, como por una boca, de loallos y encarecellos nunca acabaran; indicio manifestísimo también de la viveza y sotileza el excelente juicio de razón de todas aquellas gentes, que tales obras hayan por sus manos artificiado.

Mandó hacer dos caminos por donde se fuese a todos los reinos y tierra que señoreaba, que comenzaban desde cuasi la tierra de Pasto, arriba de la provincia de Quito, hasta las Chalcas 91, que al menos son ochocientas leguas, y a las provincias de Chile llegaba, que hay mill y tantas leguas


- 162 -


largas, según todos nuestros españoles afirman y claman.

El uno iba por la tierra y provincias de Los Llanos, cuya gente y moradores se llaman yungas, y el otro por las sierras y altos, que aunque ambos son admirables, pero este de la Sierra es estupendo y extraño. Religiosos prudentes y letrados dicen que estos caminos eran cosa admirable y divina, y discretos seglares afirman que ni romanos ni otras gentes algunas en los edificios destos caminos no les hicieron ventaja.

Las Sierras de aquella parte son altísimas y aspérrimas, por lo cual fue, para hacer el camino que por éstas y entre dos cordilleras va, necesario abrir y cortar sierras espantables y allanallas, y valles profundos hinchillos y levantallos.

Lo más angosto deste camino alto es tan ancho, que irán cuatro y seis de caballo corriendo por él a las parejas sin los unos a los otros estorbarse. Va tan llano, que aunque los que van por él a caballo y todos caminantes se veen ir por sierras tan altas y ásperas les parece caminar por los aires, pero la llanura y edificios y gracia o hermosura del camino les causa imaginar que caminan por muy llanos prados. Va tan derecho como si con nivel y


- 163 -


cuerda fuera trazado. Por las partes donde la sierra o cuesta no es posible desecharse, lleva unas escaleras de losas por las cuestas abajo, que en un jardín de un Reyno podría tal edificio en fortaleza y hermosura mejorarse. Por las laderas que pueden los pasos malos desecharse yendo el camino por ellas, es cosa maravillosa la fortaleza que lleva de cantería la pared y reparos y baluartes, que ni por nieves ni por aguas puede jamás derrumbarse. Por la parte de arriba vienen sus acequias empedradas, y traen sus desaguaderos tan ordenados, que cuando llegan al camino pasan por debajo dél cubiertas sin que resciba ningún daño.

Donde acaece haber ciénagas, está todo el camino en aquellos pasos maravillosamente empedrado.

En muchas partes deste camino tiene paredes de piedra, y en algunas, mayormente de la ciudad del Cuzco adelante hasta el Estrecho de Magallanes 92 y provincias de Chile, va señalado en el camino la legua y media legua; por manera que sin relox ni otra cuenta alguna sabe el caminante donde va y que tanto camino ha andado.


- 164 -


Pasaba por medio de la ciudad del Cuzco y por medio también de los Aposentos Reales que había, los más cercanos a seis leguas y los más lejos a doce. Y en medio destos había otros aposentos menores para parar de tres a tres, o de cuatro a cuatro leguas; porque esta era la jornada que caminaba el Rey Inga; y no quería caminar más, porque no se fatigase la gente de su servicio. Y en medio de aquellos había otros menores, llamados cama 93, como descansaderos, donde bebía él y mandaba que sus criados descansasen y bebiesen.

Tenía cada provincia cargo de los reparos deste camino según la parte que cabía y tocaba a sus términos, en lo cual se ponía suma diligencia.

El otro camino era el de los Llanos, no menos maravilloso, que el precedente de las sierras. Comenzaba desde Túmbez y duraba bien septecientas leguas. Estaban por todo él los aposentos, y templos, y depósitos y las casas de las monjas o beatas, que llamaban Mamaconas, que servían al Sol en sus Templos como en el camino de las sierras; y por haber más aparejo y por ser la tierra más fértil y de regadío había vergeles y casas de placer,


- 165 -


donde más se recreaba el Rey con sus mujeres, que podía haber en el de las sierras. Tenía de ancho buenos cuarenta pies; de una y de otra parte iba cercado de paredes por todos los valles por la mayor parte, y en especial, dos leguas antes de entrar en él y otras dos después de salido dél, iba todo empedrado, cosa digna de ver.

Todo este camino por ambos a dos lados iba cercado de arboledas fructíferas puestas todas a mano, lo uno para que hiciesen sombra a los caminantes, y lo otro para provisión de los pobres que no llevasen qué comer. Y señaladamente los árboles eran de unos garrobos cuya fruta es como nuestras arrobas, de que hacen cierta manera de pan con que se suelen mantener 94.

A ciertos trechos, por su orden, salían ciertos caños de agua para que no faltase tampoco el refrescarse y el beber. Salían por aquellos lugares hermosos chorros de fuentes frías, y donde salían callentes, había también baños comunes para que todos se aprovechasen, yentes y vinientes.


- 166 -


Por los lugares que había piedra, iba este camino por entre hiladas de piedra; donde había arenales que carecían de piedras ni había posibilidad de sembrar o poner arboledas ni paredes, iba el camino por entre pilares hechos de madera; por manera, que los que querían caminar por aquel camino tan luengo y de tantas leguas (porque, como dije, iba y se estendía ochocientas, y aún llegaba a más de mill), no tenía necesidad de preguntar por lo que estaba adelante ni tampoco miedo de perderlo. ¿Quién nunca tan luengos caminos ni tan maravillosos, tan proveídos y hechos con tan grande artificio vido en el mundo ni oyó decir? Cierto, según todos los nuestros que los vieron en su prosperidad y ser de la lindeza y artificio, grandeza, longura, anchura, orden y provisión, nunca cesan de contar maravillas.

No es de dejar de referir cerca destos caminos o del caminar por ellos, otra orden no menos digna de nación prudentísima: esta era, que de tal manera las provincias de las sierras con las de Los llanos estaban compuestas y proporcionadas, combinadas y hermanadas, que correspondía una de los Llanos a otra de las sierras, y una de las sierras a otra de


- 167 -


Los Llanos; por manera, que cuando el Rey Inga caminaba por el camino de la Sierra y llegaba a sus Aposentos Reales, se juntaban todos los Señores de aquella provincia a le servir e hacer reverencia; y allí también los de la provincia de Los Llanos que a aquella correspondía se hallaban. Y cuando iba camino por el de Los Llanos, hallábanse juntos los Señores de aquella provincia para le reverenciar y mostrar su obediencia, y descendían también los Señores de la provincia que a aquella correspondía de las sierras, y se hallaban juntos con los de Los llanos.

Esto tenía ordenado el prudentísimo Príncipe Pachacuti por tres respectos, según es pública voz y fama: el uno, porque, viniendo los unos a la provincia y casas de los otros, se tractasen, y tractándose y conversando juntos en presencia del Rey e Señor de todos. Naciese de allí amarse y hermanarse; lo segundo, porque, cuando caminase por el camino de las sierras, no le faltase de los pescados de la mar y de las fructas, y provisiones y regalos de Los Llanos, como fuesen más fértiles y hobiese más cosas deleitables que en las sierras, y cuando caminase por Los Llanos, fuese proveído su plato, y también su gente, de las cosas que había en la Sierra de que


- 168 -


carecían Los Llanos, lo tercero, porque visitando las provincias y pueblos del un camino, juntamente visitaba las gentes que vivían por el otro, sabiendo y pesquisando lo que en ellos pasaba, las necesidades que había, si acaecían delictos o pecados, si regían bien los que gobernaban, si se hacían a los que poco podían algunos agravios, si había memoria de algunas novedades.

Distaba el un camino del otro cuarenta leguas por lo ancho.

Eran grandes las fiestas y regocijos y alegrías que los Señores de las provincias y la gente dellas hacía cuando en ella entraba, como era de todos tan entrañablemente amado y porque nunca salía dellas sin que les hiciere mercedes, mayormente a los pobres, de quien tenía él muy especial cuidado.

Resta referir otra perfección de bien ordenada república no menos notable que cualquiera otra parte de señalada policía que toca a la materia destos caminos. Éstas eran las postas que tan ligeras este Rey e tan prestas en sus reinos, ordenadas y puestas tenía, que aunque no tenían caballos, ni camellos, ni otros animales que para ello sirviesen, la prudencia e industria del Príncipe halló otra mejor manera


- 169 -


dellas y más fácil que las nuestras y que mucho más corría. Mandó hacer en cada legua tres casillas o chozas junto al camino mill pasos la una de la otra; y allí estaban un mes dos indios, el cual pasado, venían otros dos estar otro. El uno velaba siempre de noche y de día, y el otro descansaba. Ponía estos dos indios el pueblo en cuyos términos estaban las chozas.

Cuando el Rey, quería enviar algún mandamiento a algún pueblo o provincia, o a los Señores o gobernadores, o ellos respondían a lo que les mandaba o querían dalle aviso de algunas cosas de importancia, decíanla a los indios de la primera posta. El uno dellos, oído lo que se mandaba y fijado bien en su memoria, corría los mil pasos cuanto correr podía con toda furia, y llegado cerca de la otra posta o choza, iba dando voces de manera que el otro que estaba para ello prestísimo, habiendo entendido el mensaje, antes questotro llegase, ya se había partido corriendo con la misma presteza y furia; y desta manera iban de mano en mano todos los otros; y acaecía cada día, que desde Quito al Cuzco, que son casi quinientas leguas, iban las nuevas de lo que se quería hacer saber en poco más de tres días, y algunas


- 170 -


veces en menos. Por manera que se corrían más de ciento y sesenta leguas entre día y noche, las cuales no anda una nao aun con bueno y fresco viento en tres días naturales; cosa harto difícil, a prima haz, de creer, pero todos la afirman, religiosos y seglares. Y si bien se considera que intervenían en este camino mill y quinientos hombres corriendo a todo correr, sin parar, día y noche, sucesivamente, puestos en paradas, y tan ligeros y sin impedimento ni embarazos de haldas largas, sino desnudos en cueros, o encima de sus carnes una mantilla de algodón muy delgada, cuando más, no parecerá imposible.

Aquí es, no deberse tener por maravilla que aqueste Rey Inga y sus sucesores, estando en Quito, comiesen cada día pescado fresco, llevado de la mar de Túmbez, que hay ciento y veinte leguas, y así, por grandeza de su estado tenían los Ingas comer manjares y fructas traídas de muy lejanas tierras.

Para que se diese crédito al mensaje o mensajero, llevaba un cierto palo en la mano, de un palmo o palmo y medio, con ciertas señales, como entre nosotros se usa, que se da crédito al que trae las armas o sello del Rey.

Llamábanse estos correos en su lengua


- 171 -


chanquis 95, que quiere decir «el que toma», porque tomaba el mensaje el uno del otro.



 




91.Los Charcas.



92.Le faltaba bastante para llegar al Estrecho. Terminaba en el Tucumán.



93.Samay.



94.Y una especie de gachas o poleadas, muy gustosas y alimenticias, llamadas Yupisin. El agarrobo de las Indias se dice en quichua propiamente Ttacco, y en yunca costeño Ong, y su fruto Puño.



95.Chasquis.






Anterior - Siguiente

Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL