|
1.- Las críticas a este monopolio
comenzaron rápidamente, fundadas principalmente en dos hechos. pérdida
económica para la Hacienda Real y perjuicio grave para los colonos por la
demora en la llegada de los negros y sus excesivos precios:
|
|
|
a.- El dinero perdido por la Corona hay que referirlo a los dos
ducados de cada licencia, el almojarifazgo (7,5% del valor de los 4000
esclavos), la pérdida de estos dos conceptos por los negros que se dejarían
de importar durante estos ocho años, el quinto del oro que estos posibles
negros pudiesen sacar y otros impuestos de menor cuantía. En la carta antes
mencionada de los oficiales reales de la Española, se exponen con
clarividencia estas pérdidas:
|
|
|
«por que desta merced
vuestra altesa recibe mucho deseruicio asy en lo que toca a sus rentas reales
como en la poblacion e remedio destas partes; hazemos saber a vuestra
magestad que los derechos del almoxarifazgo con los otros derechos que se pagarian
en la dicha casa de la contratacion que pertenece a vuestra alteza montan
veynte e ocho mil ducados, syn que por aver tomado el estanco de los dichos
negros para que no puedan pasar a estas partes en los dichos ocho años mas de
los dichos cuatro mill, vuestra alteza pierde de solos los derechos mas de
otros veynte e ocho mill ducados que se quieren de los esclavos que vinieren
a estas yslas syn noticia, muy mayor cantidad que se disminuye en el quinto
real del oro que los dichos esclavos sacaran en este tiempo, de mas que
principalmente la poblacion e remedio destas yslas recibe mucho
perjuicio...».
|
|
|
b.- El «mucho perjuicio» que se causó a los
colonos por la
carestía y encarecimiento de los negros fue, para Las Casas, el obstáculo
principal que impidió la liberación de los indios, objetivo principal de su
propuesta26. Dos años después de concedidas las licencias,
el problema seguía con todo vigor y el licenciado Figueroa, en una carta
dirigida al Monarca, le exponía la crítica situación de las islas:
|
|
|
«Los esclavos negros vienen
muy despacio, que desde el mes de agosto del año pasado no an venido ningunos
hasta agora que vinieron unos pocos; son muy deseados y vuestra magestad pierde
mucho en ello, que se huvieran podido venir por mas manos pagando sus
derechos; muchos vinieran en que vuestra magestad fuera seruido...»27.
|
|
|
En 1521, en una información que se hace sobre
la gestión de Rodrigo de Bastidas, conquistador y pacificador de Santa Marta,
los testigos señalaron que una de las causas por la que Bastidas no llevó a
cabo todo lo previsto en su capitulación, fue precisamente la merced hecha al
gobernador de Bresa. Un tal Diego Caballero
se expresaba así en el proceso:
|
|
|
«A la veynte e una
preguntasabe que S.M. hizo la dicha merced al dicho gobernador de Bresae que
a cabsa del dicho vedamiento e defendimiento todos e los mas mercaderes que
en esta isla tratan, e este testigo e los maestres e marineros e otras muchas
personas que nuevamemte venian a esta isla, han dexado de traer los dichos
esclavos, que los solian traer en cantidad; de que al dicho Rodrigo de
Bastidas ha venido mucho dapno e perdida, por no se poder traer los dichos
esclavos por mas de una persona. E que sabe asimismo que la persona que en
nombre del Gobernador trae los esclavos, no trae muchos, segun se habian de
traer...28».
|
|
|
Hacia finales del plazo concedido al monopolio,
tampoco se había cumplido con las previsiones, por lo que había que hablar de
fracaso. López de Mesa, en una carta dirigida al Emperador por cuyo contexto
hay que situarla entre 1525-1527, seguía pidiendo desde la Concepción, en la
Española, la llegada insistente de negros fiados para
|
|
|
«coger oro, e por no haber
gente se deja de coger en mucha cantidad...; que para esto su Magestad haga
merced a los que viven en la dicha ciudad e a ella vinieren a vivir, de
cuatrocientos negros para que se repartan en la dicha ciudad entre los
vecinos della, a cada uno según lo que justo fuere; e que estos tales negros
se tasen en lo que costaren a su Magestad, puestos en esta ciudad, e los fíe
por término de tres años, e que se dará seguridad para que se cobren sin se
perder cosa alguna, e que con esta merced vernán a ella a vivir muchas
personas...»29.
|
|
|
Desde muy pronto se percibió el fracaso
a que conducía la concesión a Gouvenot, y varias fueron las personas que se dirigieron
al Emperador suplicándole que se subsanase el error. La solución apuntada
consistía en pagarle los veinticinco mil ducados al gobernador a condición
que se retirara el monopolio, porque la Hacienda Real ganaría mucho más
dinero si se introducían los negros libremente. Las Casas fue uno
de ellos:
|
|
|
«Habló el clérigo al rey
afirmándole que Su Alteza debía de hacer merced al dicho gobernador de Bressa
de los 25.000 ducados de su cámara, porque les sería muy
más barato, según el daño y deservicio que había de rescibir en no asentar la
población destas islas, que por entonces se comenzaba, de lo cual
necesariamente habían de suceder otros muchos inconvenientes y daños; pero
como él tenía por entonces pocos dineros, y no se le podía por entonces dar
todo a entender, no aprovechó nada»30.
|
|
|
Desde Santo Domingo, los oficiales reales
citados proponían reducir a cuatro años el período de importación de los
cuatro mil esclavos:
|
|
|
«Suplico a vuestra magestad,
por lo que toca a su real seruicio e acrecentamiento de sus rentas reales,
mande que la dicha merced, que asy hiso, sea para efeto que el dicho
governador de biesa aya los dichos veynte e cinco mill ducados que por ella
le dieron, pues vuestra alteza fue dello seruido, y no para que sus rentas
sean dismynuidas en tan gran cantidad y los vecinos destas partes tan
agrauiados, lo qual vuestra alteza podra mandar remediar mandando, que las
personas que compraron la dicha merced al dicho governador, sean obligados a
pasar los dichos quatro mill esclavos en termino de los quatro años primeros,
y dende en adelante vuestra altesa de licencia general a todos los que
quisieren pasar a estas yslas los dichos esclavos lo puedan hazer, pues esta
mysma libertad tienen los otros reynos e señorios de vuestra magestad...»
|
|
|
Los veinticinco mil ducados que se devolverán
al gobernador de Bresa quedarán ampliamente cubiertos con los más de cuarenta
mil que se calculó que ingresaría la Hacienda real en los cuatro años siguientes
de libertad, además del interés que se seguiría a la población31.
Al año siguiente, volvían a insistir sobre el mismo tema, aunque presentían
que su insistencia no iba a valer de mucho:
|
|
|
«Repetimos lo que ya en otra
dejamos dicho, que es el gran daño que causa la merced hecha al gobernador de
Bresa, merced que importa mucho revocar por las razones que tantas veces
hemos espuesto e la necesidad de que se otorgue licencia general para traer
esclavos a estas islas...»32.
|
|
|
Antes que los oficiales reales, los Jerónimos
también habían escrito al monarca no para criticar directamente la concesión
monopolista, sino para poner remedio a una situación extrema que, como se ve
por otros testimonios, no fue solucionada por tal iniciativa:
|
|
|
«Su Magestad mande remediar
como a estas partes pasen esclavos negros e negras sin imposiciones, e hacer
otras muchas mercedes a los vezinos de las islas que quedan muy perdidos e destruidos
desta pestilencia; que le certificamos a Vuestra Magestad que si la dicha
pestilencia dura dos meses o mas, el año presente no se sacará oro ninguno en
dicha Isla Española, e si algunos indios pocos quedasen, han de ser para
guardar los ganados e sostener las haziendas, e Vuestra Alteza perdera en
esta Isla mas de 53.000 castellanos, e se acabara de
despoblar la tierra»33.
|
|
|
La especulación y la falta de control en el
destino final de las licencias fue la causa principal del fracaso de esta
primera concesión monopolista, que no cubrió los objetivos previstos. Pero
también hay que señalar otras circunstancias que, al menos al principio,
hicieron difícil cumplir el compromiso. Una muy particular fue la peste que
asoló Sevilla en 1519, impidiendo la concentración de los esclavos. En el
aludido proceso a Rodrigo de Bastidas, el testigo Francisco de Valladolid se
expresaba así:
|
|
|
«A la diez e nueve
preguntadixo que porqueste testigo se hallo en el dicho tiempo en la dicha
cibdad de Sevilla e vio que habia la dicha pestilencia e era publico que asi
mismo la habiae que vido dar en la dicha cibdad muchos pregones cerca dello;
e que no se dexaban entrar negros de Portugal ni cargallos. E que por cabsa
de lo susodicho, asi los dichos negros como otras muchas mercaderias se
dexaron de cargar en el dicho tiempo e cesaron los trabtos destas partes en
mucha cantidad, e que cree este testigo quel dicho almoxarifazgo recibiria
mucha perdida e dapno en la dicha renta34».
|
|
|
Pero la causa principal hay que achacarla al
encarecimiento del esclavo como consecuencia de dicha especulación y
descontrol. El licenciado Figueroa, encargado de reducir a los indios para
que vivieran en poblaciones propias, por carta fechada en Sevilla el 1 de
abril de 1519, aclaraba la realidad del mercado esclavista:
|
|
|
«Los que hubieron la merced
hecha al gobernador de Bresa, no quieren menos de doce ducados e medio por
cada uno o pasarlos ellos»35.
|
|
|
Estos doce ducados y medio era sólo el precio
de la licencia a la que, lógicamente, había que añadir el valor de la compra
del esclavo. Un precio excesivo para los pobres colonos que, además, pedían
esclavos fiados por algún tiempo.
|
|
2.- La promesa de no dar licencias de
importación, durante los ocho años, no fue cumplida por el Emperador. Un mes
después de firmado el acuerdo, una cédula, fechada en Zaragoza el 27 de
septiembre de 1518, permitía al marqués de Astorga pasar cuatrocientos
esclavos
|
|
«los ciento durante la
licencia dada a Lorenzo de Goverrod, gobernador de Bresa, y los 300 pasado el
término de esta licencia o merced».
|
|
Parece ser que este permiso también fue vendido
por el marqués a banqueros genoveses. Al año siguiente, en el asiento y
capitulación con el piloto Andrés Niño, sobre el descubrimiento que Gil
González había de hacer en la Mar del Sur, aparte de los negros que van en la
armada, se le dieron licencia para otros diez más. El
mencionado Figueroa, en
la carta aludida, dice expresamente:
|
|
«Otorgóseme también la
merced de que yo pudiese pasar algunos esclavos e no se ha hecho el
despacho».
|
|
En 1520, en la capitulación con el licenciado
Serrano, para ir a poblar la isla de Guadalupe, en el punto primero se le da
facultad para llevar negros. Al año siguiente, a D. Alonso Manso, Obispo de
San Juan e Inquisidor de las Indias, se le concedió el paso de veinte negros.
Por cédula del 15 de octubre de 1522, el tesorero de la Nueva España, Alonso
de Estrada, recibió facultad para introducir doce esclavos con obligación de
que no pueda venderlos36.
|
|
Todas estas licencias podían estar destinadas
a cubrir usos domésticos y no comerciales, con lo que se cumpliría el
espíritu del contrato con el de Bresa; pero tal interpretación es difícil en
el caso del marqués de Astorga. En el asiento con Bartolomé de Las Casas, se
hace clara mención del destino de los esclavos:
|
|
«11. Otrosique vos el dicho
Bartolomé de las Casas e los dichos cincuenta hombres podáis llevar e lleveis
destos nuestros reinos, cada uno de vos, otros tres esclavos negros para
vuestro servicio, la mitad dellos hombres e la mitad mujeres, e que despues
que estén hechos todos los tres pueblos e haya cantidad de gente de
cristianos en la dicha Tierra Firme, e pareciendo a vos el dicho Bartolomé de
Las Casas que conviene así, que podáis llevar vos e cada uno de los dichos
cincuenta hombres otros siete esclavos negros para su servicio, la mitad
hombres e la mitad mujeres, e para ello se vos den todas las cedulas de
licencia que sean menester; con tanto que esto se entienda sin perjuicio de
la merced e licencia que tenemos dada al gobernador de Bresa para pasar
cuatro mil esclavos a las Indias e Tierra Firme...»37.
|
|
También al bachiller Álvaro de Castro, deán
de la Iglesia de la Concepción en Cuba, se le señaló el destino que habían de
tener los negros concedidos en 1520:
|
|
«le aviamos dado licencia
para pasar a la dicha isla doscientos esclavos, los medios machos y las otras
henbras, para entender en el exercicio de sus grangerias...»38.
|
|
Sin embargo, los treinta negros permitidos a dos
mercaderes vizcaínos para introducirlos en la isla de Cubagua39,
y los doscientos que también este año se concedieron al portugués Juan
Pacheco para llevarlos a la Nueva España, tuvieron unos objetivos claramente
comerciales. Era el último año del asiento de Gouvenot.
|
|
3.- Terminado el período de concesión de este
monopolio, asistimos, en 1527, a concesiones de licencias
esporádicas40, y, sobre todo, a la insistencia con que
se siguen pidiendo africanos que, en definitiva, desembocará en la segunda
experiencia monopolista. Sin duda ninguna, la Relacion del bachiller Alonso
de Parada sobre alguna de las Yslas Antillas41 es el
documento más esclarecedor sobre la necesidad del traslado de negros para
posibilitar una colonización conveniente. Después de una somera descripción
de las tierras, gentes y producciones de la Española, Fernandina (Cuba) y
Santiago (Jamaica), dejando a un lado Puerto Rico, Parada concluye esta
primera parte diciendo:
|
|
«que quedan en tal estado, que
si brevemente Vuestra Magestad no lo manda remediar, las mas dellas se
despueblan e acabaran de perderse».
|
|
Y como remedio esencial, casi exclusivo,
|
|
«Primeramente. Debe Vuestra
Magestad mandar tomar contratacion con el Rey de Portogal, para quen las
dichas tres Yslas se metiesen fasta numero de quatro mill e quynientos o
cinco mill negros e negras; que se repartiesen en cada una Ysla el numero que
paresciese dellos, e se diese por via de repartymiento e de la manera que
abaxo se dira, a cada uno de los vezinos...»
|
|
«Item. Abianse de repartir
los dichos negros en las Yslas; a la Ysla Española se abian de dar dos mill e
doscientos o dos mill e quynientos negros.
|
|
A la Ysla Fernandina se abian
de mandar mill e quynientos o mill e seyscientos negros.
|
|
A la Ysla de Santiago se
abian de mandar de seyscientos a setecientos negros».
|
|
La meta última era, según Parada, el alejar el
despoblamiento inminente. En este aspecto se sitúa en la misma línea que,
diez años antes, habían sostenido los Jerónimos, Zuazo y Las Casas. La
esclavitud negra, pues, no será un fin en si misma ni se circunscribirá sólo
a un horizonte doméstico, como ocurrió en la Península ibérica, sino que será
un material necesario para explotar recursos y operar su transformación; es
decir, colonizar. Una vez más se vuelve a dar al negro si no el protagonismo
en la iniciativa, sí en el trabajo. Parada mismo lo reconoce al final de
su informe:
|
|
«E disce que si en lo
susodicho con brevedad Vuestra Magestad no manda proveer, que certyfica que
las dichas Yslas en poco tiempo se despoblaran las mas poblaciones dellas, e
se perderan las rrentas de Vuestra Magestad; e que no puede aber otro
congruente remedio para las acrecentar e sustentar la poblacion de las dichas
Yslas, si es quel dicho; e questo lo disze como persona celosa del servycio
de Vuestra Magestad e del bien e acrescentamiento daquellas partes, e que con
este celo se movio pryncipalmente a venir a fazer la dicha relacion, para que
las dichas Yslas se sustenten e no se acaben de perderque no remediandose
brevemente, que se perderan del todo; e demas de ser mucho daño e perderse
tales tierras, rredundara en que faltando estas, no se pueden pacyficar ni
poblar otras tierras que se an de proveer de las cosas nescesarias, e no se
acrescentara en ellas Nuestra Santa Fee Catholica e Dios Nuestro Señor e
Vuestra Magestad seran deservidos».
|
|
Aunque el nuevo asiento con los alemanes
lleva fecha del 12 de febrero de 1528, estuvo, sin embargo, rodeado de gran
discreción y hasta de un cierto secreto, pues meses más tarde se seguían
pidiendo negros desde América y se ignoraba el acuerdo alcanzado con los
germanos. Es más, cuando Gonzalo de Guzmán, oficial en Cuba, escribió una Relacion
al Rey y, entre otras cosas, le pedía el envío urgente de negros, en la
contestación que se le dio, tres días después de haber firmado el contrato
con los alemanes, se le respondió de forma lacónica sin precisarle lo que ya
se había concretado:
|
|
«9. En el llevar a esa isla
los negros para que tiene licencia, visto lo que escribís, yo he mandado que
se dé orden cómo alguna persona particular los lleve y los dé a los vecinos a
precios justos y se entiende en ello y se dará orden muy brevemente como
convenga a nuestro servicio y bien desa isla y vos avisaré de lo que se
hiciere...»42.
|
|
El 30 de marzo aún se ignoraba en las Indias
el asiento con los alemanes, y los oidores de Santo Domingo, Espinosa y
Zuazo, enviaron otro Memorial al Emperador proponiéndole remedios para
poblar aquellas tierras43. Se trataba de una relación en
la que se recogían varios puntos de los ya expuestos por Parada, aunque éstos
se refieren sólo a La Española. Esto nos induce a pensar en la existencia de
una corriente de opinión generalizada sobre la necesidad de introducir negros
y la forma de llevarla a cabo. En el punto primero se habla de dar licencia a
los pobladores para que puedan introducir «cien negros con sus mujeres» y,
más adelante, se pide la merced real de socorrer a la isla con «mil negros
bozales». Los negros deberían introducirse libres de derechos y entregarse
fiados, aunque hipotecados, a los colonos, que no podrían venderlos,
cambiarlos ni sacarlos de sus haciendas; circunstancias que ya habían sido
propuestas por Parada. Su ocupación sería «las minas
e granjerías de azúcar».
|
|
Los oidores proponen que sea el propio
Monarca el que gestione el asiento,
|
|
«Y en caso que Vuestra
Magestad no sea servido que estos negros se trayan por los oficiales de
Vuestra Magestad e de su Hacienda Real, para ver este provecho que dellos se
puede aver, que Vuestra Magestad haga merced a los vecinos desta cibdad de
Santo Domingo con los que la isla se juntaren con ellos, para que ellos
tengan maña como se trayan los dichos negros, e se den fiados a precios
justos a los dichos pueblos, segun e como mas convenga a servicio de Vuestra
Magestad e a la sustentacion de los dichos pueblos...»
|
|
Es decir, lo que los oidores quieren es que
de ninguna manera se deje este asunto en manos de particulares, cuyos
despropósitos ya se vieron confirmados diez años antes con el de Bresa. Las
proposiciones de Espinosa y Zuazo eran ya papel mojado, porque la concesión
estaba hecha, pero lo que nos interesa constatar es la opinión existente
contra la concesión de monopolios en este tráfico. La Corona, tal vez atraída
por un dinero fresco e inmediato, no hizo caso de la misma y actuó, en este
aspecto, en contra de los intereses coloniales.
|