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José Luis Cortés López
Carlos I y el comercio de esclavos

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Preliminares

El período 1492-1517 es una etapa restrictiva en la que las dudas y vacilaciones, sobre la conveniencia de importar negros, se mezclan con disposiciones totalmente favorables y otras absolutamente opuestas. Siguiendo un orden cronológico entre las opiniones contrapuestas, tenemos la del mismo Colón, que no se sentía entusiasmado con la idea de llevar negros y, en lo que estaba de su parte, hacía lo posible para que el indio fuera el esclavo que, no sólo contribuyera a colonizar América, sino que fuera también exportado a otros puntos,

 

«porque en Castilla y Portogal y Aragon y Italia y Cecilia y las islas de Portogal de Aragon y las Canarias gastan muchos esclavos, y creo que de Guinea ya novengan tantos y que viniesen, uno d'estos vale por tres, segun se vee...»2.

 

En este documento, el Almirante llegó a señalar que él mismo era testigo directo de cómo en Cabo Verde.

«por el mas roin demandavan ocho mill maravedis...»

Nuestros estudios particulares3 nos han demostrado la exageración de Colón en este punto; creemos que la idea que el Almirante tenía en su mente era la de traer los indios a Europa para venderlos, y, así, sustituir con ellos el mercado que, hasta entonces, se hacía con los negros y rentabilizar al máximo descubrimiento de América.

No tenemos constancia de que antes de 1501 se hayan pasado negros a América, pero es probable que alguno haya ido acompañando a su dueño. El primer documento oficial, en el que se admite el traslado de los africanos a las Indias, lo encontramos en las Instrucciones que se dieron, el 16 de septiembre de este mismo año, al Comendador Fray Nicolás de Ovando, cuando, al ser nombrado primer Gobernador de las nuevas tierras, se le indicó lo que abeys de facer en las islas e Tierra Firme del mar oceano...

 

«Item, por quanto Nos, con mucho cuidado abemos de procurar la conversion de los yndios a nuestra Sancta Fe Catholica, e, si alla fueren personas sospechosas en la fee a la dicha conversion, podrian dar algun ympedimento, non consentireis nin dareis logar que alla vayan moros nin xudios, nin erexes, nin reconcyliados, nin personas nuevamente convertidas a nuestra fe, salvo si fueren esclavos negros u otros esclavos que fayan nascido en poder de cristhianos, nuestros subditos e naturales...»4.

 

Esta insinuación debió surtir un efecto inmediato y, sin que nos sea posible saber la cantidad de africanos que pasaron ni su forma de introducción, nos encontramos poco después con una respuesta del Rey, a otra misiva de Ovando, en la que le obligaba a suspender el envío de africanos:

 

«En quanto a lo de los negros esclavos que dezis que no se envien alla, porque los que alla avia se han huydo, en esto Nos mandamos que se faga como lo dezis...»5.

 

El texto es lo suficientemente claro como para indicarnos que la primera remesa de negros que, según el espíritu de las Instrucciones, se envió como ayuda a la conversión de los indios, se saldó con la primera fuga y la aparición embrionaria del fenómeno del cimarronaje.

Pero a pesar de la huida, y una vez muerta la reina Isabel (26 de noviembre de 1504), Fernando el Católico tomó en sus manos los asuntos de las Indias y se dispuso, tras un Memorial enviado por Ovando con fecha del día 15 de septiembre de 1505, a autorizar el traslado de esclavos. Según Saco6, este mismo año el propio Rey dio orden de mandar diecisiete negros a la Española para el laboreo de las minas. Sería el primer contingente conocido, aunque no hemos podido encontrar la documentación que lo acredite. Sin embargo, se autorizó un envío superior, pues en cédula dirigida más tarde a los oficiales de la Casa de Contratación, respondiendo a sus peticiones, podemos leer lo siguiente:

 

«Ya sabeys que vos enbie a mandar que enviasedes a la dicha ysla española cierta cantidad de esclavos y plata labrada, y hasta agora no he sabido sy lo aveys fecho, por ende yo vos mando que sy no lo aveys enbiado lo enbieys lo mas brevemente que ser pueda o me escribays como no sea fecho...»7.

 

Y un año más tarde, tenemos la precisión del número y la intención del Rey de mantener a toda costa la entrada de esclavos:

 

«en lo de los esclavos y plata labrada, ya por otra mi carta avreys visto que vos enbie a mandar que enbiasedes cinquenta esclavos para lo de las minas aquellas; se enbien luego y demas dellos otros cinquenta para vender, porque my voluntad es que se enbien en nuestro nonbre fasta en numero de doszientos esclavos y que se vayan poco a poco y lo mas presto que ser pueda...»8.

 

El destino era la Española. Desde muy pronto el Rey trató de controlar el traslado esclavista, dando órdenes severas a la Casa de Contratación. En el número cuatro de las Hordenanzas sobre libertades e vedamientos que debe gozar la Casa de Contratacion de Sevilla en las cosas de las Indias se establece:

 

«Que nenguno pase a las Indias oro, nin plata, nin monedas, nin caballos, nin yeguas, nin esclavos, nin armas, nin guanines, so las penas de la prematica, e fabra la tercia parte el acusador9...».

 

Aunque en algún documento citado ya se deja constancia de la necesidad de un permiso de la Corona para trasladar negros, una cédula, fechada el 22 de julio de 1513, establecía que, para expedir esclavos al Nuevo Mundo, hacía falta una licencia, cuyo coste era de dos ducados por persona. Antes y después de esta disposición, el Rey había concedido una serie de permisos particulares cuyo número exacto es difícil de precisar10. Esta relativa afluencia se vio favorecida por una serie de medidas que se tomaron en pro de los indios y contra su reducción a servidumbre. Así, en el número dieciocho de las Hordenanzas sobre libertades..., citadas anteriormente, se mandaba.

 

«Que non puedan thomar a los canivales por esclavos los que fueren con licencia de sus Altezas...»

 

Cuando Carlos I llegó a la Corte española, la demanda de esclavos negros para la colonización de América era una necesidad que los colonos se apremiaban a exigir a la Corona, sobre todo una vez que se había prohibido reducir a los indios a esclavitud y los abusos de los españoles habían diezmado su número. El Cardenal Cisneros, el 23 de septiembre de 1516, había prohibido la expedición de negros por considerarlos

 

«como hombres sin honor y sin fe y, por lo tanto, capaces de traiciones y confusionescapaces de imponer a los españoles las mismas cadenas que ellos han llevado...»11.

 

 Esta prohibición suscitó un revuelo general entre los colonos. Los Jerónimos, haciéndose eco de la misma, enviaron al Cardenal un memorial, fechado en La Española en junio de 1517, en el que le pedían la anulación de su ordenanza.

 

«hay lo primero necesidad, como ya bien a la larga tenemos escrito, de que Vuestra Señoría Reverendísima mande dar licencia general a estas Islas, en especial a la de San Juan, para que puedan traer a ellas negros bozales, porque por esperiencia se ve el gran provecho de ellos así para ayudar a estos indios, si por caso hubiesen de quedar encomendados para ayuda de los castellanos, no habiendo de quedar así, como por el gran provecho que a Sus Altezas dellos vendrá»12.

 

En este texto encontramos de forma velada los dos motivos fundamentales que justificaban la introducción de negros: «ayudar a estos indios» y el «gran provecho que a Sus Altezas dellos vendrá». En este segundo punto aún no se habla directamente, como se hará poco después, de los beneficios inmediatos que la Corona obtendrá merced al cobro de las licencias, quintos y otros impuestos. Por ahora sólo se apunta al incremento de la Hacienda real, considerando la riqueza producida por la fuerza del trabajo de los negros. Estas mismas ideas las expone el cronista Herrera:

 

«y porque le habían informado al rey que los indios eran gente de poco espíritu y fuerza, le avisaba (a Colón) que había mandado a los oficiales de la Casa de Sevilla que enviasen 50 esclavos para trabajar en las minas...»

 

Más adelante vuelve sobre el mismo tema:

 

«porque fuese menor el trabajo de los indios, ordenó que se llevasen mil esclavos negros a la isla Fernandina en la forma que por la misma causa habían llevado, en aquella sazón, otros a Tierra Firme...»13.

 




2.  B. N., Mss. Res. 21. Fol. 397. Carta de Colón a los Reyes Católicos entre septiembre de 1498 y octubre de 1500.



3.  El precio medio de un negro en España era de 20 ducados para el período 1500-1515, o sea, 3 ducados más barato de lo que él supone que valía un esclavo "roin" en su lugar de origen. Naturalmente, el precio de Colón contrastaba con los mil e quinientos maravedis (4,5 ducados) que da para los indios. CORTÉS LÓPEZ, J. L. La esclavitud negra en la España peninsular del siglo XVI. Salamanca : 1989. Pág. 177.



4.  A.G.I. Indiferente General 418. Leg. 1. Fol. 39. Granada 16 de noviembre de 1501.



5.  Academia de la Historia. Colección de documentos inéditos (CODOIN) relativos al Descubrimiento, Conquista y Organización de las antiguas posesiones españolas de ultramar. Madrid : 1842-1895. V. V. (I). Doc. 10. Zaragoza 29 de marzo de 1503. Es probable que la mayoría de los africanos, que posteriormente se dieron a la fuga, llegaron al Nuevo Mundo como ayudantes de sus amos para algún menester concreto. En 1502, por ejemplo, tenemos el caso del mercader Juan de Córdoba que envió un esclavo a La Española, junto a otros agentes suyos, con el fin de colaborar con ellos en la venta de sus mercancías. Es muy probable que otros comerciantes consiguieran permisos análogos.



6.  SACO, J. A. Historia de la esclavitud desde los tiempos más remotos hasta nuestros días. París : 1875. V. I. Pág. 95.



7.  Academia de la Historia. CODOIN. V. V (I). Doc. 43. Valladolid 14 de noviembre de 1509. Al margen de los envíos oficiales, seguían llegando a América negros esclavos pertenecientes a personas particulares. En este mismo año tenemos constancia de que al sevillano Diego Álvarez se le permitió que enviara un negro de su propiedad para que vendiera géneros suyos.



8.  Ibidem. Doc. 47. Cédula a los oficiales de la Casa de Contratación. Madrid 14 de febrero de 1510.



9.  TORRES DE MENDOZA, L. Colección de documentos inéditos (CODOIN) de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía, sacados de los Archivos del Reino y muy especialmente del de Indias. Publicados en Madrid en cuadernos periódicos a partir de 1864 hasta 1900. V. XXXI. Pág. 323. No hay fecha, pero habrá que situarlo entre 1505 y 1508.



10.  Ibidem. Cap. 102.



11.  MORENO, L. Colección de documentos inéditos (CODOIN) para la historia de Hispanoamérica. Madrid : 1927. V. IV. Pág. 372.



12.  A.G.I. Patronato Real. Leg. 174. Fol. 4. La Española 22 de junio de 1517.



13.  HERRERA y TORDESILLAS, A. de. Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar Océano, escrita en cuatro décadas desde el año 1492 hasta el de 1531. Madrid : 1601-1620. Década I. Lib. VIII. Cap. 9 y Déc. IV. Lib. II. Cap. 5.






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