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Gustavo Adolfo Bécquer El Caudillo de las manos rojas IntraText CT - Texto |
- Entona un canto de amor, uno de aquellos himnos que al son de los címbalos alzan las virgenes cuando conducen a una joven esposa al pie de las aras.
- ¡Pulo!...
- Canta, no temas; yo dormiré tranquilo, arrullado por el eco de tu voz, el suspiro de la brisa y la música de las aguas.
Siannah canta. Su voz tiembla y su pecho se eleva acompasadamente, como una ola que se hincha coronada de espuma.
El combate ha terminado con el día, y el caudillo esta ya en presencia de su adorada.
LA VIRGEN. - Caudillo, reclina tu frente sobre mi seno, que quiero beber en ella el sudor y el polvo de la gloria.
EL CAUDILLO. - Virgen, apoya tus labios sobre los míos, que quiero beber en ellos la muerte en una copa de rubí.
LA VIRGEN. - ¡Alma de la creación! ¡Hijo de Bermach! ¡Genio de las setenta alas! ¡Amor, divino amor! Desciende en brazos del misterio de la noche a coronar con tu aureola a los que arden en tu llama.
EL CAUDILLO. - ¡Espíritu invisible! ¡Aliento del alma generosa! ¡Esperanza del guerrero! ¡Amor, ardiente amor! Abandona un instante el alcázar de los dioses para poner una guirnalda de rosa sobre la corona de laurel del caudillo.
LA VIRGEN. - Caudillo, reclina tu frente sobre mi seno, que quiero beber en ella el sudor y el polvo de la gloria.
EL CAUDILLO. - Virgen, apoya tus labios sobre los míos que quiero beber en ellos la muerte en una copa de rubí.
LA VIRGEN. - Tu aliento humea y abrasa como el aliento de un volcán. Tu mano que busca la mía, tiembla como la hoja en el árbol. La sangre se agolpa a mi corazón, rebosa en el y enciende mis mejillas. Un velo de sombras cae sobre mis párpados. Todo se borra y se confunde ante mis ojos, que no ven mas que el fuego que arde en los tuyos. Caudillo, ¿Que espíritu invisible llena el aire de melodiosos acordes y me estremecen a su contacto?
EL CAUDILLO. - Virgen, es el amor que pasa.