Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
Gustavo Adolfo Bécquer La cruz del Diablo IntraText - Concordancias (Hapax Legomena) |
Capítulo
1 II | apoderarse su jefe de las abandonadas armas del señor del Segre?~ 2 II | ocupa, fuerza le será el abandonarla o ahorcarse con ella.~Encantados 3 II | vista del nuevo prodigio, abandonaron tumultuosamente la habitación 4 II | desnuda de sus armas ni abate la visera de su casco después 5 I | bando de palomas que han abatido su vuelo para apagar su 6 II | como un apiñado enjambre de abejas. Especialmente en la puerta 7 II | víctimas; desprecia el oro, aborrece la hermosura y no le inquieta 8 II | noche, si caído del cielo o abortado de los profundos, el temido 9 II | pugnaban por desasirse de sus abrazos de muerte, se enroscaba 10 II | masas del pueblo, que se abrían con dificultad para dejarle 11 II | favorecidos por la confusión y abriéndose paso entre las llamas, dieron 12 II | apariencia de un santo, le abrió violentamente la visera. 13 II | de aquella guarida en un abrir y cerrar los ojos. Todos 14 I | disparatada de dos ideas tan absolutamente enemigas!... ¡Una cruz... 15 I | expliques este monstruoso absurdo.~Durante este corto dialogo, 16 Int| me importa bien poco.~Mi abuelo se lo narro a mi padre, ~ 17 II | fantasía con que el miedo abulta y completa sus creaciones 18 II | de disipación, libertad y abundancia, no vacilaron un instante 19 II | comerca, y de cada vez más aburridos y desesperados, no acertaban 20 II | vecinos en el hogar, se aburriese de vivir solo con su mal 21 I | en breves palabras lo que acababa de sucederme: monte nuevamente 22 II | postres de la frugal cena que acabábamos de consumir se nos había 23 II | Aquello era el cuento de nunca acabar.~En tan angustiosa situación, 24 II | en las últimas refriegas, acabaron de colmar la medida, preocupando 25 II | otros más poderosos, cuando acaeció lo que voy a referir a ustedes.~ 26 II | desiertas galerías, trabóse una acalorada disputa sobre cual de nosotros 27 I | pero en las que había un acento de verdad que me sobrecogió:~- ¡ 28 II | pero corrían mil fábulas acerca de aquel abandonado objeto, 29 II | sobre la brillante gola de acero, estaba vacío..., completamente 30 II | pie y desnudamos nuestros aceros, determinados a vender caras 31 II | termino, ni nadie se lo acertaba a explicar ni ellos mismos 32 II | aburridos y desesperados, no acertaban ya con la determinación 33 II | sus saludables consejos y acertadas predicciones.~Este venerable 34 II | el prosiguió así:~- Yo no acertare nunca a dar la razón; pero 35 II | recinto el metálico son de sus acicates de oro. Uno de los que componían 36 II | que artes se valieron los acometedores de esta empresa para llevarla 37 II | extraño crujir de armas acompañado de pisadas huecas y sonantes, 38 II | ha atado bien corto, les aconsejo que se emboscasen durante 39 II | por ultimo, se pusieron de acuerdo entre si, se encomendaron 40 I | sirve de dosel.~Yo había adelantado algunos minutos a mis compañeros 41 II | permanecer inmóviles al ver adelantarse con paso firme e igual un 42 II | peligro, que desde allí en adelante vivirían alegremente del 43 II | los condes de Urgel para administrarse por si mismos pronta y severa 44 II | y prolongado murmullo de admiración y de sorpresa se elevo de 45 II | malas cualidades ni el rey admitía en la corte, ni sus vecinos 46 II | varios labradores hubiesen afirmado que el capitán de aquella 47 II | cuidado a sus guardas, cuando, afortunadamente, llego la orden de sacar 48 II | señor; todos lo habían visto agitarse al soplo de la brisa del 49 I | siglos.~Un mundo de ideas se agolpo a mi imaginación en aquel 50 II | guardián no las hubiera hecho agruparse en su alrededor para escuchar 51 II | pensamiento entre la multitud que aguardaba impaciente el resultado 52 II | juntaron en capitulo, y todos aguardaban ansiosos la hora en que 53 II | que ciertamente no se hizo aguardar mucho, cuando tres o cuatro 54 II | justicia, del que debía aguardarse el completo esclarecimiento 55 II | Una noche, por ultimo, aguijoneado por la curiosidad y deseando 56 II | observarlas a través de un pequeño agujero producido en el muro. Arrojadas 57 II | apalear a sus servidores y ahorcar a sus súbditos.~En esta 58 II | le será el abandonarla o ahorcarse con ella.~Encantados los 59 II | cerniéndose, al aparecer, en los aires, se veían correr, cruzarse, 60 I | comenzaba a extender sus ligeras alas de vapor sobre las pintorescas 61 II | banda de malhechores se albergaba en los subterráneos del 62 II | de jaramago y musgo, se alcanzan a ver sobre su cumbre desde 63 II | prisiones, levante sus dobles aldabas y, no cuidando siquiera ( 64 II | nuestros reyes, y las villas y aldeas pertenecían en feudo a ciertos 65 II | ser elegido jefe. Cada uno alegó sus méritos: yo expuse mis 66 II | allí en adelante vivirían alegremente del producto de su valor 67 II | con una carcajada de feroz alegría a los gemidos, las imprecaciones 68 II | que poco a poco se fue alejando hasta perderse.~Cuando concluyo 69 I | sin cejar en su empeño de alejarme de aquel sitio, contesto 70 II | y tornar a aparecer para alejarse en distintas direcciones, 71 I | cúbrase usted la cabeza y aléjese más que de prisa de esta 72 II | a las calles con ruidosa algazara y corrió a reunirse a las 73 | algo 74 I | nuestros labios, parece que aligeran el pecho oprimido y semejantes 75 I | semejantes a las lagrimas, alivian el dolor, que también toma 76 | allá 77 II | de vasallos y de iguales, allegó cuanto dinero pudo, redimió 78 II | noche, como palpitan las almas de los condenados envueltas 79 II | colgadas de las ruinosas almenas. Los desiguales soplos de 80 II | otros los habitantes de los alrededores, no pasaban de cuentos, 81 II | iluminaba el sol del otro día la alta torre de Bellver, cuando 82 II | los ballesteros de su muy amado señor.~Así transcurrió el 83 I | herido mi imaginación una amalgama más disparatada de dos ideas 84 II | hermosura y no le inquieta la ambición. Entre nosotros, unos le 85 II | murmuraban entre si con ojeadas amenazadoras, ya los otros, con voces 86 II | los sordos murmullos y los amenazadores gritos comenzaban a poner 87 II | lamentaciones, gritos y amenazas.~Trabajo costó a los más 88 II | bastando apenas las severas amonestaciones del clero para que los muchachos 89 II | parecían escarparse de la ancha hoguera, de entre cuyos 90 II | torres; y a través de sus anchas brechas, chispeando al herirla 91 II | de encina que ardía en el ancho hogar; nuestras sombras, 92 II | lo hubiera hecho. Apenas anduve unos pasos, las luz de mi 93 I | las gradas de un colosal anfiteatro de granito, las empinadas 94 II | de nunca acabar.~En tan angustiosa situación, los vecinos se 95 II | muerte, se enroscaba en anillos como una culebra o se contraía 96 II | mayores proporciones. Y ya los animados diálogos, los sordos murmullos 97 II | llego a apoderarse de los ánimos en un grado tal, que al 98 II | todos prestaron el oído con ansiedad para no perder una sola 99 II | reo había de comparecer anta sus improvisados jueces.~ 100 | Ante 101 II | alto de la roca en que sus antepasados colgaron su nido de piedra.~ 102 II | Descubríos - repitió el mismo que anteriormente le dirigiera la palabra.~ 103 I | construcción, señala la antigua línea divisoria entre el 104 II | desgracia.~Al cabo logróse apaciguar el tumulto y comenzaron 105 II | feudos de Bellver.~Al fin se apaciguo el tumulto y decidióse volver 106 I | han abatido su vuelo para apagar su sed en las aguas de la 107 II | las luz de mi linterna se apago por si sola y mis dientes 108 II | mover guerra a sus vecinos, apalear a sus servidores y ahorcar 109 II | profundos, el temido señor apareció efectivamente y, como suele 110 II | callar bastaría a apurar la apariencia de un santo, le abrió violentamente 111 I | a la oración cuando nos apeamos en el más escondido y lóbrego 112 II | que los muchachos no la apedreen.~Dios ha cerrado sus oídos 113 II | y a sus mieses.~Entonces apelaron a la justicia del rey; pero 114 II | multitud hervía como un apiñado enjambre de abejas. Especialmente 115 II | levantaba poco a poco y aplicaba e oído a los intersticios 116 II | de la muerte; el fuego, aplicado con teas de resina al puente 117 I | la redonda base en que se apoya, de mármol, y la escalinata 118 II | sin temor a una sorpresa, apoyados en el grueso tronco de sus 119 II | uso de otras armas para aprehenderlo que de una maravillosa oración 120 II | maravillosa oración que les hizo aprender de memoria y con lo cual 121 II | pertinacia en callar bastaría a apurar la apariencia de un santo, 122 II | pesadilla.~Ya no colgaban de los arboles de sus sotos, en vez de 123 II | grueso tronco de encina que ardía en el ancho hogar; nuestras 124 II | juntos con una formidable armada a un país maravilloso para 125 II | estatura, completamente armado de la cabeza al pie y cubierto 126 II | desaparecían, los niños eran arrancados de las cunas, a pesar de 127 I | en el rostro, pugnaba por arrastrarme consigo y cubrir mi cabeza 128 II | mofa en los labios y sin arrepentirse de sus culpas. Varios de 129 II | pasar, ni los ancianos se arrodillan, bastando apenas las severas 130 II | hacían más distintas. Todos arrojamos a nuestro alrededor una 131 II | las ruinas, y los niños arrojan gritos de dolor, y los ancianos 132 II | Mi primer movimiento fue arrojarme al as puertas para cerrar 133 II | pálido u descompuesto se arrojo al suelo en presencia de 134 II | extravagante; otros, un noble arruinado, que por un resto de pudor 135 II | la vio suspendida de los arruinados muros de la fortaleza maldita.~ 136 II | bandidos del Segre.~De que artes se valieron los acometedores 137 II | caso al conde de Urgel y al arzobispo, los que no tardaron muchos 138 II | movimiento fue arrojarme al as puertas para cerrar el paso; 139 II | lo que de publica voz se aseguraba; esto es, que el diablo, 140 II | de memoria y con lo cual aseguraban las crónicas que San Bartolomé 141 II | de no ser la misma, se le asemejaba en un todo.~Cuanto queda 142 II | a su pie después que los asesinan, y cuando la tempestad se 143 II | dejaban títere con cabeza.~Los asesinatos se multiplicaban, las muchachas 144 II | caverna que le servía de asilo, y al cabo de ellos dispuso 145 II | cerrar el paso; pero al asir sus hojas sentí sobre mis 146 II | voz hueca y temerosa a los asombrados chicos: las madres asustaban 147 II | tierra ni brillaba un solo astro en el cielo, los señores 148 II | volvió a tomar cartas en el asunto.~Desde este momento las 149 II | asombrados chicos: las madres asustaban a los pequeñuelos incorregibles 150 II | de todos. Ni el fuego le ataja, ni los peligros le intimidan, 151 II | aunque no sin que nuevos y aterradores prodigios llenasen de pavor 152 II | mis crímenes, por último, atrajeron sobre mi cabeza la cólera 153 II | donde el prisionero debía atravesar para dirigirse al punto 154 II | en representación de la atribulada villa, hiciesen presente 155 II | suelo en presencia de los aturdido circunstantes, exclamando 156 II | general sorpresa se escapo del auditorio, que permaneció por un instante 157 II | en el nombre de nuestra autoridad.~La misma contestación.~- 158 II | Estos, que se encontraban autorizados por los condes de Urgel 159 II | la multitud ocupaba sus avenidas, se dirigieron a la cárcel 160 II | toque de oraciones nadie se aventuraba a salir de su casa, en la 161 II | lanza y una media docena de aventureros tan desalmados y perdidos 162 II | brisa, el graznido de las aves nocturnas y el rumor de 163 II | alrededor para escuchar con avidez.~- Perdonadme, señores - 164 II | se fraguaron, y que n voz baja se repetían unos a otros 165 II | misterioso, encendí un linterna, baje a las prisiones, levante 166 II | la cresta del peñasco que baña el Segre, del cual toma 167 II | confusiones.~El misterioso bandido penetro al fin en la sala 168 I | verdura, parecen a lo lejos un bando de palomas que han abatido 169 II | vigorosos sujetaban las barras del hirviente metal, que 170 I | son de hierro; la redonda base en que se apoya, de mármol, 171 II | ancianos se arrodillan, bastando apenas las severas amonestaciones 172 I | desesperado esta usted que, no bastándole la ayuda de Dios, recurre 173 II | su carácter, lo cual era bastante difícil después de haberse 174 II | cuya pertinacia en callar bastaría a apurar la apariencia de 175 II | montes y llanos, que era una bendición del cielo. Aquello era el 176 II | las oraciones y el agua bendita consiguieron, por último, 177 I | crestas de los Pirineos.~Los blancos caseríos que la rodean, 178 II | de sus antiguos moradores blanqueaban al rayo de la luna, y aún 179 II | el cercano día comenzó a blanquear las altas copas de los enebros, 180 II | castillo, excepto el eco de las blasfemias, que palpitaban perdidas 181 II | victoria, se repartían el botín y, ebrios con el vapor de 182 II | oír resonar bajo las latas bóvedas de aquel recinto el metálico 183 II | y a través de sus anchas brechas, chispeando al herirla la 184 I | cruz; yo les explique en breves palabras lo que acababa 185 II | un rumor en la tierra ni brillaba un solo astro en el cielo, 186 II | en parte caída sobre la brillante gola de acero, estaba vacío..., 187 II | resplandores más o menos brillantes; el vaso de saúco, ora vacío, 188 II | una banda de jóvenes de buen humos, despreocupados y 189 I | menos que sonreírme.~- ¿Se burla usted?...¿Cree acaso que 190 II | del rey; pero el señor se burlo de las cartas - leyes de 191 II | impávido entre las llamas, buscando nuevas víctimas; desprecia 192 I | me descubrí y comencé a buscar en el fondo de mi memoria 193 I | deteniendo mi escuálida cabalgadura, contemplaba en silencio 194 I | camaradas que habían sus cabalgaduras, se nos reunieron al pie 195 II | si una legión de diablos cabalgando sobre ellas, pugnasen por 196 II | años; la historia del Mal caballero, que sólo por este nombre 197 II | comenzaba a formarse la cabecera, cuando la diabólica y encendida 198 II | comenzaron a chocar y mis cabellos a erizarse. Turbando el 199 II | armas eran aquellas, no cabía duda alguna. Todos habían 200 II | armadura del temido jefe, cuyo cadáver, cubierto de sangre y de 201 II | reses desaparecidas y los cadáveres de algunos caminantes despeñados 202 II | una cruz. Los martillos caían resonando con un espantoso 203 II | si un día o una noche, si caído del cielo o abortado de 204 II | a par de la hiedra del calcinado pilar en que quedaron colgadas 205 II | desgarrados tapices y las calientes cenizas, confundido con 206 II | reo, cuya pertinacia en callar bastaría a apurar la apariencia 207 I | corto dialogo, nuestros camaradas que habían sus cabalgaduras, 208 II | montañas, emboscarse en los caminos, saquear los valles y descender 209 II | puertas de la prisión. La campana de la parroquia llamo a 210 I | nuevamente en mi rocín, y las campanas de la parroquia llamaban 211 II | los oscuros machones y las campanillas azules a mecerse colgadas 212 II | operación en tanto que la candente armadura perdía su forma 213 II | lleno, y no de agua como cangilón de noria había dado tres 214 II | difícil después de haberse cansado, como ya lo estaba, de mover 215 II | orgía, entonaban sacrílegos cantares en loor de su infernal patrono.~ 216 II | no temían al salir con su cántaro a la cabeza a tomar agua 217 II | señorío mediante una gruesa cantidad, y no conservando de propiedad 218 II | respetables se juntaron en capitulo, y todos aguardaban ansiosos 219 II | distracción propia de su carácter, lo cual era bastante difícil 220 II | aceros, determinados a vender caras las vidas; pero no pudimos 221 II | golpes, contesta con una carcajada de feroz alegría a los gemidos, 222 I | orín el metal, ha roto y carcomido la piedra de este monumento, 223 II | poniéndose sobre uno de los carcomidos fragmentos de las rotas 224 II | como suele decirse, en carne y hueso, en mitad de sus 225 I | los Pirineos.~Los blancos caseríos que la rodean, salpicados 226 II | concluyeron por ocupar casi todos los desfiladeros de 227 II | no permitían descubrir ni castigar. En esta creencia estuve 228 II | de su armadura, y ni le causan la muerte ni se retiran 229 II | tres días en el fondo de la caverna que le servía de asilo, 230 II | descomponiéndose en piezas, cayo al suelo con un ruido sordo 231 I | cruz del diablo!- repeti, cediendo a sus instancias, sin darme 232 I | muda.~El pobre hombre, sin cejar en su empeño de alejarme 233 II | de postres de la frugal cena que acabábamos de consumir 234 II | tapices y las calientes cenizas, confundido con los de sus 235 II | armadura, que acaso por centésima vez se encontraba en sus 236 | cerca 237 II | Todos perecieron.~Cuando el cercano día comenzó a blanquear 238 II | ruinas del castillo, ya cerniéndose, al aparecer, en los aires, 239 II | no la apedreen.~Dios ha cerrado sus oídos a cuantas plegarias 240 II | unían nuevos prosélitos, no cesaba en sus desastrosas empresas.~ 241 II | del fuego. Una tromba de chispas rojas, verdes y azules danzaban 242 II | través de sus anchas brechas, chispeando al herirla la luz, y colgada 243 II | rojas y azules se enroscaban chisporroteando a lo largo del grueso tronco 244 II | mis dientes comenzaron a chocar y mis cabellos a erizarse. 245 II | conciliábulos diabólicos que ciertamente no se hizo aguardar mucho, 246 | ciertos 247 II | flotar el negro penacho de su cimera en los combates que un tiempo 248 II | la vuelta en derredor del circulo que formábamos junto al 249 II | los condes soberanos, las clavó en el postigo de sus torres 250 II | severas amonestaciones del clero para que los muchachos no 251 II | por dos veces, se echo al coleto un ultimo trago de vino, 252 II | de una pesadilla.~Ya no colgaban de los arboles de sus sotos, 253 II | chispeando al herirla la luz, y colgada de uno de los negros pilares 254 II | armas del señor del Segre colgado del negro pilar de la sal 255 II | postigo de sus torres y colgó a los farautes de una encina.~ 256 I | situada a la falda de una colina, por detrás de la cual se 257 II | últimas refriegas, acabaron de colmar la medida, preocupando el 258 II | La indignación llego a su colmo, hasta el punto que uno 259 II | Ante ella, ni las jóvenes colocan en el mes de mayo ramilletes 260 I | elevarse, como las gradas de un colosal anfiteatro de granito, las 261 II | penacho de su cimera en los combates que un tiempo trabaran contra 262 I | a tierra, me descubrí y comencé a buscar en el fondo de 263 I | para evaporarse.~Ya había comenzado a murmurarla, cuando de 264 II | infelices habitantes de la comerca, y de cada vez más aburridos 265 II | requería.~Cuando la respetable comitiva llego al macizo arco que 266 II | sorpresa se elevo de entre las compactas masas del pueblo, que se 267 II | pasado el cual mandaron compadecer al delincuente a fin de 268 II | hora en que el reo había de comparecer anta sus improvisados jueces.~ 269 II | una pisadas sonoras, la compás de las cuales resonaba un 270 II | suele decirse, era breve y compendiosa.~- Cuélguese - les dijeron - 271 II | con que el miedo abulta y completa sus creaciones favoritas, 272 II | que debía aguardarse el completo esclarecimiento de la verdad, 273 II | acicates de oro. Uno de los que componían el tribunal, con voz lenta 274 I | palabras, que entonces no pude comprender, pero en las que había un 275 II | puente y al rastrillo, se comunico con la rapidez del relámpago 276 II | cuantas esperanzas se habían concebido, pues aun no iluminaba el 277 II | siguió luego un infernal concierto de lamentaciones, gritos 278 II | el resultado de aquellos conciliábulos diabólicos que ciertamente 279 II | voy a referir a ustedes.~Concluida esta breve introducción 280 II | a lo largo de la ribera, concluyeron por ocupar casi todos los 281 II | alejando hasta perderse.~Cuando concluyo el alcaide reino un silencio 282 I | línea divisoria entre el condado de Urgel y el mas importante 283 II | hiciesen presente el caso al conde de Urgel y al arzobispo, 284 II | palpitan las almas de los condenados envueltas en los pliegues 285 II | menos, el contenido de su confesión fue éste:~«- Yo – dijo - 286 II | en que no podía menos de confirmarme la inmovilidad en que se 287 II | disponer de cada uno de ellos conforme a su voluntad, según hoy 288 II | y las calientes cenizas, confundido con los de sus oscuros compañeros.~ 289 II | caída había creído percibir confusamente como una pisadas sonoras, 290 II | escaladores, favorecidos por la confusión y abriéndose paso entre 291 II | nuevas y más inexplicables confusiones.~El misterioso bandido penetro 292 II | intervalo de un mes, y los confusos aldeanos esperaban, ansiosos, 293 II | supersticiones y el miedo. Congregados una noche bajo sus ruinosas 294 II | que deberia tomarse para conlcuir de un todo con aquel orden 295 II | puerta de la cárcel, la conmoción popular tomaba de cada vez 296 II | intimidan, ni las lagrimas le conmueven. Nunca despliega sus labios; 297 II | como ustedes no ignoraran, conoce al diablo muy de cerca y 298 II | sólo por este nombre se le conocía, comenzaba a pertenecer 299 II | poder de sus perseguidores. Conocida la fórmula, y mediante la 300 II | donde sus malas mañas no conociesen, se ignora; pero la verdad 301 II | un país maravilloso para conquistar e sepulcro de Nuestro Señor 302 II | una gruesa cantidad, y no conservando de propiedad suya más que 303 | consigo 304 II | oraciones y el agua bendita consiguieron, por último, vencer al espíritu 305 II | verosimilitud, comenzaron a tomar consistencia y a hacerse de día en día 306 II | zigzag como un relámpago.~El constante trabajo, la fe, las oraciones 307 II | de pavor al ánimo de los consternados habitantes de Bellver.~En 308 I | aun remotos vestigios de construcción, señala la antigua línea 309 II | frugal cena que acabábamos de consumir se nos había prometido, 310 II | grupos en la plaza mayor, se contaban unos a otros, con aire de 311 II | a la guerra, ya no podía contar con más recursos que su 312 I | mi escuálida cabalgadura, contemplaba en silencio aquella cruz, 313 II | costó a los más pacíficos el contener al pueblo que, con la novedad, 314 II | incrédulos. Poco más o menos, el contenido de su confesión fue éste:~«- 315 II | del caso es que, con gran contentamiento de grandes y chicos, de 316 II | perecen a nuestros golpes, contesta con una carcajada de feroz 317 I | alejarme de aquel sitio, contesto a ella con estas palabras, 318 II | el temible jefe, a quien continuamente se unían nuevos prosélitos, 319 II | anillos como una culebra o se contraía en zigzag como un relámpago.~ 320 II | la curiosidad y deseando convencerme por mi mismo de que aquel 321 II | falta quien se encuentra convencido de que es el mismo diablo 322 II | tal vez altas razones de conveniencia publica no permitían descubrir 323 II | infernal y la armadura se convirtió en una cruz.~Esa cruz es 324 II | retorcía de nuevo como una convulsión espantosa y, rodeándose 325 II | algunos segundos, como para coordinar sus recuerdos, y prosiguió 326 II | comenzó a blanquear las altas copas de los enebros, humeaban 327 II | decirse suele, de tripas corazón.~Si de aquí no hubiera pasado 328 I | suben enredándose hasta coronarlo, mientras una vieja y corpulenta 329 II | cárcel por las armas, en corporación y con toda la solemnidad 330 I | coronarlo, mientras una vieja y corpulenta encina la sirve de dosel.~ 331 II | en los aires, se veían correr, cruzarse, esconderse y 332 II | principio nuestras nocturnas correrías. En ellas, nuestro misterioso 333 II | Nadie osaba tocarle; pero corrían mil fábulas acerca de aquel 334 II | calles con ruidosa algazara y corrió a reunirse a las puertas 335 II | ni el rey admitía en la corte, ni sus vecinos en el hogar, 336 II | todo con aquel orden de cosas, cada dia más insoportable 337 II | gritos y amenazas.~Trabajo costó a los más pacíficos el contener 338 II | Bartolomé, un santo hombre, de costumbres piadosas y ejemplares, a 339 II | enrojece su espaldar y su cota, y aun prosigue impávido 340 II | miedo abulta y completa sus creaciones favoritas, nada tiene en 341 Int| Introducción~Que lo creas o no, ~me importa bien poco.~ 342 I | entre cuyas hendiduras crecen algunas plantas trepadoras 343 II | volvió, y si pobre y sin crédito se encontraba antes de partir 344 I | sonreírme.~- ¿Se burla usted?...¿Cree acaso que esa es una cruz 345 II | Entre nosotros, unos le creen un extravagante; otros, 346 I | en silencio. Francamente, creí que estaba loco; pero el 347 II | saberse. Al menos, así se creía. Los sucesos dirán cómo 348 II | después de mi caída había creído percibir confusamente como 349 II | por muchos siglos sobre la cresta del peñasco que baña el 350 I | las empinadas y nebulosas crestas de los Pirineos.~Los blancos 351 II | locas prodigalidades y mis crímenes, por último, atrajeron sobre 352 II | feliz.~Sabiendo que los cristianos de otras poderosas naciones 353 II | este señor, a quien por su crueldad detestaban sus vasallos, 354 II | encendidas lenguas y se retorcía crujiendo como si una legión de diablos 355 II | repente oímos un extraño crujir de armas acompañado de pisadas 356 II | aires, se veían correr, cruzarse, esconderse y tornar a aparecer 357 II | vasallos, y por sus malas cualidades ni el rey admitía en la 358 | cuantos 359 II | hombros una mano formidable cubierta con un guantelete, que, 360 II | algunas informes ruinas que, cubiertas de jaramago y musgo, se 361 I | tenga en el mundo, señorito, cúbrase usted la cabeza y aléjese 362 I | por arrastrarme consigo y cubrir mi cabeza con el fieltro 363 II | era breve y compendiosa.~- Cuélguese - les dijeron - la armadura 364 I | sus instancias, sin darme cuenta a mi mismo del involuntario 365 II | súbditos.~En esta ocasión, cuentan las crónicas que se le ocurrió, 366 II | espantosa y, rodeándose al cuerpo de los desgraciados que 367 II | subiendo las retorcidas cuestas del peñón del Segre, ya 368 II | puñales para dirimir la cuestión, cuando de repente oímos 369 II | gritos comenzaban a poner en cuidado a sus guardas, cuando, afortunadamente, 370 II | sus dobles aldabas y, no cuidando siquiera (tanta era mi fe 371 II | enroscaba en anillos como una culebra o se contraía en zigzag 372 II | alcanzan a ver sobre su cumbre desde el camino que conduce 373 I | que le preste ayuda, las cumbres de los montes vecinos se 374 II | niños eran arrancados de las cunas, a pesar de los lamentos 375 II | vocería, que ya a nadie cupo duda sobre lo que de publica 376 II | ultimo, aguijoneado por la curiosidad y deseando convencerme por 377 II | grandes voces la muerte del curioso autor de su nueva desgracia.~ 378 I | cuyos pies tuercen estas su curso, y sobre cuya cima se notan 379 I | del río y siguiendo sus curvas y frondosas márgenes, se 380 II | y azules danzaban en la cúspide de sus encendidas lenguas 381 I | de este monumento, entre cuyas hendiduras crecen algunas 382 II | llego al macizo arco que daba entrada al edificio, un 383 II | cangilón de noria había dado tres veces la vuelta en 384 II | chispas rojas, verdes y azules danzaban en la cúspide de sus encendidas 385 II | Yo no acertare nunca a dar la razón; pero es le caso 386 I | cediendo a sus instancias, sin darme cuenta a mi mismo del involuntario 387 II | con la determinación que deberia tomarse para conlcuir de 388 II | consejos decidiera lo que debí hacerse con ella.~El santo 389 II | especie, el diablo, sin duda, debió sugerirme la idea de reunir 390 II | Perdonadme, señores - decía el pobre alcaide - , perdonadme 391 II | ilumino con sus consejos decidiera lo que debí hacerse con 392 II | se apaciguo el tumulto y decidióse volver a un calabozo la 393 II | que yo pintarlo, solo con decirles que tornaba reclamando sus 394 II | explicar ni ellos mismos podían decirlo; pero el hecho era que, 395 II | sazón, en una pequeña ermita dedicada a San Bartolomé, un santo 396 II | desunidas armas veían dos dedos de luz se encajaban y, pian 397 II | ventajosa como por hallarse defendido contra el vulgo por las 398 II | quiero, a este no quiero, no dejaban títere con cabeza.~Los asesinatos 399 II | abrían con dificultad para dejarle paso.~Todos habían reconocido 400 II | sobre aquellos malhechores, deliberaron un momento, pasado el cual 401 II | cual mandaron compadecer al delincuente a fin de notificarle su 402 I | de Dios, recurre a la del demonio!~Yo permanecí un rato mirándole 403 II | Para el diablo que habita dentro de la armadura del señor 404 I | importante de sus feudos.~A la derecha del tortuoso sendero que 405 II | culpas, que no eran pocas, derramando su sangre en tan justa empresa, 406 II | sacudirme con violencia, me derribo sobre el dintel. Allí permanecí 407 II | como cuando los templos se derrumban calcinados por las llamas; 408 II | describir el efecto de esta desagradable sorpresa. Ustedes se lo 409 II | que el capitán de aquella desalmada gavilla marchaba a su frente, 410 II | docena de aventureros tan desalmados y perdidos como su jefe.~ 411 II | multiplicaban, las muchachas desaparecían, los niños eran arrancados 412 II | incendiadas, varias reses desaparecidas y los cadáveres de algunos 413 II | herencia de sus padres, desapareció de la noche a la mañana.~ 414 II | desgraciados que pugnaban por desasirse de sus abrazos de muerte, 415 II | prosélitos, no cesaba en sus desastrosas empresas.~Los infelices 416 II | y cuando la tempestad se desata, los rayos tuercen su camino 417 II | caminos, saquear los valles y descender como un torrente a la llanura, 418 II | estremeció ligeramente y, descomponiéndose en piezas, cayo al suelo 419 II | edificio, un hombre pálido u descompuesto se arrojo al suelo en presencia 420 II | alrededor una inquieta mirada de desconfianza; nos pusimos de pie y desnudamos 421 I | rechazaba como una fuerza desconocida de aquel lugar - . ¡La cruz 422 II | Mas ¿quien podría ser el desconocido personaje que entonces las 423 II | antiguos vasallos.~Renuncio a describir el efecto de esta desagradable 424 II | lirios, ni los pastores se descubren al pasar, ni los ancianos 425 I | maquinalmente pie a tierra, me descubrí y comencé a buscar en el 426 II | protegido por el incógnito!~- Descubríos - repitió el mismo que anteriormente 427 II | conveniencia publica no permitían descubrir ni castigar. En esta creencia 428 II | rehusó por señas acaso por no descubrirse la faz, que en vano procuramos 429 II | de los infiernos.~Ya los descuidados centinelas habían fijado 430 II | entonces a insultarnos con su desdén como ahora la hace protegido 431 I | prisa de esta cruz! ¡Tan desesperado esta usted que, no bastándole 432 II | cada vez más aburridos y desesperados, no acertaban ya con la 433 II | por ocupar casi todos los desfiladeros de las montañas, emboscarse 434 II | de polvo, yacía entre los desgarrados tapices y las calientes 435 II | rodeándose al cuerpo de los desgraciados que pugnaban por desasirse 436 II | maldición de mi padre, que me desheredó al expiar. Hallándome solo 437 II | su rojizo resplandor las desiertas galerías, trabóse una acalorada 438 II | zarzales a rastrear por los desiertos patios, la hiedra a enredarse 439 II | instante en suscribir a mis designios. Estos se reducían a formar 440 II | las ruinosas almenas. Los desiguales soplos de la brisa, el graznido 441 II | rumor de los reptiles que se deslizaban entre las altas hierbas, 442 II | y los lamentos. Jamás se desnuda de sus armas ni abate la 443 II | desconfianza; nos pusimos de pie y desnudamos nuestros aceros, determinados 444 II | visera del casco, el cual, desnudando su montante, que dos hombres 445 II | maravillosa armadura.~Ya en el, despacháronse cuatro emisarios que, en 446 II | la habitación y salieron despavoridos a la plaza.~La nueva se 447 II | gigantescas, según la hoguera despedía resplandores más o menos 448 II | cadáveres de algunos caminantes despeñados en los precipicios pusieron 449 II | durante algún tiempo, como si despertara de una pesadilla.~Ya no 450 II | lagrimas le conmueven. Nunca despliega sus labios; pero cuando 451 II | calcinados escombros de las desplomadas torres; y a través de sus 452 II | queda repetido, si se le despoja de esa parte de fantasía 453 II | buscando nuevas víctimas; desprecia el oro, aborrece la hermosura 454 II | ligeramente, con un aire de desprecio e insulto que no pudo menos 455 II | con más recursos que su despreocupación, su lanza y una media docena 456 II | de jóvenes de buen humos, despreocupados y poco temerosos del peligro, 457 I | fragmentos de sillería.~La destructora acción de los años, que 458 II | mundos. En cuanto a las desunidas armas veían dos dedos de 459 I | mis compañeros de viaje y deteniendo mi escuálida cabalgadura, 460 II | no acertaban ya con la determinación que deberia tomarse para 461 I | Ideas ligerísimas sin forma determinada, que unían entre si, como 462 II | moros tenían en su poder, se determino a marchar en su seguimiento.~ 463 II | a quien por su crueldad detestaban sus vasallos, y por sus 464 I | falda de una colina, por detrás de la cual se ven elevarse, 465 II | cabeza la cólera de mis deudos y la maldición de mi padre, 466 II | colgaron su nido de piedra.~Devanábase noche y día los sesos en 467 II | santo o al valor de sus devotos, la cosa había sucedido 468 II | aquel orden de cosas, cada dia más insoportable y triste.~ 469 II | crujiendo como si una legión de diablos cabalgando sobre ellas, 470 II | formarse la cabecera, cuando la diabólica y encendida masa se retorcía 471 II | dispuso que se fundieses las diabólicas armas, y con ellas y algunas 472 I | absurdo.~Durante este corto dialogo, nuestros camaradas que 473 II | proporciones. Y ya los animados diálogos, los sordos murmullos y 474 II | incorregibles o llorones diciéndoles: «¡Que viene el señor del 475 II | apago por si sola y mis dientes comenzaron a chocar y mis 476 II | alarma todo el territorio en diez leguas a la redonda.~Ya 477 II | pueblo, que se abrían con dificultad para dejarle paso.~Todos 478 II | confesión fue éste:~«- Yo – dijo - pertenezco a una noble 479 II | bosque que aun en el día se dilata a lo largo de la ribera, 480 II | de iguales, allegó cuanto dinero pudo, redimió a sus pueblos 481 II | violencia, me derribo sobre el dintel. Allí permanecí hasta la 482 II | así se creía. Los sucesos dirán cómo esta esperanza queda 483 II | para alejarse en distintas direcciones, unas luces misteriosas 484 II | cuantas plegarias se le dirigen en su presencia. En el invierno, 485 II | mismo que anteriormente le dirigiera la palabra.~El guerrero 486 II | ocupaba sus avenidas, se dirigieron a la cárcel por las armas, 487 II | prisionero debía atravesar para dirigirse al punto en que sus jueces 488 II | pomo de sus puñales para dirimir la cuestión, cuando de repente 489 II | de por si se esforzaba en disimular lo posible, haciendo, como 490 II | promesa de un porvenir de disipación, libertad y abundancia, 491 I | imaginación una amalgama más disparatada de dos ideas tan absolutamente 492 II | tanto que Dios se sirviera disponer de cada uno de ellos conforme 493 II | el tumulto y comenzaron a disponerse a una nueva persecución. 494 II | asilo, y al cabo de ellos dispuso que se fundieses las diabólicas 495 II | galerías, trabóse una acalorada disputa sobre cual de nosotros había 496 II | ferocidades con que estos se distinguían, ni más natural que el apoderarse 497 II | que en vano procuramos distinguir a través de las rejillas 498 II | sesos en busca de alguna distracción propia de su carácter, lo 499 II | iguales le siguieron en diversas épocas al suplicio; pero 500 II | sala del festín, era fácil divisar la armadura del temido jefe, 501 I | señala la antigua línea divisoria entre el condado de Urgel