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Comisión pontificia para los bienes culturales de la Iglesia Carta sobre función pastoral de los museos eclesiásticos IntraText CT - Texto |
4. 2. 3. El disfrute en la vivencia eclesial
En la mentalidad común, la palabra museo trae a la
mente un lugar separado de la vida presente, inmutable, estático, frío,
silencioso. El museo eclesiástico, por el contrario, se define como auténtico
"vivero", centro vivo de elaboración
cultural capaz de desarrollar y difundir el conocimiento de la conservación y
valoración de los bienes culturales de la Iglesia. La peculiaridad del museo
eclesiástico es conservar y poner de relieve la memoria histórica de la
vivencia eclesial, tal y como esta se ha desarrollado en un territorio
determinado a través de las múltiples expresiones artísticas.
Para alcanzar estos objetivos no es suficiente con la planificación inteligente
de recorridos expositivos bien estructurados, exponiendo juntas obras útiles
para delinear y comprender un contexto ambiental y una
realidad histórica. Un problema que se debe afrontar es el de la correcta
coexistencia de las dos funciones primarias de la estructura museística
eclesiástica: la conservación y la exposición.
Los criterios expositivos deben contribuir a hacer evidente el nexo entre la obra y la comunidad a la que pertenece, con el fin de indicar
la vivencia eclesial de la comunidad cristiana del pasado. La didáctica
museística debe, además, dar vida a un circuito
comunicativo y formativo con el fin de animar a los visitantes hacia la actual
vivencia eclesial.
Por otro lado, el tiempo de una visita no permite apreciar en profundidad la
riqueza histórica y documentaria de un museo. Por ello sería conveniente
organizar recorridos diversificados para ofrecer a los visitantes,
contextualmente a las lecciones-visitas, materiales de apoyo que puedan servir
de referencia fuera del museo.
El museo eclesiástico se transforma, de este modo, en un centro de animación
cultural para la comunidad. Se hace más vivo a través de la animación de los grupos. Proyecta un
calendario anual de iniciativas que se deben introducir en el más amplio
proyecto pastoral tanto de la Iglesia particular en su conjunto, como de las
instituciones eclesiásticas individuales que lo componen. En dicho calendario
pueden considerarse: exposiciones temporales a través de las cuales poner
de relieve épocas, artistas, circunstancias históricas, espiritualidad,
devociones, tradiciones, ritos; conferencias en períodos fijos del año según
ciclos temáticos; presentaciones de libros o de obras de arte nuevas o
restauradas; encuentros y debates con artistas, restauradores, historiadores y
críticos; presentaciones de acontecimientos promovidos por instituciones o
asociaciones, que de otro modo no lograrían difundirse al menos en el ámbito
diocesano; y organización de sesiones catequéticas in loco.
Pero el mejor modo para que se comprenda el valor de las obras de arte y, por
lo tanto, el sentido del museo eclesiástico, es enseñar a los visitantes a
mirar a su alrededor para reflexionar y conectar los acontecimientos, los
objetos, la historia y las personas que en aquel territorio han sido y
continúan siendo el alma viva y presente. El
museo eclesiástico es capaz de este modo de unir el pasado y el presente en la
vivencia eclesial de una determinada comunidad
cristiana.