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Comisión pontificia para los bienes culturales de la Iglesia Carta sobre función pastoral de los museos eclesiásticos IntraText CT - Texto |
5. 1. 1. Importancia de la formación
El museo, como polo artístico-histórico, puede asumir una función cultural significativa si desarrolla una actividad de información
histórica y de educación estética en el ámbito del proyecto pastoral. Para
lograr esta finalidad se debe proceder a una obra de
formación del clero, de los artistas, de los agentes del museo, de los guías,
de los vigilantes y de los mismos visitantes haciendo comprender la naturaleza
específica de los bienes culturales de la Iglesia, con una renovada
profesionalidad, una profunda humildad, un diálogo atento, una apertura
disponible y un respeto de las tradiciones locales.
El proyecto formativo estará orientado a la valorización de las obras del
pasado y a la promoción de nuevas producciones. Dada la crisis de lo sagrado y el consiguiente empobrecimiento de las
expresiones cultuales -en el ámbito arquitectónico, iconográfico y de la
decoración- es urgente tanto referirse a la tradición, para poner de relieve la
contribución de las diversas épocas, como introducirse en el debate
contemporáneo, para inspirar un período nuevo del arte y de la cultura de
inspiración cristiana. La Iglesia, de suyo, siempre ha
sido promotora de las artes, ya que ha visto en ellas un instrumento ejemplar
para cumplir su propia misión. La Iglesia, a lo largo
de los siglos, ha sentido tradicionalmente "como parte integrante de su
ministerio la promoción, la custodia y la valoración de las más altas
manifestaciones del espíritu humano en el campo del arte y de la
historia"47. Una obra cultural de este
tipo exige una capacidad crítica y una notable preparación. Por ello, se
necesita un proyecto adecuado de formación del personal, además de la
colaboración mutua de las instituciones destinadas a la
gestión del patrimonio histórico-artístico de la Iglesia.
La Iglesia, con la ayuda de instituciones y expertos, podrá desarrollar
posteriormente el interés actual por los bienes culturales pensando en el
trabajo desarrollado a lo largo de dos milenios de historia y elaborando
propuestas para el futuro. Como consecuencia, será oportuno volver a ofrecer a la humanidad el sentido
de la historia tejida de vida diaria y de grandes acontecimientos; poner de
relieve la influencia del cristianismo a lo largo de los siglos en los diversos
contextos socioculturales; recordar las catástrofes naturales o los conflictos
que han llevado, en algunos casos, a la destrucción de valiosas obras maestras;
enseñar, a través de un adecuado proyecto de educación escolar y de formación
permanente, que los bienes culturales de la Iglesia son particularmente
significativos para toda la colectividad; recordar que la característica
eclesial de estos bienes es el anuncio del Evangelio y la promoción humana;
superar las discriminaciones entre ricos y pobres, entre las diversas culturas
y etnias, entre las diversas confesiones religiosas y las múltiples religiones.