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Comisión pontificia para los bienes culturales de la Iglesia Carta sobre función pastoral de los museos eclesiásticos IntraText CT - Texto |
IV El uso del museo eclesiástico
4. 1. El uso público
El museo eclesiástico es un lugar de uso público, ya que los bienes culturales
están al servicio de la misión de la Iglesia.
Educa en el sentido de la historia, en la belleza y en lo
sagrado mediante el patrimonio cultural realizado por la comunidad cristiana.
Este uso está íntimamente vinculado, aunque sea diverso, al valor formativo que
debe tener la institución museística. Distinguir para
unir el momento formativo y el del disfrute significa subrayar la importancia de la complementariedad entre el aspecto
cognoscitivo y el aspecto emotivo, sobre todo por lo que se refiere a la
vivencia religiosa cuyos actos, que se catalogan como expresiones de amor a
Dios y a los hermanos, necesitan el concurso de la inteligencia, del
sentimiento y de la voluntad.
Todos los "lugares" del cristianismo están destinados a la acogida,
donde predicar por medio de todas las iniciativas "el evangelio de la
caridad". La Iglesia se ha servido de los signos
sensibles para expresar y anunciar su fe. También las obras recogidas en los
museos están destinadas a la catequesis ad intra y
al anuncio del Evangelio ad extra, de modo que se ofrecen al disfrute
tanto de los creyentes como de los alejados, para que ambos, cada uno a
su modo, puedan beneficiarse de las mismas.
Por este motivo, el museo eclesiástico, prioritariamente destinado a la
comunidad cristiana, tiene que poder ser disfrutado al máximo también por un
público de diversa extracción cultural, social y religiosa. Y es la misma comunidad
cristiana la que acoge, por medio de los empleados del museo, a los que se
interesan por la memoria religiosa, ya que "Ecclesiae catholicae nemo
extraneus, nemo exclusus, nemo longinquus est"45.
El público puede dividirse
en diversas categorías: el visitante individual, el grupo guiado, los
escolares, el estudioso. Las diversas modalidades de acercamiento sugiere metodologías
diversas encaminadas a facilitar la llegada del visitante y satisfacer las diversas
exigencias culturales.
Una inteligente organización de las reservas y de las visitas permite ofrecer
un mejor servicio no sólo a los usuarios, sino también
a los empleados. Cada museo se deberá preocupar de organizar, además de los recorridos
expositivos, las actividades culturales complementarias.