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Comisión pontificia para los bienes culturales de la Iglesia Carta sobre función pastoral de los museos eclesiásticos IntraText CT - Texto |
5. 3. Función del
voluntariado
En el contexto de la distribución de los compromisos eclesiales surge la
importancia y la utilidad de corresponsabilizar a voluntarios laicos
oportunamente preparados en los diversos aspectos organizativos de un museo. En
muchos casos, los museos eclesiásticos, especialmente si son pequeños, están
dirigidos por personas que desarrollan de modo gratuito y voluntario este
servicio, con un espíritu de fe y de testimonio.
En la organización del voluntariado es indispensable, por parte de los
responsables del organismo, una particular atención a los aspectos
jurídico-fiscales que la legislación civil prevé en cada Estado. Es necesario, por lo tanto, empeñarse
para que tales servicios -más allá de la generosa disponibilidad- se puedan
realizar de modo debido y con la
profesionalidad necesaria. También los agentes voluntarios deberán seguir
cursos adecuados de formación y deberán prepararse para actuar conjuntamente,
donde sea necesario, con el personal eventualmente contratado.
Se pueden identificar algunas categorías de los agentes voluntarios: los
que ya están jubilados, los que buscan el primer empleo, los que están
empeñados profesionalmente en sectores adecuados a las actividades del museo y
pretenden dedicarle parte de su tiempo libre.
Jubilados. Esta categoría de personas puede asumir una función significativa ofreciendo una ayuda preciosa a título
gratuito. Estas personas, teniendo tiempo a disposición, pueden prestar su
servicio en los diversos ámbitos de la organización
del museo. Es oportuno considerar que, para una conveniente integración de su
servicio, deben observar los criterios generales de la organización,
normas y horarios. Sus energías y su disponibilidad pueden invertirse teniendo en cuenta sus
anteriores competencias profesionales y las exigencias concretas del museo.
Estudiantes. También los jóvenes estudiantes, o los que están esperando
el primer empleo, pueden ser empleados útilmente en la organización del museo
en una forma de voluntariado que puede, en algunos casos, ser remunerado
(teniendo siempre presentes las disposiciones legales). Este tipo de
voluntariado puede constituir un aprendizaje para futuras salidas
profesionales.
Cooperativas. Para hacer frente a los gastos que se originan, están
surgiendo, en algunos museos, formas de trabajo cooperativo sostenido por
fundaciones, por los ingresos del museo o por financiación eclesiástica. Este tipo de presencia puede constituir una
oportunidad ocupacional para los jóvenes y una conveniente forma de
gestión del patrimonio histórico-artístico de las Iglesias particulares.
Profesionales. Hay también personas profesionalmente comprometidas que
desean poner a disposición parte de su tiempo libre. A
estas personas se les pueden pedir colaboraciones más esporádicas, ya que es
oportuno utilizar su profesionalidad en la medida en que sea conveniente a la
organización del museo. Sobre todo en algunos sectores de la gestión, y en otros especializados, la
colaboración de los profesionales voluntarios es útil y ventajosa.
Consultores. A este respecto se puede, por ejemplo, instituir una
comisión de consultores del museo, cuyos miembros, nombrados por el Ordinario
por un tiempo determinado, prorrogable, pueden ofrecer a título gratuito las prestaciones
que se les pidan y promover determinadas investigaciones de campo. Pueden
convertirse en una válida contribución para establecer criterios y poner en
marcha propuestas en orden a las funciones de custodia, organización, gestión,
búsqueda de los recursos y animación.