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Comisión pontificia para los bienes culturales de la Iglesia Carta sobre función pastoral de los museos eclesiásticos IntraText CT - Texto |
2. 2. 2. La pastoral a través de la memoria
El museo eclesiástico entra en el ámbito de la compleja relación entre los christifideles
y los bienes culturales, con una particular referencia a los objetos de
culto, que se convierten en "signo de la gracia" asumiendo un papel
"sacramental"25.
"La Iglesia, maestra de vida, no puede
menos de asumir también el ministerio de ayudar al hombre contemporáneo a
recuperar el asombro religioso ante la fascinación de la belleza y de la
sabiduría que emana de cuanto nos ha entregado la historia. Esta tarea exige un trabajo
prolongado y asiduo de orientación, de aliento y de intercambio"26.
El museo eclesiástico tiene como prerrogativa
propia la de ser un instrumento de crecimiento en la
fe. Está, por
ello, en conexión con la acción pastoral desarrollada por la Iglesia a lo largo
de los siglos, con el fin de retomar las semillas de verdad sembradas por cada
generación, dejarse iluminar por los resplandores de la verdad encarnada en las
obras sensibles y reconocer las huellas del transitus Domini en la historia
de los hombres27.
Tal primado
pastoral viene confirmado por la tipología de los bienes culturales
habitualmente conservados en las instituciones museísticas eclesiásticas. Todas
estas obras, a pesar de su diversidad, hacen referencia a un único
"sistema cultural" y ayudan a reconstruir el sentido teológico,
litúrgico y devocional de la comunidad. Por tanto, los objetos usados para el
culto divino, la formación de los fieles y las obras de caridad no se
transforman simpliciter en "una cosa muerta", cuando están
obsoletos. "Sobreviven" en ellos otros componentes, como los aspectos
culturales, teológicos, litúrgicos, históricos y, sobre todo, las formas artísticas,
de modo que continúan realizando una función pastoral.
En este contexto, el museo eclesiástico
testimonia la actuación de la Iglesia en el tiempo,
por lo que ejerce el magisterio pastoral de la memoria y de la belleza. Es un
signo del devenir histórico, de los cambios culturales, de la
contingente caducidad. En coherencia con la lógica de la
encarnación, representa una "reliquia" del pasado reciente de
la vivencia eclesial, encaminada al desarrollo actual de la obra de
inculturación de la fe. Narra la historia de la comunidad cristiana a través de lo que testifican
las diversas ritualizaciones, las múltiples formas de piedad, las variadas
coyunturas sociales, las situaciones ambientales específicas. Manifiesta la belleza de cuanto ha sido creado para el
culto, con el fin de evocar la inexpresable
"gloria" divina; para la catequesis, para infundir maravilla en la
narración evangélica; para la cultura, con el fin de magnificar la grandeza de
la creación; para la caridad, para poner de relieve la esencia del Evangelio.
Pertenece al complejo conjunto de la actuación de la
Iglesia a lo largo del tiempo, por lo que es una "realidad viva".
El museo
eclesiástico, en cuanto instrumento pastoral, sirve para descubrir y revivir
los testimonios de fe de las generaciones pasadas a través de los restos
sensibles. Nos lleva, además, a la percepción de la belleza impresa de modos
diversos en las obras antiguas y modernas, estando destinado a orientar los
corazones, las mentes y las voluntades hacia Dios. La fragilidad de los
materiales, las calamidades naturales, las condiciones históricas adversas o
favorables, el cambio de la sensibilidad cultural, las reformas litúrgicas,
todo ello está en los museos eclesiásticos. Estos recuerdan, a través de restos
descarnados u obras insignes, que en épocas pasadas se puso de relieve, gracias
a la belleza de cuanto se ha conservado, la fuerza creativa del hombre junto
con la fe de los creyentes. Las instituciones
museísticas contribuyen, por tanto, a una función
magisterial y catequética, ofreciendo una perspectiva histórica y un disfrute
estético.