DE LA SED Y LA FIEBRE DEL LABIO
Ardía en sed y se hacía
fiebre
el labio porque ansiaba
la vida
temiendo se acabara.
Incontenible
el corazón a brincos, de
puntillas
los pies, por reverencia
suspendido
hasta el gesto de
mirar.., iba llenándose
admirado de evidencias
mientras
vaciaba el ánfora de su
misterio
denso.
Herí
al amigo herido
con la piedad de
contemplar su herida
mudamente y recoger sus
lágrimas.
Y ahora los dos somos
hijos
de una ruptura triste
muy profunda.
En tanto la memoria se
hace ciega,
yo espero que regreses
de vivir
internando el amor hacia
su origen.