Los puso a caballo de sus montañas

y los alimentó con las cosechas de sus campos;

los crió con miel silvestre,

con aceite de rocas de pedernal.

Deuteronomio, 32, 17

(TEMA: CUARTA VARIACIÓN)

Se hizo roca mi casa

TENÍA QUE SURGIR DESDE EL DESEO³⁷

descalzo, crecer sobre mi propia pequeñez,

ceñir con cercas altas mi navío,

entorcharlo de almenas insistentes,

romper al horizonte el vuelo de sus ínfulas,

enloquecer de flechas y muerte la aspillera,

poblar de insensatez mis ambiciones.

Desde mi cuerpo erguido saltaron los caballos

arrebatando al rayo su galope

de fuego. De dalmáticas rojas se incendió

el cortejo. Y el sol iba sellando

de brillo los aceros destocados.

Nobles gestos de adiós enmudecían,

con la distancia, en las almenas cuando

los timbales herían, impasibles y tercos,

los caminos:

se abría lentamente mi futuro.