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Venid,
aclamemos al Señor,
a
la
Roca que nos salva.
Salmo
95
HORAS50
CORO
BENEDICAMUS DOMINO!
SOLISTA
Es un toque
de clarín, es un himno. Y el día -sorprendido
en pañales de estrellas, mudo aún, sin palabra -,
corre aturdido con el sueño a cuestas
por estos aposentos de paja sobre el suelo,
helados por el cierzo que les azota el torso.
CORO
Domine,
labia mea aperies.
SOLISTA En el templo de altísima mirada
el labio en desperezo de maitines
reclama la alabanza y el aplauso,
una ovación de honor a la Roca
que hace
de su cima un regazo, una casa
de asilo.
Porque suyo es el mar,
ignoto a estas cumbres que son suyas,
tan suyas cual las simas de la tierra
donde el volcán concibe sus vómitos de fuego.
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CORO Deus,
in adiutorium meum intende.
-¡Ven!
¡Que madrugue tu auxilio aún más que nuestro rezo,
levantado del sueño!-
SOLISTA Porque el fuego no duerme
y aterra su
mirar de látigo encendido.
CORO -¿Quién nos
conforta el alma?-
SOLISTA No se entiende del mar
su palabra incansable de decires.
CORO -¿Quién nos la
desentraña?-
SOLISTA Y el pecho ralentiza
su paso cuesta arriba en la ascensión al monte.
CORO -¡A la montaña, sí!
¡Subamos la montaña!
SOLISTA Que esta altura trastorna el sentir
con su olor de tomillo, de romero y espliego,
y del boj entre jaldes enjambres de triacas,
del encinar encinta de una tímida calma.
CORO –Dicamus
laudes Domino! en el límpido
discurrir de estas horas.-
SOLISTA Y, mientras, los almendros
sorben del sol su nieve florecida.
CORO -¡De Ti,
nosotros!-
SOLISTA En oleadas de savia irrefrenable,
los trigales se encienden en un oro moreno.
Borrachos de calor
CORO -¡Tú, nuestro rogo!-,
SOLISTA exhiben
el pan en ciernes de una promesa antigua, siempre
guardada con escrúpulo probo.
CORO -¡Eres Tú,
cada día, el viático nuestro!-.
SOLISTA Y del agua,
y al frescor de su ibón,
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CORO -¡La sed de Ti nos
quema!-
SOLISTA los jilgueros replican su cantar sin respiro.
Ya corriente, ni en su destino ignora
los veneros de origen.
CORO -¡De Ti surge la
vida,
bautizada!-
SOLISTA En pétreas pilas remansada,
refresca y abluciona la fatiga
que el polvo y el sudor concitaron.
CORO Tu autem, Domine,
miserere nobis.
Amen.
SOLISTA En la hora en que todo recobra la ternura,
en el momento justo en el que el día escapa
de las manos del hombre sin remedio
y que, por eso, se hace inteligible…
CORO
Magnificat anima mea Dominum.
SOLISTA Cuando todo respira mansamente
y hasta el vigor repliega todas sus apariencias
a la frontera justa…
CORO Noctem
quietam et finem
perfectum concedat nobis Dominus omnipotens.
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