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IV
AQUÍ -¡TAN SOLO!-
ELEVAS
TU PRESENCIA
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NO ERES ABUELO VIEJO, EMPECINADO
Para la Asociación «Amigos del
Castillo de Loarre»,
por el afecto que
muestran
y el compromiso que
adquieren con esta «voz de piedra» .
NO ERES ABUELO VIEJO, EMPECINADO
en ir contando a todos tus historias.
El paso de los años se ha encargado
de aliviarte de peso la memoria.
Aunque quizá tú mismo
intuyeras a tiempo que no era suficiente
vivir sólo de ella, de su vana gloria.
Por eso estás presente, aún mudo y viejo.
No es tuya si hay alguna voz que se oye.
Es el viento que corre en libertad
por la serenidad augusta de tu cuerpo.
Tu mundo pertenece al misterio del silencio.
Fiel al «Aedes has munias invictas» de tu lema,
¡guardas inexpugnable esta morada!
Fidelidad rehecha, como de penitente,
ya que el tiempo, de tanto estar a solas
los dos juntos, cediendo a la pasión
de abrazarte y besarte, se ha comido a rodajas
la pétrea belleza de tu rostro.
Enraizado en roca y en la altura,
seguridad proclama tu existencia.
Aunque tu cuerpo recio, fatigado ahora,
escala nuevas cotas en la fama,
y asciende no sé a dónde, pero arriba,
cada día más alto, porque creces
no obstante que el vigor de tus alas - 86 -
vaya menguando imperceptiblemente.
Oasis de arte y de silencio nítido,
nada ha sabido crecer a tu lado.
Todo ha quedado quieto, sin respiro,
con los ojos abiertos como cuando la muerte
nos invade, rendido a la evidencia
de tu gloria terrible y fascinante,
con emoción reciente de frescura
de lluvia en tus mejillas y en los huertos.
Por dejar que tu luz adormecida
mantuviera su brillo solitario
en tu sitial de roca, descendimos del monte58
- descalzos, silenciosos, peregrinos -
por respetar tu sueño ya de gloria.
Con briznas de tu cuerpo - como amores
furtivos, como en prenda - reemprendimos
el vuelo y la vida en la llanura,
remedamos en las nuestras tu casa,
sobria y frugal de pan,
robusta de raíz, de corazón seguro.
Solo aquí estás. No tema tu defensa.
No necesitas hoy de torreones
ni de hombres armados. Vigilantes
estamos todo el día: que el orgullo de ti
nadie lo arrancará de nuestras manos. - 87 -
Con la hierba en la boca te dormiste,
como el torero en su ambición de gloria.
Con el clamor en pie de todo el ruedo,
en la noche del tiempo te despiertas.
Y solamente elevas tu presencia
aquí,
¡tan solo!
Barcelona,
Loarre y Roma, 1980 - 2004
Carlos Garulo
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