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TORBELLINO
COMO
AL RETRATO HIRIENTE DE UNA PESADILLA,
intenté hacer trizas con mis manos al burdo
silencio insoportable de la devastación.
Dilatadas, sin órbita, en rapto de locura,
mis pupilas incrédulas negaban la evidencia.
Con sus manos de ira buscaban afanosas
apretar contra el pecho el caudal de recuerdos
bellos y el sudor bañado en melodías
con que fueron naciendo uno a uno los instantes,
mis hijos, estos muebles, las historias.
Trizas. - 14 -
A GRITOS LA LUZ PEDÍA
PASO EN MI GARGANTA,
ya
a punto de asfixiarse en ese infierno
de
densa multitud de confusiones
en
que se acorpan, sin rostro, los dardos,
en
que se espejan los rostros sin nombre.
El
llanto más amargo se mastica
cuando
las lágrimas no alivian con su salto.
Confusiones-asfixia-gritos. - 15 -
COMO
ARCO SIN TENSIÓN Y CON LAS FLECHAS
dormidas en la aljaba. Como ojos
abiertos sin objeto de diana en la mirada.
Pensamientos postrados,
alzados del cerebro sin destino,
sin regreso y sin vuelo. Como frágil
ingravidez, paralizada el alma
y confundida y anegada en lágrimas
que no rompen sus aguas y en deseos
que no escriben jamás sus voluntades.
No pudo pronunciar mi voluntad
un leve gesto ni una lene sílaba.
Arco-y-aljaba,-sílaba-y-gesto. - 16 -
CUANDO EL
ALIENTO REEMPREDIÓ EL CAMINO,
la rota estaba allí como sentencia firme.
E implacable. Y sin rostro.
Un viento sutil y persistente
contra el vigor enhiesto de mis ramas
las desnudó, por fin, de la victoria
con estela de mínimos despojos,
verdes por la premura de una muerte.
Era noche de fiebre y movimiento de ansia
en el estrecho y blanco hogar sin llama
donde nacen los sueños, que se mueren
en torvo sobresalto despertándose.
Sueños,-viento,-sobresalto,-muerte. - 17 -
LLORÉ COMO
SI UN MAR PERDIDO HUBIERA
el timón y el destino de sus confusos ríos
interiores. Como si un océano
residiera en el aire, anclado con sus lágrimas
amargas amagadas. Como si una diosa
de infinitas ubres, hierática y avara,
dosificara el néctar a los trémulos,
febricitantes labios de sus adoradores.
Febricitantes-lágrimas. - 18 -
LA ESPADA
del guerrero
regresaba
lentamente
al refugio
de su vaina
sin mirar
en los ojos,
sin futuro.
Invadía
la atmósfera
- exiliándose
de aquel seno
de espadas
tan recóndito,
tan propio -
la tristeza
con el ala
ya tocada
por el hierro
y el gesto
de su índice
tembloroso
en los labios
-
La tristeza. -
diciendo
que es
mejor
no hablar
-
No hablar. -
para
cura
de heri -
das.
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