INTROSPECCIÓN

LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE METRALLA

me hicieron levitar sin pensamientos

resistentes de una trinchera inútil.

¡Hubiera resultado tan hermoso..!:

Callar, para ocultar tras la muralla

de los dientes las verdades que explican

las más íntimas ruinas.

   Lamentar

la desgracia de haber sido desiertos

en amores.

       Dar gracias

por uno cualquiera de los cien mil

detalles de una vida.

Recitar

un “Adiós”, “Vuelve pronto, cuando quieras”,

acompañando el lamentable gesto

de cerrar una historia con la puerta

de una sonrisa que con dolor se abre.

Habré de agradecer la circunstancia

del rayo cruel e injusto

con intención de muerte.

        En la azarosa

oscuridad, a solas en mi alma

con el vibrar de aquel tambor de trueno,

yo me aboqué al brocal de mi hondo pozo

y en la redonda cara de sus aguas

se iban entreverando algunos rasgos

movedizos, de contada belleza

pero enteros y enhiestos en su talla.

SÓLO DE CIENTO A VIENTO SE DESCIENDE

hasta el cuerpo del alma y se penetra

con esa serena parsimonia a la que el pozo

provoca con su abismo, sus espejos y ecos.

Sólo de ciento a viento se confiesa

la fortuna del hombre que ha accedido a la luz

por el bello misterio de una lágrima.