- 45 -
TRANSFIGURACIÓN
Allí se transfiguró delante de ellos:
sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador,
como no es capaz de blanquearlos ningún batanero del
mundo.
SAN MATEO, Evangelio, 9,
3
SE ESTÁ TAN BIEN AQUÍ QUE
BASTARÍAN
tres tiendas de campaña en la cima del
monte
y olvidarse de una vez para siempre
de este bendito mundo
haciendo cruz y raya en sus fronteras.
Pero lo malo es que escasee el aire
en el pulmón que asciende por cuestas y repechos.
La soledad del lecho,
en tantas horas de mudez, secaron
de palabras inútiles tu boca.
Y aprendiste a enjuagarla con el agua
de un pozo tan profundo
que ignorabas que en ti mismo abismara.
La crueldad más grande
caminaba a sus anchas con las cartas
trucadas. Te mantuvo
más despierto y lúcido que el sol.
Hubieras preferido
militar la ignorancia de tus males.
En tu cartilla de racionamiento
se cortaban cupones a pasos de tortuga.
Iba tu cuerpo inexorablemente
a la deriva. Lo sabías bien.
Los discursos sobre la levedad
del ser eran tu nueva y fundamental ciencia.
Desde esa misma cota a media altura
comenzó tu ascensión a la montaña:
sabes ya a dónde vas, - 46 -
cuentas con el sendero de la nada.
Nada quiere decir
que son tus nuevos pies
los gestos y el amor que quieran darte,
casi como limosna: un vaso de agua,
la medicina a punto, la esponja humedecida
para romper el hielo hostil del deterioro.
Una palabra - “¡ Gracias!” - fue el vocablo,
desgastado del uso, desde entonces.
Nada quiere decir que todo va e irá
peor de lo que uno pudiera imaginarse,
pero el parte de guerra será siempre el mismo:
“Estoy bien”.
No ser nada, vivir de la limosna
gratuita y estar bien son las nubes
del monte en las que suena una voz
que confirma el camino.
Ahora se está mejor.
Ha llegado el alivio. Ahora todo
es distinto.
Estas cosas serían
para no ser contadas a ninguno,
de seguir el mandato del Maestro.
Pero hay que decirlas, repetirlas,
ahora que la hora se ha cumplido.
|