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MAESTRO
¿QUÉ TAL
FUERA SI, EN UN LARGO PASEO
por el campo, alcanzara a poner
la miel de las abejas en tu boca,
en tu pulmón el azahar del huerto
de naranjos o la luz tan serena
del otoño en tus instintos aún alborotados?
Ya en mi ausencia, tal vez,
tornarían tus pasos
a frecuentar los mismos escenarios,
a repasar palabras aprendidas
que supieran a miel – como “Te quiero” –,
a respirar sencillos pensamientos
- como “Ya voy”, “Te espero” - que embriagaran
el alma, a poner,
uno
tras
otro,
la torrencial pasión de tus deseos.
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¿QUÉ TAL FUERA SI, EN UN LARGO PASEO
por tu cuerpo, deslizara las yemas
de mis dedos por tu agrietada piel,
reseca de caricias, y por primera vez
sonriera – muy cómplice – a tu peca
- cenicienta de gracia arrinconada -
o empezara finalmente a anotar
en cuaderno de rayas tus goteras?
Ya en mi ausencia, tal vez
sonriera tu cuerpo como campo
llovido, pasearas tu lunar
con el fervor de un enamorado,
intuyeras que ningún día vuelve
y, si insiste, acusará el cansancio.
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¿QUÉ TAL FUERA SI, EN UN LARGO PASEO
por tu alma, levantara el pie
del acelerador,
freno e intermitente combinados,
para aparcar en el ubicuo espacio
de la calma? ¿Si, armados de la luz
vacilante de un candil, forzáramos
la puerta de las salas más poco frecuentadas?
¿Si te dijera entonces “Qué me cuentas”?
Tal vez luego, en mi ausencia,
caminaría por su pie tu propia prisa
y tu boca olería a aire puro
y no a gasolina mal quemada.
Conocido el chirriar de puertas poco abiertas,
pisarías el cuello del miedo
con toda tu potencia y decisión.
Sepultado el espanto, tu garganta
alzaría barreras y fronteras,
prorrumpiría en voz de confesión de nada,
de lo que has sido siempre.
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¿QUÉ TAL FUERA SI EN UN LARGO PASEO...?
Tal vez resonaría un cantar nuevo
en el campo, en tu cuerpo y en tu alma.
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