LO DIJO TANTAS VECES CON SU VOZ ESCULPIDA

– pareciera que a golpe de cazalla y tabaco –

que hasta el granito, herida por cincel la corteza,

lo repite borracho, bajo el inmenso olivo

de su tumba en Iria Flavia: «El que resiste, gana».

Quien me quiera entender – y quisiera

yo mismo –, sabrá de un irremediable embarcarse

en lo inexistente, tal vez en lo imposible,

hasta hacer de cada día una excusa

para andar adelante, y de la noche

otro firme argumento de esperanza.