LOS PASOS, NÍTIDOS Y PAUSADOS, A PEDAL,

de Bach se percibían como algo diverso

desde el mismo dintel donde iban a codazos

el hervor de la calle y la quietud

del templo. El rumor confundido de los fieles

– alto tacón martilleante sobre la piedra

adusta de lo sacro y guiños cómplices

a derecha e izquierda mientras entran

oliendo todavía a tráfico, frenado

bruscamente por las prisas,

y a negocios y perfume barato –

se amansaba al compás

que aquella poderosa melodía

del Aria en sol

escalaba los nervios de la piedra

hasta abrir con caricias y con besos

las bóvedas altísimas,

hasta constituirse en revelación,

como palabra venida de lo alto.

Hace ya muchos años de esa música,

partitura manuscrita en mi alma

desde entonces. ¿Supe algo más de Dios?

¡Fuera tan sólo por lo sereno y lo diverso!