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Carlos Garulo Voz de piedra IntraText CT - Texto |
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Construcción sobre roca: variaciones sobre un mismo tema y concertante final
Tratándose de un conjunto monumental resultado del acoplamiento y la perfecta imbricación de la naturaleza (el enclave, un mogote rocoso) y de la obra humana (la construcción en piedra tallada), Voz de piedra es un canto a la imaginación, al riesgo, a la solidez, a la fortaleza, a la perfección; es también, sin decirlo, una sugestiva invitación a la imaginativa, sólida y bella construcción de todo lo humano.
La ubicuidad de la roca en cualquier lugar y nivel arquitectónico del monumento es una constante, una especie de leimotiv que da pie al autor, igual que en la música, para presentarla como el tema central del libro y elaborar variaciones sobre el mismo cada vez que aquélla se haga presente en la construcción, hasta alcanzar su resolución conjunta en un concertante final.
El tema se expone ya al principio, en el itinerario Extramuros, apenas aparece por primera vez ante el visitante la visión completa del castillo con todo su carácter, esplendor e imponencia. Para evitar equívocos, la exposición del tema se hace con la máxima brevedad y contundencia: «Se hizo roca mi casa / al construir la casa sobre roca».
Es el poema más breve de todo el libro, al que se le ha querido dar un toque de perfección «ática», como si no le faltara ni le sobrara nada. Se identifican y proclaman las palabras-clave (roca, casa, construir, hacerse = transformarse). Ordenadas de manera cruzada y como capicúa en los dos versos, se rompe la pura simetría de una bimembración. Y con ello se abre la posibilidad de profundización y alargamiento del mensaje más allá del límite de las palabras, queriendo producir en el lector nuevas sensaciones y emociones. El carácter subjetivo e íntimo reflejado en el primer verso (mi casa) es un contrapunto frente a la objetividad del segundo (la casa). Fonéticamente, la utilización de sonidos fuertes (oclusivos: /k/t/r/, construir), atemperados ligeramente con fonemas suaves (fricativos: /z/s/, se hizo, casa), proyectan una imagen de robustez, de firmeza, de seguridad. La armonía entre el hombre y la naturaleza – hecha del mutuo conocimiento, respeto y colaboración –, más que proclama ecologista es conditio sine qua non para el futuro de la humanidad y del planeta.
De la permanente presencia de la roca, el autor ha elegido cinco «apariciones por sorpresa» de la misma, cinco resoluciones del perfecto maridaje con la obra del hombre. Del mismo modo que el arquitecto ha dado soluciones diferentes a diferentes situaciones y exigencias, el poeta reelabora el tema proponiendo otras tantas variaciones del mismo.
La fortaleza del baluarte, del pensamiento o del ánimo no está necesariamente reñida con la duda: se habla de «Debilidad flotante y permanente quebrándome / la fuerza indivisible donde descansa el vértigo» a la vista de los muros exteriores construidos a plomada sobre rocas y precipicios. «Bajó la vida al foso de la muerte / para iniciar su nueva pervivencia» se proclama en la necrópolis con sepulturas excavadas en roca. Cuando la escalinata principal emboca la imponencia de su cañón contra la roca insoslayable al fondo y en alto, y que, por fuerza, debe cambiar su rumbo si quiere proseguir el camino, es mejor aplicar la inteligencia de la flexibilidad: «¡Con la roca se atreva la ola en polvo / para no tropezar en su misterio!», verso de clara inspiración paulvaleryana. Si es descaradamente la roca el fundamento de un bastión, del que las mesnadas han partido tantas veces para una conquista en los llanos oscenses: «Los timbales herían, / impasibles y tercos, los caminos: / se abría lentamente mi futuro». Cuando el agua es absolutamente necesaria y necesarios son los milagros para poder disponer de ella mediante aljibes de difícil construcción a causa de la roca, excavar un vientre receptivo en su duro cuerpo necesita «una lanza que apure al cuerpo en su postrera gota / brotando un manantial definitivo»: Moisés en su larga travesía del desierto y la lanza del centurión hendida en el costado de Cristo en la cruz prestan la metáfora para el milagro.
Sólo con el último poema de la tercera parte llega el concertante final elaborado con el tema y las cinco variaciones ya expuestas. A esas alturas del libro quizá ya no haya que pronunciar ninguna palabra más sino, a lo sumo, prolongar mediante los sentidos el recuerdo, el sabor, las sensaciones y emociones. En este empeño, el poeta trata de sorprender al lector con nuevas metáforas (si así se pudiera hablar) resultantes de versificaciones diferentes con los mismos términos ya utilizados; esto es, con la creación de nuevos ritmos no sujetos al rigor de los conceptos: «... donde descansa el vértigo. Timbales / herían, / impasibles, / los caminos / y se abría / lentamente / el futuro. La lanza apuró al pecho...».
Con la reiterada combinación de los versos en modos diferentes se va construyendo in crescendo un clímax en el cual lo importante es sentir más que pensar: «Quebrándome la fuerza indivisible. / Los caminos. Allí donde descansa / el vértigo. Herían los caminos / y se abría. La fuerza indivisible. / Lentamente. Brotando un manantial / definitivo. Se abría lentamente. / El vértigo. El futuro. El manantial». De esa nueva arquitectura o armonía de lo diverso y lo complejo se va acrisolando lo esencial, se va abriendo paso el tema, que ahora es retomado y pronunciado con un tutti al unísono, machaconamente, como una obsesión: «Para iniciar su nueva pervivencia. / Sobre roca, al construir la casa, / se hizo roca mi casa, se hizo roca, / al construir la casa sobre roca / al construir la casa sobre roca / al construir la casa sobre roca».
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