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Carlos Garulo Voz de piedra IntraText CT - Texto |
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Venid, aclamemos al Señor, a la Roca que nos salva. Salmo 95
HORAS50
CORO BENEDICAMUS DOMINO! SOLISTA Es un toque de clarín, es un himno. Y el día -sorprendido en pañales de estrellas, mudo aún, sin palabra -, corre aturdido con el sueño a cuestas por estos aposentos de paja sobre el suelo, helados por el cierzo que les azota el torso.
CORO Domine, labia mea aperies. SOLISTA En el templo de altísima mirada el labio en desperezo de maitines reclama la alabanza y el aplauso, una ovación de honor a la Roca que hace de su cima un regazo, una casa de asilo. Porque suyo es el mar, ignoto a estas cumbres que son suyas, tan suyas cual las simas de la tierra donde el volcán concibe sus vómitos de fuego.
CORO Deus, in adiutorium meum intende. -¡Ven! ¡Que madrugue tu auxilio aún más que nuestro rezo, levantado del sueño!- SOLISTA Porque el fuego no duerme y aterra su mirar de látigo encendido. CORO -¿Quién nos conforta el alma?- SOLISTA No se entiende del mar su palabra incansable de decires. CORO -¿Quién nos la desentraña?- SOLISTA Y el pecho ralentiza su paso cuesta arriba en la ascensión al monte. CORO -¡A la montaña, sí! ¡Subamos la montaña! SOLISTA Que esta altura trastorna el sentir con su olor de tomillo, de romero y espliego, y del boj entre jaldes enjambres de triacas, del encinar encinta de una tímida calma.
CORO –Dicamus laudes Domino! en el límpido discurrir de estas horas.- SOLISTA Y, mientras, los almendros sorben del sol su nieve florecida. CORO -¡De Ti, nosotros!- SOLISTA En oleadas de savia irrefrenable, los trigales se encienden en un oro moreno. Borrachos de calor CORO -¡Tú, nuestro rogo!-, SOLISTA exhiben el pan en ciernes de una promesa antigua, siempre guardada con escrúpulo probo. CORO -¡Eres Tú, cada día, el viático nuestro!-. SOLISTA Y del agua, y al frescor de su ibón, CORO -¡La sed de Ti nos quema!- SOLISTA los jilgueros replican su cantar sin respiro. Ya corriente, ni en su destino ignora los veneros de origen. CORO -¡De Ti surge la vida, bautizada!- SOLISTA En pétreas pilas remansada, refresca y abluciona la fatiga que el polvo y el sudor concitaron. CORO Tu autem, Domine, miserere nobis. Amen.
SOLISTA En la hora en que todo recobra la ternura, en el momento justo en el que el día escapa de las manos del hombre sin remedio y que, por eso, se hace inteligible… CORO Magnificat anima mea Dominum.
SOLISTA Cuando todo respira mansamente y hasta el vigor repliega todas sus apariencias a la frontera justa… CORO Noctem quietam et finem perfectum concedat nobis Dominus omnipotens.
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50 Alusión al rezo u oración de las horas de la comunidad monástica que habitó el castillo-monasterio durante el último tercio del siglo XI, antes de que ésta fuera transferida al nuevo castillo-monasterio de Montearagón, en la proximidad oriental de Huesca. Junto con el trabajo - intelectual, manual o agrícola -, el rezo de las horas es la componente principal de la vida de una comunidad monástica. Se trata de momentos de oración comunitaria consistente en el canto o recitación de salmos y fragmentos selectos de la Biblia. Estos momentos de oración jalonan y tonifican toda la jornada. Dan comienzo con los maitines antes del alba; siguen con los laudes en el inicio de la jornada laboral; las horas de tercia, sexta y nona rompen el cuerpo central del trabajo diario; las vísperas u oración vespertina coinciden con el ocaso del sol; las completas cierran el ciclo diurno en el momento mismo del retiro para el reposo de la noche. |
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