Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
Carlos Garulo En el cuerpo del alma IntraText CT - Texto |
|
|
CONCIERTO
LE HE DICHO POR TELÉFONO A BEETHOWEN que me dejara en paz. No estaba yo para novenas imponentes a esas horas. Me ha dolido en el alma responderle así a Ludwig cuando he retenido con las puntas en vivo de mis dedos sus sonatas y vibro siempre y más con su locura sorda. Golpes en el tabique se llevó el heavy metal hasta que no bajó decibelios mi vecino. A Sevilla me fui, con mi desasosiego de torero en capilla, a coloquiar con don Joaquín Turina. A su lado, en profundo silencio, con la fina amistad de una manzanilla jerezana, se fugaban los miedos y tensiones de mi ruedo febril mientras las cuerdas de su Oración en trance traspiraban conmoción de unos ojos frente al toro, tan salvaje, tan próximo, tan íntimo. Una serenidad como de muerte (algo me removía los adentros) transmitían obsesivos los timbales de Charles D’Helfer en ritos funerarios de corte de Lorena Asociaba mi alma levitante a ese mismo espíritu que aleteaba solo por las bóvedas. El templo, saturado de fastos de vanidad cumplida, suspiraba por abrir sus espacios sin apenas desplegar los sentidos. Ausente, me abismaba Debussy en su catedral mientras la parsimonia de las aguas, en lentos bajos de pedal, deglutían mi propio templo consumándolo - sin voces, sin palabras, con leves estertores rígidos como el mármol - en la imperturbable placidez de cuanto muere y se sumerge. De esa eterna placidez de las raíces de un océano, con poder inaudito - allegro e maestoso - de contrabajos y violonchelos al unísono, me arrebataba Mahler. Veo aún con nitidez, delante del atril, su fragilísima figura deslizándose, más lábil si cupiera, tras sus pequeñas lentes circulares. La veo alimentar en boca la insaciable voracidad de instrumentos y de coros, para cantar, al fin, la fe que me proclama. Sonidos sumos, sonidos resurrectos reverberan en los bruñidos autos de este día: “Cree. No has nacido inútilmente. Ni en vano has vivido y amado”.
¡Silencio! ¡Haced silencio! Que aún las palabras chicas distraen al silencio. Pero que su presencia inconfundible no me despierte el alma sumergida, todavía extasiada AHORA, CON UN CHANDAL DE DEPORTE y los auriculares del compact al oído, paseo por los labios gruesos del sendero, íntimo y lineal, de unos pinos romanos. No es Respighi quien me habla. Bajo el sol del África, allá en Lambarené, Bach explica su amor sin renunciar un ápice a su armonía limpia de cámaras barrocas, de clavecín, de órgano. (Albert Schweitzer, como un pastor de pueblos, había antes curado en su hospital la negra herida de las armas blancas.) Las figuras de un marfil moreno se rizan de tantas contorsiones. Un frenesí sonoro, de irrefrenables ritmos que saltan como chispas de la oquedad de tantos vientres vacíos percutidos, las embriaga. Cantatas más bellas y sagradas son aún tus cantatas, Johan Sebastian, cuando otros cuerpos las pronuncian y rezan sin renunciar a su alma en el camino.
¿Por qué no será así lo que yo veo?
|
Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL |