II. Discernimiento evangélico y
compromiso misionero
4. También el mundo de los
medios de comunicación necesita la redención de Cristo. Para analizar, con los
ojos de la fe, los procesos y el valor de las comunicaciones sociales
resulta de indudable utilidad la profundización de la Sagrada Escritura, la
cual se presenta como un “gran código” de comunicación de un mensaje no efímero
y ocasional, sino fundamental en razón de su valor salvífico.
La historia de la salvación narra y documenta la
comunicación de Dios con el hombre, comunicación que utiliza todas las formas y
modalidades del comunicar. El ser humano ha sido creado a
imagen y semejanza de Dios para acoger la revelación divina y para entablar un
diálogo de amor con Él. A causa del pecado, esta capacidad de diálogo ha sido
alterada, sea a escala personal o social, y los hombres
han hecho y continúan haciendo la amarga experiencia de la incomprensión y de
la lejanía. Sin embargo Dios no los ha abandonado y les ha enviado a su mismo Hijo (cf. Mc 12, 1‑11). En el Verbo
hecho carne el evento comunicativo asume su máxima dimensión salvífica: de este
modo se entrega al hombre, en el Espíritu Santo, la
capacidad de recibir la salvación y de anunciarla y testimoniarla a sus
hermanos.
5. La comunicación entre Dios y la humanidad ha alcanzado por tanto su perfección en el
Verbo hecho carne. El acto de amor a través del cual Dios se revela, unido a la respuesta de fe de la humanidad, genera un diálogo
fecundo. Precisamente por esto al hacer nuestra, en
cierto modo, la petición de los discípulos “enséñanos a orar” (Lc
11, 1), podemos pedirle al Señor que nos guíe para entender cómo comunicarnos
con Dios y con los hombres a través de los maravillosos instrumentos de la
comunicación social. Reconducidos al horizonte de tal
comunicación última y decisiva, los medios de comunicación social se revelan
como una oportunidad providencial para llegar a los hombres en cualquier
latitud, superando las barreras de tiempo, de espacio y de lengua, formulando
en las más diversas modalidades los contenidos de la fe y ofreciendo a quien
busca lugares seguros que permitan entrar en diálogo con el misterio de Dios
revelado plenamente en Cristo Jesús.
El Verbo encarnado nos ha dejado el ejemplo de cómo comunicarnos con el
Padre y con los hombres, sea viviendo momentos de silencio y de recogimiento,
sea predicando en todo lugar y con todos los lenguajes posibles. Él explica las Escrituras, se expresa en
parábolas, dialoga en la intimidad de las casas, habla en las plazas, en las
calles, en las orillas del lago, sobre las cimas de los montes. El
encuentro personal con Él no deja indiferente, al contrario, estimula a imitarlo: “Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo
vosotros a plena la luz; y lo que os digo al oído, proclamadlo desde los
terrados” (Mt 10, 27).
Hay después un momento culminante en el cual la
comunicación se hace comunión plena: es el encuentro eucarístico.
Reconociendo a Jesús en la “fracción del pan” (cf. Lc
24, 30‑31), los creyentes se sienten impulsados a
anunciar su muerte y resurrección y a volverse valientes y gozosos testigos de
su Reino (cf. Lc 24, 35).
6. Gracias a la
Redención, la capacidad comunicativa de los creyentes se ha sanado y renovado.
El encuentro con Cristo los transforma en criaturas nuevas, les permite entrar
a formar parte de aquel pueblo que Él ha conquistado con su
sangre muriendo sobre la Cruz, y los introduce en la vida íntima de la
Trinidad, que es comunicación continua y circular de amor perfecto e infinito
entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
La comunicación penetra las dimensiones esenciales de la Iglesia, llamada a anunciar a todos el gozoso mensaje de la salvación. Por
esto, ella asume las oportunidades ofrecidas por los
instrumentos de la comunicación social como caminos ofrecidos providencialmente
por Dios en nuestros días para acrecentar la comunión y hacer más incisivo el
anuncio3. Los medios de comunicación permiten
manifestar el carácter universal del Pueblo de Dios, favoreciendo un
intercambio más intenso e inmediato entre las Iglesias locales y
alimentando el recíproco conocimiento y colaboración.
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