Con
gran alegría me uno a vosotros al final de este encuentro de oración,
organizado por el Vicariato de la Ciudad del Vaticano. Me agrada ver que sois
numerosos los que estáis reunidos en los jardines vaticanos con motivo de la
conclusión del mes de mayo. En particular, entre vosotros hay muchas personas que viven o trabajan
en el Vaticano, y sus familias. Saludo cordialmente a todos, de modo especial a los señores cardenales y a
los obispos, comenzando por monseñor Angelo Comastri, que ha dirigido este
encuentro de oración. Saludo también a los sacerdotes, a los religiosos y a las
religiosas presentes, con un recuerdo también para las monjas contemplativas
del monasterio Mater Ecclesia, que están unidas espiritualmente a
nosotros.