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Benedicto XVI
Discurso a los Obispos de Sri Lanka

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2. En diciembre del año pasado, junto con otras innumerables personas en todo el mundo, me sentí profundamente conmovido al observar los efectos devastadores del maremoto que se cobró un gran número de víctimas sólo en Sri Lanka, y dejó a cientos de miles de personas sin hogar. Os ruego que transmitáis mis más sentidas condolencias y las de los católicos del mundo entero a todos los que han soportado tan terribles pérdidas. En el rostro de las personas afligidas por la muerte de un ser querido o que han perdido sus bienes no podemos menos de reconocer el rostro sufriente de Cristo, y, de hecho, es a él a quien servimos cuando mostramos nuestro amor y compasión a los necesitados (cf. Mt 25, 40).

La comunidad cristiana tiene la obligación particular de cuidar de los niños que han perdido a sus padres a causa del desastre natural. El reino de los cielos pertenece a estos miembros más vulnerables de la sociedad (cf. Mt 19, 14), pero, muy a menudo, se los olvida simplemente o se los explota sin escrúpulos como soldados, trabajadores o víctimas inocentes del tráfico de seres humanos. No hay que escatimar ningún esfuerzo para instar a las autoridades civiles y a la comunidad internacional a combatir estos abusos y brindar a los niños la protección  legal  que merecen justamente.

Incluso en los momentos más oscuros de nuestra vida, sabemos que Dios jamás está ausente. San Pablo nos recuerda que "en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rm 8, 28), y esto ha resultado evidente en la generosidad sin precedentes de la respuesta humanitaria al maremoto. Quiero elogiaros a todos por el modo excepcional como la Iglesia en Sri Lanka se ha esforzado por afrontar las necesidades materiales, morales, psicológicas y espirituales de las víctimas. Podemos reconocer más signos de la bondad de Dios en la participación y colaboración de sectores tan diversos de la sociedad en el esfuerzo por prestar ayuda. Ha sido alentador ver a miembros de diferentes religiones y de diversos grupos étnicos en Sri Lanka y de toda la comunidad mundial reunirse para mostrar su solidaridad con las personas afectadas y redescubrir los vínculos fraternos que los unen. Estoy seguro de que encontraréis los medios para hacer aún más fecundos los resultados de esta cooperación, procurando especialmente que se preste gratuitamente ayuda a todos los necesitados.




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