Estad seguros de que la Iglesia católica, en el ámbito y con
los medios que son propios de ella, seguirá ofreciendo su colaboración con
vistas a la salvaguardia de la dignidad de todo hombre y al servicio del bien
común. No pide ningún privilegio para sí, sino únicamente las condiciones
legítimas de libertad y de acción para cumplir su misión. En el concierto de
las naciones, desea favorecer siempre el entendimiento entre los pueblos y la
cooperación fundados en una actitud de lealtad, discreción y cordialidad.