Saludo a los peregrinos de este vicariato
apostólico y de otras regiones peruanas, que vieron florecer un fruto precioso
de genuina evangelización, cultivado con esmero especialmente por manos
femeninas. Y saludo también a los que han venido de Navarra, tierra natal de la
nueva beata, y de otras partes de España, donde la semilla de la fe ha calado
muy hondo y ha dado tantos misioneros en todas las partes del mundo.