Estas
dimensiones de vuestra misión están bien representadas por los apóstoles san
Pedro y san Pablo, que en Roma derramaron su sangre. Por tanto, mientras estéis
en la Academia, tratad de llegar a ser plenamente "romanos" en
sentido eclesial, es decir, firmes y fieles en la adhesión al Magisterio y a la
guía pastoral del Sucesor de Pedro; y, al mismo tiempo, cultivad el celo
misionero de san Pablo, con el deseo de cooperar en la difusión del Evangelio
hasta los confines del mundo.