Con este fin, tratad siempre de ser sacerdotes ejemplares,
animados por una oración constante e intensa, cultivando la intimidad con
Cristo; si sois sacerdotes según el corazón de Cristo, desempeñaréis vuestro
ministerio con éxito y fruto apostólico. No os dejéis tentar jamás por la
lógica de la carrera y del poder.