Recuerdo también los rostros y la cordialidad de los
representantes de la venerable Iglesia ortodoxa de Bulgaria, deseosa de
reavivar el diálogo de la caridad en la verdad. Le pido que se haga intérprete
de mis sentimientos de gratitud ante ellos, en particular ante el venerado
Patriarca búlgaro, Su Santidad Máximo. Tenemos ante nosotros un deber
común: estamos llamados a construir juntos una humanidad más libre,
pacífica y solidaria.