Estoy convencido de que para construir una sociedad
verdaderamente atenta al bien común es necesario buscar en el Evangelio las
raíces de valores compartidos, como demuestra la experiencia de san Cirilo y san
Metodio. Este es el ardiente deseo de la Iglesia católica, cuyo único interés
es anunciar y testimoniar las palabras de esperanza y amor de Jesucristo,
palabras de vida que, a lo largo de los siglos, han inspirado a muchos mártires
y testigos de la fe.