Os acojo con gran alegría a vosotros, pastores de la Iglesia
en Burundi, que habéis venido a Roma en peregrinación para orar ante la tumba
de los Apóstoles y para encontraros con el Sucesor de Pedro y sus
colaboradores. Deseo que esta experiencia de comunión en la caridad os anime en
vuestra misión de servidores del Evangelio de Cristo, para la esperanza del
mundo.