Sin embargo, también en Italia, en el actual clima cultural,
la familia está expuesta a muchos peligros y amenazas, que todos conocemos. En
efecto, a la fragilidad e inestabilidad interna de muchas uniones conyugales se
suma la tendencia, generalizada en la sociedad y en la cultura, a rechazar el
carácter único y la misión propia de la familia fundada en el matrimonio. Por
otra parte, precisamente Italia es una de las naciones en las que la escasez de
nacimientos es más grave y persistente, con consecuencias ya graves para todo
el cuerpo social. Por eso, ya desde hace mucho tiempo, los obispos italianos
habéis unido vuestra voz a la de Juan Pablo II, ante todo para defender el
carácter sagrado de la vida humana y el valor de la institución matrimonial,
pero también para promover el papel de la familia en la Iglesia y en la
sociedad, solicitando medidas económicas y legislativas que sostengan a las
jóvenes familias en la generación y educación de los hijos.