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Benedicto XVI
Discurso a los sacerdotes de la Diócesis de Aosta

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Administración del bautismo en situaciones particulares

La primera pregunta es muy difícil, y ya trabajé en este tema cuando era arzobispo de Munich, porque tuvimos casos como estos.

Ante todo, es necesario analizar caso por caso: si el obstáculo contra el bautismo es tal que no se podría dar sin despilfarro del sacramento, o si la situación permite decir, aunque sea en un contexto de problemas: este hombre se ha convertido realmente, tiene toda la fe, quiere vivir la fe de la Iglesia, quiere ser bautizado. Yo creo que dar ahora una fórmula general no respondería a las diversas situaciones reales. Naturalmente, tratemos de hacer todo lo posible para dar el bautismo a una persona que lo solicita con plena fe, pero digamos que los detalles se deben estudiar caso por caso.

Si una persona da muestras de haberse convertido realmente y quiere recibir el bautismo, dejarse incorporar en la comunión de Cristo y de la Iglesia, el deseo de la Iglesia debe ser secundarla. La Iglesia debe estar abierta, si no hay obstáculos que realmente hagan contradictorio el bautismo. Por tanto, hay que buscar la posibilidad y, si la persona está realmente convencida, si cree con todo su corazón, no estamos en el relativismo.

Actualización de la catequesis

Segundo punto: todos sabemos que, en la situación cultural e intelectual de la que hablamos al inicio, la catequesis resulta mucho más difícil. Por una parte, necesita nuevos contextos para que pueda entenderse; necesita ser contextualizada para que se pueda ver que esto es verdad y que concierne al hoy y al mañana; y, por otra, ya se ha hecho una contextualización necesaria en los Catecismos de las diversas Conferencias episcopales.

Ahora bien, por otra parte, hacen falta respuestas claras para que se pueda ver que esta es la fe y las otras son contextualizaciones, un simple modo de ayudar a comprender. Así ha nacido un nuevo "conflicto" dentro del mundo catequístico, entre catecismo en sentido clásico y los nuevos instrumentos de catequesis. Por un lado - ahora hablo sólo de la experiencia alemana - , es verdad que muchos de estos libros no han llegado hasta la meta: siempre han preparado el terreno, pero estaban tan dedicados a preparar el terreno para el camino por el que avanza la persona, que al final no han llegado a la respuesta que se debía dar. Por otro, los catecismos clásicos resultaban tan cerrados en sí mismos, que la respuesta verdadera ya no tocaba la mente del catecúmeno de hoy.

Por fin, hemos llevado a cabo este compromiso pluridimensional: hemos elaborado el Catecismo de la Iglesia católica, que, por una parte, da las necesarias contextualizaciones culturales, pero también da respuestas precisas. Lo hemos escrito conscientes de que desde ese Catecismo hasta la catequesis concreta hay un trecho no fácil de recorrer. Pero también hemos comprendido que las situaciones, tanto lingüísticas como culturales y sociales, son tan diversas en los diferentes países e incluso, dentro de los mismos países, en los diferentes estratos sociales, que allí corresponde al obispo o a la Conferencia episcopal, y al catequista mismo, recorrer ese último trecho y, por eso, nuestra posición fue: este es el punto de referencia para todos; aquí se ve lo que cree la Iglesia.
Luego, las Conferencias episcopales deben crear los instrumentos para aplicarlo a la situación cultural y deben recorrer el trecho que aún falta. Y, por último, el catequista mismo debe dar los últimos pasos; tal vez también para estos últimos pasos se ofrecen instrumentos adecuados.

Después de algunos años, celebramos una reunión, en la que catequistas de todo el mundo nos dijeron que el Catecismo estaba muy bien, que era un libro necesario, que ayuda brindando la belleza, la organicidad y la integridad de la fe, pero que les hacía falta una síntesis. El Santo Padre Juan Pablo II acogió el deseo manifestado en esa reunión y creó una comisión que elaborara ese Compendio, es decir, una síntesis del Catecismo grande, al que se refiere, recogiendo lo esencial.
Al inicio, en la redacción del Compendio queríamos ser aún más breves, pero al final comprendimos que para decir realmente, en nuestro tiempo, lo esencial, el material que necesitaba cada catequista era lo que habíamos dicho. También añadimos oraciones. Y creo que es un libro realmente muy útil; en él se recoge la "suma" de todo lo que se contiene en el gran Catecismo y, en este sentido, me parece que puede corresponder hoy al Catecismo de san Pío X.

Los obispos individualmente y las Conferencias episcopales tienen siempre el deber de ayudar a los sacerdotes y a todos los catequistas en el trabajo con este libro, y de servir de puente a un grupo determinado, porque el modo de hablar, de pensar y de entender es muy diferente en Italia, en Francia, en Alemania, en África...; incluso dentro de un mismo país es recibido de modo muy diverso. Por tanto, el Catecismo de la Iglesia católica y el Compendio, con lo esencial del Catecismo, siguen siendo instrumentos para la Iglesia universal.

Además, también necesitamos siempre la colaboración de los obispos, los cuales, en contacto con los sacerdotes y los catequistas, ayudan a encontrar todos los instrumentos necesarios para poder trabajar bien en esta siembra de la Palabra.




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