A la intervención del capellán de una cárcel cercana,
donde se hallan 260 reclusos de más de treinta nacionalidades, el Papa
Benedicto XVI respondió así:
Gracias por sus palabras, muy importantes y también muy conmovedoras. Poco
antes de mi partida, pude hablar con el cardenal Martino, presidente del
Consejo pontificio Justicia y paz, que está elaborando un documento sobre el
problema de nuestros hermanos y hermanas reclusos, los cuales sufren, a veces
se sienten poco respetados en sus derechos humanos, se sienten incluso
despreciados y viven en una situación en la que realmente hace falta la
presencia de Cristo. Y Jesús, en el capítulo 25 del evangelio de san Mateo,
anticipando el Juicio final, habla explícitamente de esta situación:
"Estuve en la cárcel y no me visitasteis"; "estuve en la cárcel
y me visitasteis".
Por eso, le doy las gracias por haber hablado de estas amenazas contra la
dignidad humana en esas circunstancias, para aprender que, como sacerdotes,
también debemos ser hermanos de estos "pequeños"; asimismo, es muy
importante ver en ellos al Señor que nos espera. Tengo la intención de decir,
juntamente con el cardenal Martino, unas palabras también públicas sobre estas
situaciones particulares, que son un mandato para la Iglesia, para la fe, para
su amor. Por último, le doy las gracias por haber dicho que lo importante no es
tanto lo que hacemos, cuanto lo que somos en nuestro ministerio sacerdotal. Sin
duda, debemos hacer muchas cosas y no caer en la pereza, pero todo nuestro
compromiso sólo dará fruto si es expresión de lo que somos, si en nuestra
actividad mostramos estar profundamente unidos a Cristo, si somos instrumentos
de Cristo, bocas por las que habla Cristo, manos con las que actúa Cristo. El
ser convence y el obrar sólo convence si es realmente fruto y expresión del
ser.